Ángel llegó a la señal del jefe ya listo para partir.
—Ángel, sabes que confío mucho en ti, pero por si acaso te tengo que decir que lo que le llevarás a Javier es algo muy delicado. Se trata del archivo sobre el Proyecto Leviatán.
—¿Qué es el Proyecto Leviatán, jefe?
—Un proyecto realmente secreto que implica marcas tiempo-espacio. ¿Conoces a Wattson?
—¿El genio Wattson?
—Ese mismo. Resulta que fue entrevistado por Karol y ahora parece que le hará algo malo.
—Entonces ¿no debería darle esto a ella para que pueda hacer algo? Una cosa como un chantaje o algo así.
—No seas tonto. Ella no podrá defenderse.
—Bueno, es una mujer, pero…
—No es por eso, Ángel, es porque el que la persigue es un genio cuyos avances son desconocidos. Por su confianza se puede decir que ya está por hacer algo que remodele toda la realidad conocida y su estructura. Ahora vete, que es una emergencia.
Ángel subió al helicóptero y despegó con maestría. Quince minutos después llegó hasta el helipuerto de destino. Una motocicleta con aparente aspecto de reparto lo esperaba.
Montó en la moto y condujo a toda velocidad hacia la casa de Javier.
—Entrega especial para el señor Javier —dijo Ángel en el citófono.
—Ángel —le dijo preocupado—, necesito que le avises a Maura de todo esto. Hazlo en persona, ¿quieres?
—Está bien. ¿Qué le digo?
—Que algo grande se está tejiendo en la realidad. Dile que prepare la seguridad y que esté alerta ante cualquier actividad en los centros magnéticos. Esto es grave. Ahora ve, que es muy urgente. Y si vas a llamar, hazlo con el chip de la agencia. Nada raro debería salir de mi línea, ¿entiendes?
Ángel estaba descolocado, pero lo entendía. Parecía que efectivamente sólo era la punta del iceberg.
Volvió al helicóptero raudo y dejó la motocicleta al encargado.
—Voy donde Maura. Avisa a la filial que tengo un código pro-vida y voy en misión de emergencia. Necesito a Big Momma esperando por allá lista para todo.
—Oki doki.
En las puertas de la ciudad de Maura un incendio causaba revuelo. Fue cuidadoso para no estorbar a los helicópteros de bomberos y llegó al helipuerto.
—Karol —dijo Javier en el teléfono— ¿has notado algo raro?
—No aún. Nada de movimientos fuera de lo normal. ¿Qué hará? ¿Entrará y me secuestrará?
—Estamos hablando de un genio que advirtió su golpe, no de un prepuberto con complejos psicóticos. Él piensa en grande y con todas las precauciones necesarias; probablemente te saque de la realidad. No creo que tenga las herramientas aún, pero cuando te saque puede que altere todo.
—Mierda.
—Mira… no puede hacerte desaparecer. Tendrás que ir a parar a algún lado cuando haya pasado lo que tenga que pasar. Trata de encontrar algo para ubicarte.
—Lo haré.
Efectivamente: nada desaparece. Nada se crea ni se destruye, solo se transforma. O al menos eso para los reinos físicos. Karol confiaba en ello.
Una paloma se posó en la ventana de la periodista con un pequeño paquete en su pata. Una especie de ficha con una pantalla diminuta que marcaba una cuenta regresiva. Le iba quedando menos de dos horas para el evento. Esperaba que todo fuera a salir bien.