Las crónicas de Necros

Capítulo 10

          Javier llegó a la cocina, encendió la luz y se sirvió el vaso de agua. Todo estaba muy callado. Escuchaba voces que venían desde la sala, como si muchas personas estuvieran charlando. No escuchaba risas, debía ser una plática seria, tal vez una discusión. No le importó. Se tomó el vaso de agua, lo dejo en el lavadero y se sentó un momento en la mesa. – Dios, ¿Por qué me pasa esto a mí? - Pregunto mientras colocaba los codos en la mesa y se llevaba las manos a la cabeza. – He sido un hombre bueno, nunca dañe a nadie… ¿O sí? - Intento recordar, levantaba la vista al techo. – Tal vez fue aquella vez que… Con… No… Ella me perdonó, estoy seguro. – Estaba muy preocupado por la situación por la cual pasaba su pequeña hija. Se quedó en silencio por un momento. - Tal vez fue… A ella no le parecía nuestra relación… Quería que dejara a Sandra y que me fuera a vivir con ella… - Llevaba las manos a la cara, se cubría los ojos. – Pero eso no era posible, yo amo a Sandra, es la madre de mi hija. – Seguía sin saber. Estaba perdido. – Tal vez papá, pero nunca fui un mal hijo, después de la muerte de mamá… - Movía las manos de la cara al cuello y de regreso, estaba sudando, le temblaban las manos. - Tal vez fue Andrea, desde que la despedí tomó cierto rencor en mi contra, y dijo que de alguna u otra manera se vengaría de mí. – Se rascó la cabeza. – Pero... Una mujer de 70 años no es capaz de… A menos que sea una bruja. Pero esa linda ancianita no mataría ni una mosca, a veces hasta creía que las moscas que se posaban en ella podrían matarle. Aunque una vez escuché sobre una bruja aquí en esta misma ciudad. – Se levantó, - Pero eso vuelve a dejar miles de posibilidades. – Daba vueltas en círculos por la cocina, tratando de encontrar una explicación a lo que sucedía.

          - ¿Sueles hablar solo a altas horas de la noche? – interrumpió una voz desde la puerta. Era el doctor de Tatiana quien moría de hambre y sabía que a su amigo no le importaría que tomara algo de comer, aunque no imaginaba encontrárselo en la cocina.

          - ¡Eh! Viejo amigo… - Sonrió Javier como si la voz le sonara familiar, trataba de disimular su preocupación y lo disimulaba con una sonrisa falsa. – Pasa, por favor. - Le miró mientras Ricardo entraba a la cocina. - ¿Qué hay de ti? ¿Eres sonámbulo? – Le dijo mientras Ricardo llegaba hasta él. – Toma asiento, por favor. –

          Esta vez el doctor no llevaba su bata, sino un pijama que le prestó Brenda que era de Javier, pero a él no le importaba. - Sabes que los doctores dormimos poco. – Dijo con una sonrisa en su rostro. – Pero tú… ¿Te sientes bien? ¿Es por tu hija no? – Colocaba su mano sobre el hombro de su amigo tratando de darle consuelo.

          Javier sostenía el vaso con la mano derecha.  - Pues que te digo… Esa niña es la luz de mis ojos… - volvió a sentarse junto a Ricardo. – y ese tal Necros… No se… -

          El doctor volteó a ver a su amigo. - Lo siento si te incomoda. – Le dijo Ricardo con un mal semblante. – Pero estaba desesperado, no sabía qué hacer con Tatiana. Ella estaba muy mal. Y pues… - Le puso la mano en la espalda – Perdona si su presencia te incomoda. – Tomó un vaso. – Pero dicen que él es el mejor. ¿Qué no lo sabes? – Llegó hasta el dispensador y se sirvió agua.

          - Pues no lo dudo, pero… - Se volteó a Ricardo. – Hay algo de él que… no se… - Ricardo bebía del vaso. – Y esos niños que… - Regreso la mirada al vacío. – No me dan buena espina ¿Sabes? No sé si son de fiar. -

          - No te preocupes – Dijo Ricardo levantándose con dirección hacia el refrigerador del cual sacó cosas para hacer dos sandwiches. – Si algo sale mal, lo cual no pasará, yo me hare responsable de todo. – Puso su mano en la espada de Javier. – Todo estará bien amigo, te lo prometo. -

          - Eso espero. – Dijo Javier con cierto tono de preocupación.- Por cierto, ¿A qué se refería el demonio cuando decía lo de tu secretaria? –

          Ricardo le sonrió a Javier. - Te morías por tocar ese tema, ¿Verdad? – Se acercó a donde Javier se encontraba sentado y le dio un sandwich. – Eso ocurrió hace poco. – Volteó la mirada a una hoja que decía “Papi te amo” pegada al refrigerador con un imán en forma de fresa. – Fernanda no sabe nada aún. –



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En el texto hay: angeles, exorcismo, demonios

Editado: 24.04.2019

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