Las crónicas del infierno

Cap. 4 Eres lo que me falta...

— ¡No! ¡Olvidalo! — grito Bellzebub ante la orden de su padre.

— No te lo estoy pidiendo, te lo ordeno y me debes obedecer por que soy tu padre —.

— Es cierto que eres mi padre, pero eso no me obliga a obedecer —.

— No te preocupes hijo, que tengo otros métodos para eso ... No se si quieras probarlos ...—

— Está bien, qué más da — finalmente cedió ante las amenazas de su padre, porque después de todo, se trataba del mismo Lucifer.

Baba Yaga se había llevado el premio gordo, pertenecer a la familia real, y es que después de convencer al padre de Bellzebub de lo eficiente y conveniente que sería el matrimonio ya no le quedaban motivos al rey de posponer una reunión con el más frío de sus hijos.

Bellzebub no se había arrodillado, y las nulas ganas que tenía de casarse eran evidentes en su forma de hablar. —¿Quieres casarte? —.

— ¡Oh! No se, es tan precipitado. Tan repentino ¡Si! — Liv soltó la respuesta obvia para luego saltar sobre él, quien la tomó en aire.

La boda fue inmensa, Liv no se puso límites porque su prometido no se los ponía a ella, hizo todo lo que quería pero lo que más anhelaba era bailar con él en medio de la pista, único capricho que Bellzebub no le cumplió.

Todos murmuraban de lo dispareja que era esa unión, ella tan animada y él tan frío y distante. No se molestó en ocultar el desagrado que le provocaba su propia unión, asco del que Liv no estaba consciente debido a la felicidad que sentía.

La fiesta terminó, era hora de que se diera la intimidad, normalmente todos eran testigos de cómo copulaba por primera vez la pareja pero Bellzebub no quería exponerse y extrañamente Liv tampoco estaba muy animada respecto a esa idea.

Ya solos en la habitación, Bellzebub comenzó a desvestirse pero Liv sólo se sentó en la cama observando el cuerpo desnudo de su ahora esposo, quien lentamente la recostó sobre la cama para luego subirle el vestido pero no contó con lo que sucedió a continuación.

— No— dijo ella evitando que le subiera más el vestido y se apartó de la cama.

— ¿Qué sucede?... El cuento de que eres virgen ya no va —.

— No es eso — dijo ella con los ojos cristalizados.

—¿Entonces...? —.

— No quiero... —dijo ella entre lágrimas. — Después de esto ya no me vas a tocar jamás y puede que te divorcies de mí porque cuando me acuesto con los hombres ellos me dejan... —.

Bellzebub se sentía mal por ella pero su falta de tacto no dieron a entender lo que quería decir: — No llores. Eso no pasará...—.

— No quiero —.

— Entonces no lo haremos y ya...—.

— Sí quiero —

— ¿si o no? —

— ¿Puede ser otra cosa? — preguntó ella limpiando sus lágrimas.

— ¿Que quieres?—.

— Yo... Quiero bailar contigo, nunca hemos bailando —.

— ¿Bailar? —.

— Si...—.

Tras soltar un suspiro, Bellzebub cedió. Ella se acercó y se posicionó para comenzar la danza con música imaginaria, música que sólo ella tenía en su mente.

Liv sonreía con alegría y Bellzebub se preguntó "¿Cómo es posible que una estupidez como está la haga feliz?" Lo cierto es que desde que la conoció sólo la ve como una tonta... Y eso se lo recuerda todo el tiempo.



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En el texto hay: bruja, amor, demonio

Editado: 28.02.2019

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