Las Crónicas de Aishla

Capítulo 7

Sofía sintió perder el aire, se hundió en el agua saliendo nueva mente y poco a poco el rio amaino su curso ella sintió que algo la estaba deteniendo, se incorporó con sus ultima fuerza, notando que una cuerda la estaba deteniendo , todo tipos de cosas había contra la cuerda, venados, ardillas, y otros animales qué no reconocía, con sus últimas fuerzas avanzo hasta tocar tierra, al llegar empezó a vomitar, el golpe pútrido de los animales que tuvo que correr la hicieron vomitar ni bien toco tierra mientras se reponía, una flecha cayó cerca de ella,  sin preguntar que fue, comenzó a correr dentro del bosque que estaba frente a ella. El bosque era tupido y no se veía el cielo, la nieve escaseaba, pero sintió frio, unas de sus piernas estaban entumecida y se obligó a no dejar de correr, nunca pensó vivir esto y menos en los tiempos modernos, pero este lugar no era moderno, parecía primitivo, y alguien estaba en casería, alguien necesitaba comer, ella era la presa.

Mientras corría por el bosque pensó en que su cuerpo no le fallara, ella era una chica que ocasional mente corría por las tardes cerca de la casa como jobi. alguien necesitaba su cabeza o tal vez estaba usurpando su territorio, solo que no quería averiguarlo, pensó que Emanuel ahora estaba muerto, sintió culpa, ganas de gritar, y salir de ese lugar, pero supo que no sabía cómo, que era otro lugar algo que nunca que había visto la modernidad, no había consulado, no había policía así acudir, no podría llamar al novecientos once por sus dolores, nada de lo que ella conocía estaba en este mundo, nadie entra por una burbuja que en un abrir y cerrar de ojos se come una habitación hasta que desaparece. La noche se estaba acercando, no sabía qué hacer, habría transcurrido una o dos horas, sudaba, su cuerpo pedía a gritos que se detenga, estaba asustada tropezó unas cuentas veces cerca de un arroyuelo, miro a su alrededor antes de ponerse en pie, solo que su cuerpo ya no se lo permitió, tenía raspones por todo el cuerpo, su cabeza estaba machucada, se llevó la mano hacia su cuero cabelludo y sitio algo viscoso, pensó lo peor era sangre, su corazón trataba de bombear sangre lo más rápido que podía.

— ¡Creo que esta por aquí! — dijo una vos tosca, parecía ser la misma vos de hace una hora.

—Maldición, maldición, como es que me persiguieron— dijo en vos baja intentando incorporarse.

—¡Allí esta! — dijo otra vos que no reconocía.

—¡No dejen que escape! — dijo una tercer vos.

Sofía miro a su alrededor, sus piernas estaban entumecidas, su corazón rugía de rabia, de pronto todo se volvió oscuro a su alrededor, sin más remedio sintió voces que hablaban fuertemente, no sabía si era producto de su imaginación.

De pronto se encontró en su cama, prendió la tele, el noticiero hablaba de la perdida de una mujer, al mostrar la foto era ella, la buscaban, la recompensa era millonaria, se hablaba de un secuestro. En ese momento Gabriel la tomo por la espalda abrazándola fuerte mente.

—Te extraño cada día más, ¿Dónde estás? — pregunto Gabriel.

—En tus brazos, donde pertenezco— contesto ella, sin saber por qué hacia esa pregunta, si ella estaba allí.

En ese instante Gabriel camino hacia la ventana del cuarto y volvió a preguntar dónde estaba Sofía. Ella se paró frente a él golpeándolo en el rostro, él la miro y comenzaron a caerle lágrimas de sus ojos.

el volvió a preguntar— ¿Dónde estás? ahora eres un recuerdo que abofetea mi corazón.

Ella sin entender lo empezó a sacudir diciéndole— no me fui, estoy a tu lado, ¡concentra tu mirada en mi por dos segundos! — dijo disgustada.

En ese momento, la puerta se abrió, un hombre de traje negro llevaba una copa en la mano, una galera y un bastón.

Gabriel— dijo su vos densa— nada podremos hacer, está perdida, o muerta, o quien sabe que sucedió.

Sofía miro al hombre, en ese momento el televisor se apagó, Gabriel estaba en la puerta, ella quiso correr y no pudo, en ese momento un hombre de capucha negra cerró la puerta mostrándole un colgante. De pronto despertó en una cama mullida, su ropa se cambió, por unas cómodas era un vestido blanco, no lo podía definir, mientras inspeccionaba su cuerpo, tenía vendas en la pierna derecha, de echo le dolía, quiso levantarse, pero alguien le chisto que no lo hiciera.

—No puedes levantarte, hace frio y puede que tu pie este infectado, solo as reposo, quédate tranquila aquí estas a salvo— dijo una vos que provenía de la esquina de recamará estaba oscuro y la chimenea estaba encendida, había olor a comida por todo el cuarto— dentro de poco estará la cena— dijo nueva mente la vos.

Sofía estaba asustada, no sabía que había pasado con todas sus pertenencias, el hombre se levantó y se marchó, La doctora pudo ver un hombre que llevaba una corona, parecía ser el rey, llevaba puesta una capa de cuero purpura, sus hombros eran anchos, tenía una espada envainada. Parecía alto, ella se quedó mirando el fuego que ardía sin parar, pensó en Emanuel y quiso llorar él estaba muerto, no podía hacer nada por sepultarlo, esta situación la estaba dejando sin aire, no sabía la hora, pensó en un momento en sus pastillas.

— Tengo que salir de acá— pensó.

Solo que desistió de ese pensamiento, medito donde iría, las posibilidades de sobre vivir allí fuera eran nulas, se acomodó en su cama dejándose vencer por el sueño, pensó en Emanuel, volvió a soñar, esta vez Emanuel entraba por la puerta él estaba totalmente repuesto de su enfermedad, no había síntomas, su rostro brillaba y poco a poco su persona cambiaba hasta ser alguien de porte varonil, sus largos cabellos se enredaron sobre una espada.



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En el texto hay: novela juvenil, aventura fantasia

Editado: 19.10.2023

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