Javier estaba listo para partir al funeral de su amigo, pero antes debía terminar de leer el pergamino que tenía en las manos. Volvió a desenrollarlo y comenzó a leer su contenido una vez más.
Javier.
Sé que tal vez no volvamos a vernos, y que en un futuro quizás te olvides de mí, pero quiero que sepas que tú y tu hija me enseñaron a valorar la vida, y a las personas a las que me rodean y que amo.
Mikael me concedió el deseo de volver a la tierra y enmendar mis errores, no como Necros, sino como un hombre de verdad, así que decidí iniciar una nueva vida, además me concedió el deseo de conservar a los gemelos como si fueran mis hijos, míos y de Gloria.
Espero que el destino nos vuelva a encontrar. Por cierto, me tomé el atrevimiento de pedir un deseo de tu parte, tu hija perderá la memoria de su madre y de todo lo que pasó, al igual que todos los de la casa. Po favor encárgate de darle un recuerdo feliz de su madre a esa hermosa niña tuya. Y no olvides nunca el sacrificio que Ricardo hizo por ti y por tu hija, ese es el valor de un verdadero amigo.
Hasta pronto.
Héctor (Necros)
- Héctor. – Dijo Javier, en un pequeño susurro de sorpresa. – Espero algún día conocer a ese lado humano tuyo. – Hizo una pausa tratando de borrar los recuerdos de los sucesos de los días pasados. - Bueno, es hora de ir al funeral de Ricardo.
De pronto suena el timbre de la casa. – Ya voy. – Dice Brenda corriendo a la puerta. Abre y ve frente a ella a un hombre alto, castaño bien parecido.
Un hombre parado frente a la puerta esperaba junto con dos niños y una mujer muy bella. - Hola Brenda. – Dice aquél hombre.
- Pero si son… - Brenda se paraliza.