Las dimensiones de la serpiente

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            Watsonn estaba anonadado. Los códigos no eran un truco, se estaba rindiendo y admitiendo el error. Caroll, Carol y Karol trataron de leerlo y llegaron a la misma conclusión: estaba destrozado.

            Viaceslav les dio la mano uno por uno y les sonrió. La cuenta regresiva marcaba cinco minutos para el salto.

            —¿Y eso? —inquirió Caroll

            —¿No te llegó? Es el dispositivo que nos permitió saltar. Parece que nos fuimos antes de que llegara la paloma mensajera.

            —Y… ¿Qué va a pasar ahora?

            —Vamos a esperar.

            Todos subieron a sus transportes menos las periodistas. Ellas decidieron que sería mala idea volver por medio del aire y se quedaron esperando.

T-00°00’45’’




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