Las dimensiones de la serpiente

7

            —…La idea es armar algo más grande de lo imaginable a partir de una simple célula —el celular de Carol vibró—. Conteste; puede ser importante.

            —Está bien —dijo cortando la grabación—. ¿Aló?

            —Carol, ¿sabes algo sobre el proyecto Leviatán?

            —No tengo ni idea. Te llamo cuando termine la entrevista.

            —Está bien, pero hazlo pronto; y aprovecha de preguntarle a Watson.

            —Como desees.

            Watson sonrió.

            —¿Qué le parece tan divertido, señor Watson?

            —Nada en particular. Solamente estaba recordando algo que me dijeron una vez. ¿No le parece fantástico que se cumplan las predicciones?

            —Sí que lo es, pero hay algo que me acaban de encargar.

            —Pensé que no seguiría tantas pautas.

            —Es una duda que también me asalta, señor Watson: ¿qué es el Proyecto Leviatán?

            El suspiro divertido de Watson ocultaba algo de nerviosismo. Miró hacia la mesa y sonrió ampliamente.

            —¿Sabe algo sobre ese proyecto?

            —Por supuesto que sé. Yo trabajé en ello y yo mismo lo supervisé. Lo conduje hacia la luz con rapidez. Avanzamos mucho, pero mucho con él: encontramos increíbles propiedades del grafeno, un material que nos permitió hacer procesadores especiales de velocidad inigualable hasta el día de hoy. Un experimento podría arrojarnos demasiados datos como para saturar tres laboratorios con tecnología de punta de ese tiempo. Al día de hoy sería equivalente a dos laboratorios con procesadores de alta gama. El Leviatán fue establecido para construir polidimensionalmente en un bucle.

            —¿Cómo?

            —El Leviatán arma las salidas de una realidad a otra, señorita. Anexa una línea temporal con otra, lo que permite la libre interacción en una misma línea. Eso permite avanzar mucho en un tiempo corto. Una vez se termina la realidad construida se deshacen los anexos y lo definitivo queda ahí: una realidad nueva y diferente gracias a la intervención del hombre.

            —¿Y qué pasó con el proyecto?

            —Yo tengo los dispositivos. Todos nuestros financistas se fueron a quiebra debido a las dudosas acciones del ejecutivo, lo que impidió seguir el proceso. Normalmente la cancelación de un proyecto se tramita por al menos una semana entre cuatro paredes. En situación de crisis lo último que se revisa es el cerrar un proyecto. Primero se encargan de la fachada, del mercado, de la soberanía, del discurso, de los impuestos, de invasiones… y quién sabe cuántas otras cosas antes de frenar las investigaciones. El Leviatán cerró a los dos días del estallido de la crisis. Les sirvió para “frenarnos”, pero veo que les costó el status de máximo secreto del proyecto… Supongo que señorito Willhelm está detrás de esto. De seguro manda saludos.

            —¿De parte de quién?

            —Del Servicio Secreto. Dile a Viaceslav que le mando saludos.

            —¿Se conocen?

            —Por supuesto.

            —¿Qué papel cumplía?

            —¿En qué?

            —En el Proyecto Leviatán.

            —Existe un pacto de silencio que me impide contarle. Puedo decir lo que yo hice y mencionar a los rostros conocidos para quien me escucha, pero no ir más allá en una entrevista o conversación. Espero lo comprenda.

            —Esto no es un interrogatorio, guardaremos el secreto.

            —Se nota que no sabe de honor. Respetaré el pacto.




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