Peter.
Habían pasado siete minutos desde que Archie y Mara entraron al clóset.
Cuando entramos a la cocina, pude notar como Archie miró a Mara. Ella estaba entretenida hablando con las chicas y riendo, Archie la miró de arriba abajo y sonrío. Eso me puso alerta, lo conocía a él y sabía que eso no terminaría nada bien. Y no sería por culpa de Mara sino de él.
Mis sospechas fueron aún más certeras cuando el preguntó si podíamos unirnos al juego.
Me quedé mirando fijamente la puerta del clóset en cuanto se acabo el tiempo y vi que Mabel se levantó para avisarles.
Ambos salieron como dos minutos después de que Mabel tocara la puerta, y lo que vi me dejó impactado, como a la mayoría. Mara estaba con la ropa desprolija, algo muy común en ella, pero esta vez se debía a otra cosa. Archie tenía la camiseta arrugada y los labios hinchados al igual que ella…y en su pantalón, bueno…ya saben. Era una muy grande.
—Oh, por Dios—jadeo impactada Chelsea—. Creo que dejaron un asunto pendiente.
Mara se sentó devuelta en su antiguo lugar y comenzó a susurrar con las chicas.
Archie volvió a sentarse junto a mi, claramente incómodo.
—Esa chica es feroz—dijo.
—¿Por qué dices eso?—pregunté mientras pasaba el dedo por el pico de la botella de cerveza.
—¿Acaso no vez la gran erección que me causó?—susurró y señaló sus pantalones— Lo causó en menos de diez minutos—miré a Mara que estaba riendo por una estupidez que había dicho Cami—¿Qué pasa?—preguntó él y miró donde yo tenia la vista fija—, ¿Te gusta? Porque si es así me olvido de ella.
—¿Qué? No, ella no me gusta, es mi…—¿Qué carajos éramos? Supongo que amigos…lejanos—Bueno, no importa. Además por que susurras, ya todos vimos tu erección.
—Además, se escucha aunque estén susurrando—comentó Willow, con una sonrisa burlona.
—Cami—gritó Mara llamando mi atención y la de los demás. En su camiseta blanca había una gran mancha de cerveza, y lo peor no era eso. Lo peor era que a causa de la mancha, su ropa comenzaba a transparentar, logrando que se viera su sostén. De inmediato desvié la mirada y deje fija mi atención al piso.
—Lo siento, lo siento—se disculpó Cami, tratando de limpiar y secar la ropa con unas servilletas. Un intento estúpido.
—No te preocupes, fue un accidente—dijo Mara tratando de calmar los nervios de su amiga.
Mabel se puso de pie y le tendió una mano a Mara.
—Vamos, te voy a prestar algo—tomó la mano de Mabel y ambas subieron al segundo piso.
Seguimos jugando hasta que los muchachos que estaban afuera entraron con una bandeja llena de hamburguesas.
—Te tengo una propuesta—Martin se sentó a mi lado. Le dio un mordisco a su hamburguesa y comenzó a hablar con la boca llena—. Le diré al tutor de mi hermano que te enseñe matemáticas, no te preocupes, yo pagaré. A cambio tendrías que volver al equipo.
—No, gracias.
—Martin, ya déjalo en paz—pidió Archie.
—Pero le estoy haciendo una gran oferta—mi miró—. Piénsalo.
—Mira, enserió muchas gracias por tu oferta. Pero ya tengo un tutor que me enseña bastante bien—dije cansado. Era como la quinta vez en la semana que insistía y ya me estaba cansando.
—¿Quién es él tutor?—preguntó.
—Es…—me quedé callado en cuanto vi a Mara, bajando de las escaleras junto a Mabel. Había cambiado su holgada camiseta por una remera corta pegada al cuerpo color negro, que dejaba ver su abdomen plano y marcado—ella.—completé la frase. Pude notar que todos los hombres, o mejor dicho todos la estábamos mirando. Era raro verla con ese tipo de ropa, ya que ella siempre usaba roja deportiva y holgada.
—¿Ella es tu tutora?—Martin no quitaba la vista. Asentí—. Que bueno.
—¿Qué?—dijo ella al sentir la mirada de todos.
—Nada.—dijimos todos al mismo tiempo.
Vi que ella se dirigió a la cocina. No sé porque, pero me puse de pie, dispuesto a acercarme a ella. Cuando entré, la vi charlando con Gaby, uno de los integrantes del equipo de fútbol americano, mientras lo ayudaba a preparar las hamburguesas.
—...Y así fue como me rompí la pierna en el juego el año pasado—terminó de contar él—, me sorprende que no hallas ido al partido.
—¿No fuiste a ese partido?—me senté en la mesada y le di un sorbo a mi cerveza.
—No fui—untó la mayonesa en pan—. Estaba en el hospital, me quitaron el apéndice.
—Que lastima, fue un buen juego. Y el último de Peter.
—¿Eras parte del equipo?—Mara me miró sorprendida.
—Así es—no mentiré, me dolió que ella no lo supiera. Supuse que al menos eso sabría de mí, me inundaba la tristeza al saber que ella hiciera como si no me conociera.
—Llevare esto a la sala—Gaby metió un pedazo de pan a la boca y tomó la bandeja llena de hamburguesas. Salió de la cocina moviendo la cabeza al ritmo de la música.
—Es todo un personaje—río Mara y salió de la cocina, dejándome solo.
—Sip, todo un personaje—le di un gran sorbo a mi cerveza.
#
Luego de cantar el feliz cumpleaños, todos nos despedimos de Mabel y nos fuimos a nuestras casas, antes de poder subir al auto, note que las chicas, Chelsea y Mara, iban caminando por la acera.
Me acerqué a ellas y las detuve.
—¿A dónde van?—pregunté.
—A la luna—contestó Chelsea, con su típico humor.
—A casa, Peter—habló Mara, ignorando el sarcasmo de Chelsea.
—Las llevo.
—No hace falta, no estamos tan lejos, además ya es tarde—habló Mara y ambas comenzaron a caminar, dejándome atrás.
No me iba a dar por vencido, así que caminé rápido hasta ellas, y comencé a caminar hacia atrás, quedando delante de ellas.
—Exacto, ya es tarde. No voy a dejar que regresen a casa por la noche, solas y menos a esta hora. Vamos, tengo auto y no será molestia—insistí.
Ambas se detuvieron, y parecieron pensarlo. Mara resopló y luego asintió con la cabeza.
Sonreí y las guíe hasta donde estaba el auto. Chelsea subió a la parte trasera y Mara en la parte del copiloto. Encendí el auto, pero antes de arrancar, Mara me miraba con rencor y con los ojos entrecerrados.