De vuelta nuevamente, en esa misma casa en la que una vez Héctor había tomado la decisión de quitarse la vida, alumbraba una vez más la luz del sol. Héctor y Gloria dormían en la misma cama, en el piso de abajo se escuchaban ruidos extraños.
- Buenos días. – Dijo Héctor despertando quien veía feliz a Gloria, quien dormía a su lado.
Gloria sonrió al ver a su novio nuevamente con su aspecto habitual, sus ojos color caramelo, su cabello castaño y esa sonrisa peculiar que solo en el podía destacar, y que era capaz de hacer sonreír a cualquiera. - Buenos días. – Dijo ella besándole. – Tan guapo como siempre. -
- ¿Cómo sé que esto no es un juego creado por algún demonio? – Dijo él, casi burlándose de ella.
- Espero que no lo sea. – Le respondió Gloria acariciando su mejilla.
- Espera. – Dijo de pronto Hector tomando la mano de la joven y retirándola de su rostro. - ¿esto es real? -
- Velo tú mismo. – Le respondió ella señalando al espejo de la habitación frente a Héctor.
El hombre se acercó al espejo colgado en la pared frente a la cama. - ¡Soy yo! – Dijo el con alegría. De pronto un ruido se escuchó proveniente de la cocina. - ¿Qué es eso? – Volteó rápidamente hacia abajo.
Algo venía hacia la habitación muy de prisa. Por la escalera, Hector subió la guardia - ¡Buenos días dormilones! – Dijo Estela con una bandeja en las manos. – El desayuno está listo. – Dijo. – Oye, que diferente. – Dijo al ver a Héctor. – Hasta pareces atractivo. –
- Hey cuidado niña. – Dijo Gloria en tono de broma.
- Tranquila. – Respondió la niña entregando la bandeja llena de comida a la joven en la cama.
- ¡Buenos días! – Dijo David entrando a la habitación con una jarra de jugo de naranja y en el brazo colgaba una toalla blanca haciendo alusión a un mesero real. - ¡Hey! No me digas que ahora debo llamarte papá… - Veía a Héctor e intentaba burlarse de él. – Te sienta bien ese aspecto, aunque prefiero tu lado vampiro. – Todos rieron.
- Dime como tú quieras. – Le respondió él.
- Esta bien papá. – Dijo el niño con una sonrisa en el rostro.
- Entonces Héctor se acerca a Gloria y le pregunta - ¿Qué acaso no es esto lo que siempre soñamos? – Le daba un beso en la frente.
- Todos. – Dijo Estela. – Además ahora todos tenemos lindos tatuajes. – Dijo señalando las runas de ella y su hermano.
- ¿Y ahora qué? – Preguntó David.
- Vamos a la iglesia. – Respondió Héctor con una sonrisa en el rostro.
- Debes estar bromeando. – Dijo el niño. Todos comenzaron a reírse.
- Apresúrense y cámbiense. – Les dijo Necros, que no bromeo. Entonces los niños se vieron entre ellos y luego vieron a Gloria. – Además debemos hacer una pequeña parada antes. -