Las Crónicas de Luhna

De las crónicas de Sethus IV

Base de Heskel Polo 10, Islas de la Antártida. Año 566 de la N.E.

—¿Y estás seguro de que ella está ahí?

Maro pregunta. Sus ojos, de un vibrante color violeta, destacan en su rostro pálido y anguloso. Viste con elegancia, con sus impecables uniformes oscuros que acentúan su figura alta y delgada. Su mente precisa y calculadora lo ha colocado en el lugar santo en el que se ha desempeñado por eternidades.

Soni, cuya personalidad es diametralmente opuesta, mantiene esa actitud impetuosa y temperamento volátil, siempre dispuesto a lanzarse de cabeza ante cualquier situación. Es por esto que espera afuera de la sala, pues podría arruinarlo todo.

Nos encontramos en uno de los salones preferidos de Maro, el lugar es imponente y sobrio, diseñado para imponer respeto y temor. Está situado en lo más profundo del complejo subterráneo de la Base de Heskel. El espacio es circular con un techo alto que se curva hacia el centro, creando una cúpula que da la sensación de inmensidad y gravedad. La iluminación es tenue, con luces blancas y frías que caen desde arriba, proyectando sombras que acentúan la seriedad del lugar. Las paredes están revestidas con paneles de un material metálico, oscuro y brillante. Esta es la sala favorita del Maestro Maro. La sala de los juicios, cuya apariencia se asemeja a la que teníamos en nuestro hogar eterno.

—Vive en las colinas, en la tercera isla de Insulen —admite Zenyi, cabizbajo. Está situado frente a nosotros sobre una plataforma circular, ligeramente elevada, rodeada por una barandilla baja de metal.

Sus ojos, antes brillantes, ahora parecen apagados y llenos de tristeza. Viste ropa gris que le queda floja, con zapatos viejos y gastados que han andado desde Insulen hasta el Ártico en busca de consuelo y tal vez de venganza. Vaga por el mundo desde que Annika le rechazó.

—¿Y ha estado ahí todo este tiempo? —pregunta Maro, alzando una ceja.

—Tal vez —responde Zenyi.

Maro se gira a mirarme.

—Comunícale a Seidel que tiene una nueva misión.

—Debimos mantenerla siempre vigilada —agrega Maro luego de una pausa, abriendo sus ojos violetas, intimidantes—. Se ha burlado de nosotros todos estos años.

—Se ha burlado de mí —Zenyi levanta la cara y cruza su mirada con la del maestro Maro—. Me ha rechazado y ahora... —Zenyi tensa el puño derecho con fuerza. Maro espera paciente su confesión—. Ella... —balbucea y finalmente dice—... Ha quebrantado las leyes de Luhna una y otra vez.

—Sé más específico —exige Maro.

Zenyi suspira.

—Me rechazó, por un sucio mortal, y ahora aquel mortal posee la vida eterna.

Maro abre los ojos, boquiabierto y por primera vez pierde algo de su ecuanimidad.

—¡Eso no es posible!

—¡Para ella nada es imposible! ¡¡Obtiene lo que quiere al precio que sea!! —estalla Zenyi, pero luego recobra la compostura relajando los hombros. Agrega algo más a su inverosímil historia—: Además, está embarazada. ¡Quién sabe qué tipo de criatura se aloja ahora en su vientre!

Maro se queda mudo por un instante, luego se pone de pie y declara por finalizada la entrevista. Conduzco a un nervioso Zenyi hasta una de las habitaciones del ala este. Se quedará con nosotros hasta que el problema sea arreglado.

En el cuarto de conteo uno de los rastreadores, sentado frente a una de las terminales, mira con asombro las pantallas de monitoreo. Amplifica las secuencias de vibración en la zona de Insulen, en la posición que le ha dado Zenyi y en las regiones circundantes, analizando datos y buscando cualquier señal de actividad, pero no hay nada en el radar que indique que Annika esté viva. Shardei está inerte desde hace muchos años.

—Pero ¿están seguros? —pregunta con azoro. Seidel se lo confirma.

—De alguna manera logró desactivarla.

—Imposible —responde el rastreador y vuelve a buscar con énfasis en la tercera isla. Pero ninguna señal alerta las alarmas de búsqueda.

—Ya tenemos la ubicación —le dice Seidel al confundido rastreador—. No necesitamos de esto —apaga la pantalla y se marcha ante el pasmo de su subordinado.

Al poco rato los veo prepararse para la expedición. Piensan que será sencillo y Soni se ofrece para ir a la cabeza junto con Seidel y otro rastreador.

No tomaré partido, a pesar de que Soni me lo exige.

—Es tu creación. Deberías hacerte responsable —me reta, mordaz.

—Creo que tu disfrute será mayor si acudes tú en mi lugar, hermano —le contesto y Soni se carcajea y se marcha.

Zenyi aguarda en una de las habitaciones, sentado en la cama, con la cabeza entre las manos. Ha tomado un baño e ingerido una comida decente después de cientos de años. Me dirijo a verlo.

—¿Qué pasará con ella? —pregunta acongojado y confundido.

Quiero decirle que nada bueno. Soni es sanguinario y las reglas de Luhna son estrictas.

—Habrá un juicio —le contesto—, y se pondrán en la balanza sus acciones.

Zenyi se lamenta.

—No quería esto.



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En el texto hay: fantasia, romance, distopiajuvenil

Editado: 03.07.2024

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