Las crónicas de Grea (en proceso)

CAPITULO XIII

Las hermandades estaban enteradas de todo lo que sucedía en la cueva de las gorgonas. Estaban impacientes y temerosas. Y, de lejos observaban al séquito de Tenemo, todos armados buscaban cada rincón, llamaban en voz alta, pero ninguno pudo hallar lo que quería. Se marcharon agotados o eso parecía… 

Entonces, Santimeria envió el mensaje. Jorich pudo respirar con tranquilidad, todo estaba saliendo muy bien, pero Grea sabía todo de su pasado, no sé si eso la hacía feliz o la entristecía. 

—Jorich, si Grea sabe todo, sabrá también lo de su madre —habló dubitativa Temeraria. 

—Espero que no sepa aún lo de Juana, al menos hasta que solucionen el caso del cazador —tartamudeó. 

Nuevamente los cuervos en el cielo empezaron a graznar. 

—Vienen con más cazadores, son demasiados —dijo Titania —al parecer llegarán al mediodía de mañana. Podemos detenerlos con las lluvias y confundir el camino. 

Todas se reunieron —¡hagamos magia! —gritó Jorich —¡hagamos que conozcan nuestros poderes y de qué estamos hechas las mujeres de este bosque! 

Todas las mujeres se reunieron en el corazón del inmenso bosque haciendo un círculo enorme. Entonces, hicieron su aparición abejas y cada vez tomaban su forma original, eran mujeres de los panales salvajes, salían de las ranuras de los árboles y los musgos, y crearon una inmensa coraza de montaña y el camino que llevaba al bosque desapareció, y en su lugar se convirtió en un riachuelo. 

Además los lugares que servían de guía para el enemigo se convirtieron en plantas espinosos y cactus viejos. 

 

***

Al mismo tiempo, en el pueblo, luego de su siesta por el alcohol que casi duró dos días, finalmente, volvió en sí, Tenemo. Este había ahorcado a la ama de Llaves y había incendiado su hogar. Ardía en llamas como si fuera el infierno en la tierra…Su furia era indetenible. Mandó a un grupo de hombres no muy entrenados a buscar a su esposa y para su hijo mandó una cantidad prominente de cazadores.

Y, él preparaba uno de sus ataques con sus mejores guerreros. Del hospital mandó a traer medicinas que él había elaborado por años justo para este momento. Las interminables horas en el laboratorio por fin darán sus resultados. Esas mujeres recordarán para siempre su fin. Solo quedará historia de ellas y, supongo que ni eso, porque estaba dispuesto a acabar con todas las criaturas existentes. 

En el fondo su corazón estaba herido. Quería encontrar a Bri y hacerla pagar, pero por otro lado, quería encontrarla para perdonarla. Después de todo la amaba. 

Ordenó a su séquito a cargar todas las medicinas en sus briosos caballos. Sabía que no sería fácil vencer a esas mujeres y criaturas del bosque, por eso mismo tenía sus antídotos. Tenemo, había vivido bastante tiempo en el hospital realizando vacunas para asesinar a seres como las hermandades, porque sabía que las flechas y las balas no eran muy efectivos. 

 

***

—Brownies, tenemos que acercarnos a la reunión —dije. 

Sentí la respiración de alguien que se encontraba en la puerta. Me acerqué sigilosamente. 

—Grea soy yo —habló —Mmmm soy Astrud —dijo. 

La había dejado de ver luego de que me cambiaran de clase, raras veces nos cruzábamos y cuando lo haciamos siempre era muy rápido con un hola y ya. Era muy amable. 

La abracé y la hice pasar —has crecido —hablé impresionada. 

—Tú estás más alta, ¿cuándo fue la última vez que nos vimos? —preguntó

—Ha pasado tiempo —sonreí —hemos crecido —dije. 

—Mientras vas a la reunión, ¿puedo quedarme aquí? 

Abrí los ojos sorprendida —¿cómo sabes de la reunión?

—Pues mi tío no deja de hablar, también asistirá —dice —pero no me quiero quedar sola —habló bajando la mirada. 

—No hay problema —contesté sentándome en el piso.

Brownies la miró —¿Está todo bien? —preguntó.

Astrud volteó la mirada —es un duende, nunca me lo habías presentado  —habló con sorpresa ignorando la pregunta de Brownies.

 —Uf se me ha olvidado, además casi ni tiempo de respirar hay en este lugar  — dije defendiéndome.

 —Pues sí. Yo tenía un duende también, se llamaba Maritta pero desapareció, no la he vuelto encontrar, mi tío dice que los sátiros no debemos tener mascotas.

 —No son mascotas  —recalqué algo ofendida  —son al igual que tú y yo.

 —Tú tío está mal de los cuernos —habló Brownies  —te hace falta carácter para enfrentarlo. 

Astrud miró asustada a Brownies, quizá no se esperaba esa respuesta. 

 —Lo dices porque no conoces a mi tío  —respondió 

 —Lo conozco más que tú  —exclamó Brownies  —es un tipo que no me cae, problemático y avaricioso o me equivoco  —dijo. 

Astrud bajó la mirada sin saber qué decir  —¿viste a Maritta?  —preguntó de repente.

 —Hace cuánto que no la ves.

 —Días. No ha regresado.

 —Nosotras las duendes buscamos que nos protejan, si no lo hacen nos esfumamos en la nada. 

 —Pobre mi Maritta, soy una cobarde  —Astrud se agarró la cabeza con decepción. 

 —Bueno, ama, es momento de ir a la reunión, es momento de decidir tu destino y el de tu gente —habló Brownies, sacándome de mi ensimismamiento. 

Mis manos empezaron a sudar, mi cuerpo temblaba  —soy fuerte, como puede estar ocurriendome esto a mí  —respiré profundo pensando por mis adentros.

Me despedí de Astrud y salimos con Brownies.

—Por favor, mantienes la compostura, estarán todas las hermandades y todas las criaturas de esta cueva y quizá hasta criaturas que nunca hayas visto. Las brujas nunca demuestran su debilidad ni su deslumbramiento —me aconsejó brownies.

No respondí, mi mente estaba en el chico extranjero. 

—Ama, me oíste —preguntó.

—Sí claro ¿la reunión donde es? —dije un poco confundida. 

—No te preocupes, para eso estoy yo —contestó Brownies dirigiéndome el camino. 




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