Las dimensiones de la serpiente

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            Carol y Karol ya estaban en el nodriza, un avión de alta potencia que los llevó al punto de reunión. Nueva Libia conservaba los rasgos de Libia pre-primavera árabe, pero con menos población. Las escuelas se habían levantado nuevamente y la gente trabajaba en paz. Hacía tiempo que no había conflictos en el país y eso lo hacía un lugar perfecto para una reunión extraordinaria como la de Viaceslav, Carol y Karol.

            Al-Kadaf los atendió al bajar y los llevó al edificio donde Viaceslav llegaría en no más de cinco minutos. Era un hombre bajo, de aspecto simpático y trabajador. Similar a un oompa-loompa.

            —Muy bien, chicas, espero que tengan algo importante que decir —dijo Viaceslav al entrar.

            —Yo empiezo —dijo Carol—: ¿cuál es tu relación con Watson?

            —Siempre haciendo preguntas al hueso… por eso mismo te contraté.

            —Contésteme.

            —¿De dónde sacaste eso de que estamos relacionados?

            —Pregunté primero.

            —Como sabes, Unicorp partió como una empresa de explotación minera. Teníamos los bienes de capital y un lugar para el proyecto, ¿recuerdan?

            —Algo así leí.

            —Resulta que en esos tiempos logramos armar una gran empresa de extracción de diamante. Watson fue uno de los que trabajó con nosotros para desarrollar las tecnologías de extracción óptima. Una vez nos establecimos con la extracción de diamantes logramos capacitar gente sin mayores problemas y en pocos años Unicorp irguió la Universidad Técnica del África con especial fuerza en el área de la investigación para la extracción de diamante y la geología. Para ello teníamos convenios y les pagamos las patentes a los investigadores que quisieran trabajar con nosotros. La paga era como para financiarse toda una vida. La inversión fue un éxito; tanto así que logramos establecer fuertes lazos con una agencia independiente de periodistas. Solían tener mucha gente en muchas cosas. Watson surgió con nosotros como científico en el tiempo que la Universidad Técnica amplió sus competencias y se irguió como una Universidad Científica. Watson hizo su tesis doctoral sobre la teoría del éter universal y luego se fue al pentágono a comprobarla. Recordemos que ahí todavía éramos débiles como organización. Las ganancias siguieron y tuvimos mucha mano de obra: trabajadores eficientes y contentos… ¿tú sabes lo caras que son las multas por la muerte de un trabajador?

            —Carísimas, pero no tanto como las infracciones por precariedad de las instalaciones —contestó Karol.

            —Exacto. Dedicamos mucho tiempo y dinero en hacer las cosas seguras y dignas, lo que nos valió una gran recompensa: una gran oferta ante una gran demanda. Nadie nos logró igualar en la venta de diamantes y justo se disparó la demanda.

            —No se vaya por la rama, jefe. Es muy interesante el tema de los orígenes de Unicorp, pero necesitamos información sobre Watson —interrumpió Karol.

            —A eso voy, Carol… resulta que la demanda se disparó y nos hicimos muy ricos en circunstancias donde todo Estados Unidos estaba a punto de quebrar. Los gastos de los norteamericanos en “investigación y producción científica” eran demasiado altos para el número de proyectos que tenían. Algo no encajaba, pero nosotros no tuvimos ni idea.

            —¿Y Watson?

            —Gracias a él nos enteramos. Bueno, fue gracias al difunto hermano mayor de Javier, quien había filtrado unas pocas cosas sobre el proyecto Leviatán. Nos contactó para preguntar si era nuestro Watson; los datos correspondían totalmente al igual que la índole de las investigaciones.

            —¿Cómo?

            —Siguió con lo del éter universal.

            —¿Y qué más había en esos datos?

            —El detalle del gasto. Resulta que compraban más de la mitad de la cantidad mundial semestral de diamantes. Era algo demasiado alto para una nación en crisis. Al poco tiempo después el pentágono se fue a bancarrota y el gobierno estadounidense debió ceder. Los llamados sionistas en el mundo financiero tomaron el control del pentágono para salvarlo, pero no tenían idea de qué hacer con los datos. No les interesaba la inteligencia, sino el dinero. Es por eso que vendieron casi todos los datos. Nosotros los compramos y el pentágono se vio obligado a la venta de los archivos sobre lo que alcanzaron a hacer con el Leviatán.




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