Las Crónicas de Luhna

Epílogo 2: Carta a Marie

En algún lugar de Meridian, año 589 de la n.e.

Te sostuve entre mis brazos brevemente, pero esos minutos significaron todo para mí. Tu existencia es la respuesta a todas mis inquietudes.

En la soledad de aquella mazmorra fuiste tú mi mayor alegría. Anhelaba conocerte y tenerte entre mis brazos. Sabía que el mundo que ahora tenía para ofrecerte no era bello ni gentil. Pero imaginé que de mi mano aprenderías todo lo hermoso y maravilloso que algún día fue.

Quise mostrarte mi amor y enseñarte que podías ser libre si querías volar, yo estaría a tu lado, persiguiendo cada sueño.
Yo estaría contigo para secar cada lágrima, para celebrar cada triunfo.

Imaginé una vida entera contigo, pensé en tu nombre una y otra vez en las noches de castigo. Cada lágrima se tornaba en dicha cuando veía mi vientre agitarse. Eres el milagro más grande de mi vida y te amé aún sin conocerte.

No sucedió lo que esperaba. Fuiste arrebatada cruelmente de mis brazos, de mi vida. No pude besar tu frente ni cantarte una canción de cuna, no pude alimentarte ni acunarte en mi pecho.

Ese fue el peor castigo.

Ahora no me conoces, no sabes quién fue tu madre. Pero yo a ti sí te conozco. Sé que eres fuerte, indomable como yo. Sé que eres lista, noble e inteligente. También sé que eres compasiva y amas con fuerza a los tuyos.

Zenyi me ha contado de ti. Me alegro cada vez que lo veo porque me trae noticias tuyas. Cierro los ojos cuando me habla de ti y te imagino.

Quiero que sepas que jamás quise lastimarte, y lamento no estar a tu lado; no haber luchado más por ti. Me apresaron y me impidieron pelear como una fiera para recuperarte. Estaba en desventaja.

Lamento las lágrimas, lamento los momentos no vividos y las risas no compartidas.

Hoy mi tiempo se acorta, Zenyi vendrá y se llevará todos mis diarios. En esos pergaminos relato toda mi historia, léelos con atención y conóceme. Solamente tú podrás juzgarme.

No tengo una foto mía, pero conservo un afiche desde hace cientos de años. Es el único recuerdo que puedo darte. Esta soy yo, o esta fui yo, querida Marie.

Tu padre se llamaba Aiden O'Neill. Tal vez aún esté con vida. No lo sé. Fue el hombre más puro y maravilloso que jamás vivió en este planeta. Aún en su oscuridad supo de ti... Aún desde sus tinieblas y a su manera también te amó.

Te cuida otro hombre igual de espectacular, Zenyi, mi gemelo espiritual. Él te contará el resto de la historia. Créele por favor, Marie. Confía solo en él.

El tiempo se agota, querida hija, quizás esta sea la última vez que mi memoria aún me permita recordar. Me gustaría verte antes de partir, me gustaría abrazarte y decirte que siempre estuve aquí, para ti. No me odies. No permitas que los eihneres sigan envenenando mi recuerdo. Intenta conocerme, intenta comprender mi historia y recuerda que siempre te amé y que hubiera dado todo por estar a tu lado.
Guarda un pequeño lugar para mí en tu corazón. Con eso me conformo. Con eso soy feliz.

Con mi amor infinito y para siempre, me despido.

Annika, tu madre.



#3573 en Fantasía
#1274 en Joven Adulto

En el texto hay: fantasia, romance, distopiajuvenil

Editado: 04.11.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.