Ricardo y Brenda terminaban de subir las escaleras. Se veía a Javier y Sandra discutiendo a un lado al fondo del pasillo. Y del otro lado, se veía a Necros dibujando sobre la frente del niño. – Debo entrar. – Dijo Ricardo ignorando todo el panorama fuera de la habitación de la niña.
Entonces al oírlo su amigo llegó hasta donde este se encontraba y trató de detenerle. - No puedes hacerlo. – Dijo Javier, quien intentando detenerle, le tomaba por el brazo.
- Escúchalo. – Le dijo Necros al doctor desde adentro de la habitación sin voltearlo a ver, seguía dibujando en la frente de David.
- Debo saber que la niña está bien. – Dijo Ricardo soltándose del brazo de Javier. – Te recuerdo que soy médico, y es mi deber asegurarme que esté bien.- Dijo dirigiendo su mirada a su amigo.
- De acuerdo. – Dijo Javier poco convencido. – Pero yo te acompañare. – Se paró al lado de su amigo, le temblaban las rodillas pero trataba de disimularlo para no parecer un cobarde frente a todos.
- Entonces iremos todos. – Dijo Sandra, mientras llegaba hasta donde estaban ambos, y Brenda se acercaba también. – No dejaré que estén todos ustedes a solas con mi bebé. –
- Hablen por ustedes. – Le dijo Brenda quien retrocedía lentamente. – Yo no volveré a entrar a ese espantoso lugar. .-
- ¿No crees que ya has hecho suficiente? – Le pregunta Javier a Sandra. Estaba muy molesto. Ricardo y Brenda lo notaron y le miraban fijamente, mas no querían interrumpirle o entrometerse entre la pareja. Fruncía el ceño enterrando su mirada en su esposa.
- Te recuerdo que es mi hija la que está ahí dentro. – Repuso Sandra. – Debo asegurarme que este bien. – Javier la vio con disgusto en su rostro, sabía que no podía detenerla, pues su esposa tenía razón.
El doctor dirigió sus ojos a su amigo tratando de disminuir la tensión entre ambos. - Bien vamos todos entonces. – Dijo Ricardo antes de que Javier pudiera responder a Sandra y se iniciara una nueva discusión, entrando a la habitación.
Los cuatro entraron a la habitación, nuevamente estaba oscura, Ricardo intentó encender la luz pero fue inútil, no encendía entonces Brenda se acercó a otro encendedor, y las luces de las lámparas al lado de la cama de Tatiana se encendieron, la niña estaba sentada en la cama, estaba normal, los veía a todos y sonreía. - Mami, ¿Eres tú? – Dijo la niña con voz tierna.
- Si bebé, soy yo. – Dijo Sandra entrando a la habitación. – El doctor se va a asegurar que estés bien. – Dijo viendo a la niña.
- No mami. – Dijo la niña. – no quiero que el doctor se acerque a mí. – Repuso. Escondía el rostro entre las sabanas, esquivando al doctor que se acercaba a ella.
La niñera veía espantada a la niña. - Creo que deberíamos hacerle caso. – Dijo Brenda – Salgamos de aquí por favor. -
- No – Dijo Ricardo. – Les recuerdo que es un ser humano quien está ahí dentro. – Dijo con tono de enfado. – Y más riesgoso aún, una niña. – Ricardo continuó acercándose a la niña. Quien se sintió intimidada al ver al médico.
- Doctor aléjese de mí… - Dijo la niña. – Por favor… No quiero que usted me vea, yo estoy muy bien, se lo prometo. – La niña trataba de hacerse hacia atrás. Intentaba evadir al doctor por alguna razón.
- Tranquila Tati. – Dijo Ricardo. – Todo está bien. –El seguía insistiendo para llegar a la niña. – Solo quiero saber si te encuentras bien, prometo no hacerte daño. -
- No doctor. – Insistió la niña mientras Ricardo seguía acercándose a ella. - ¡He dicho que no! – Grito utilizando la voz del demonio. Entonces se levantó de la cama y tomando a Ricardo con sus manos comenzó a desgarrarle, le estaba partiendo por la mitad. Ricardo gritaba agonizante mientras sentía su cuerpo dividirse.