Todos se encontraban fuera de la habitación de Tatiana esperando la señal de Brenda, quien ya hace un largo rato había entrado para contarle el cuento que acostumbraba Javier contar a Tatiana antes de dormir. El exorcista se agachó y sacó varios recipientes con líquidos de varios colores de su gabardina negra, los demás simplemente lo observaban.
- Solo debemos esperar un poco más. – Dijo Necros, mientras preparaba una mezcla, similar a la anterior, pero esta vez tenía un color rosa, muy brillante, como luces de neón rosa. Brillaba como diamantinas y era espeso, como mucoso. Movía los frascos y vertía las sustancias de uno a otro, mientras su mezcla cambiaba de color.
Sin agacharse, los gemelos se acercaron a donde Necros estaba. - ¿Estás seguro que esta vez funcionará? – Preguntó Estela muy alarmada.
Necros la vio. - Pues eso espero. – Dijo inseguro. No se le escuchaba muy convencido y a Estela la ponía nerviosa el hecho de saber si funcionaría o no. No sabía si el equipo entero estaba preparado para otro enfrentamiento con el demonio, en especial ella y su hermano luego del duro golpe que recibieron todos en el último encuentro con el demonio.
- ¿O sea que no estás seguro? – Pregunto David con un tono asustadizo, las piernas le temblaban, Necros negó con la cabeza mientras alzaba su vista al niño. – De acuerdo, estamos muertos. – El niño levantó los brazos al aire en señal de rendición. Necros volvía a mezclar y mover la mezcla viscosa. - Esa niña nos va a comer. – El niño se sostenía la cabeza dando vueltas.
Entonces el hombre tomó los frascos y volteó a ver a David. - Ten un poco de fe niño. – Dijo Necros quien se levantaba del suelo.
Gloria lo vio con indiferencia. – Irónico viniendo de tu parte. – Le respondió a Necros cruzando sus brazos frente a su pecho y volteando la mirada hacia el lado contrario.
Al escuchar esto, Necros recordó el frasco que llevaba al otro la do de su gabardina, aquel se había llenado antes de salir de la iglesia de San Clodoveo. Lo sacó y lo abrió. - ¿eso es agua bendita? – Preguntó Gloria reconociéndolo de inmediato.
- Así es. – Le dijo Necros sin verla.
- Eres un tramposo. – Le dijo Gloria sonriendo. Entonces Necros sonrió de vuelta y volvió a mezclar mientras guardaba los demás frascos de vuelta en su gabardina.
Estela detuvo a su hermano con ambas manos parándose frente a este, - Calamite, quieres… - Le dijo a David viéndole a los ojos, - Si no te calmas de seguro morirás. – Esto alarmó aún más a su hermano, Estela golpeó su frente con la palma de su mano y movía la cabeza de un lado a otro en señal de negación.
– Listo, ya quedó. – Dijo Necros viendo la mezcla. – Ahora todo es cuestión de entrar allí y marcar la runa. Niño ahí entras tú. – Dijo a David. - Debes jugar con la mente de la niña, sin que ella lo note. Haciéndole creer que el cuento que le cuenta Brenda corre en su mente. – Tomo la mezcla y sacó su vara nuevamente. – Niña, cuando logre matar al demonio, quiero que saques el alma del doctor de ese cuerpo inmundo. – El exorcista se levantó de donde se encontraba dispuesto a entrar.
La niña lo vio haciendo una expresión de duda y asco. - ¿De qué hablas? – Preguntó Estela. - ¿El alma del doctor Ricardo? – Hizo una pausa. - ¿Está dentro de Tatiana? -
- La niña no destazó al doctor porque sí. – Dijo Necros. – Quería alimentarse. Con su alma. - Sabía bien de lo que hablaba. Los demonios no matan solo porque si, ellos degustan las almas de los hombres. Se alimentan de ellas, ya que ellos no poseen una propia, las almas de los hombres son su alimento preferido. – Y de hecho, lo hizo… -
- ¡Qué asco! – Dijo David mientras reía. – Servicio de almas a domicilio. – Dijo burlándose.
Su hermana lo vio con cara seria y malhumorada. - No es momento para juegos. – Dijo Estela.
- Perdona hermanita. – Dijo él retomando la compostura. – Solo quería aliviar la tensión del momento. – Pasaba su mano en la parte de atrás de su cabeza y sonreía.