Las dos caras de Amelia

Capítulo 2

Dentro de la casa, Sarah y Pablo estaban decisivos a dar sus vidas por sus hijos, empezaron  un enfrentamiento con varios de los hombres de Montenegro, intercambiaban disparos entre ellos.

Sarah vió a uno de ellos apuntándole en un descuido a su marido, disparó en su defensa, Pablo se sorprendió y  siguió hacia delante.

 Ella se ocultó detrás de un muro esperando señales de avances por parte de Pablo... 

 

Jhon  daba pasos hacia la casa, terminaba de fumar el cigarrillo, lo tiró al piso y lo apagó con la punta de su zapato. 

En un tono de  voz de desafíante gritó

 – ¡Pablo!, ¡He venido por ti perro traidor!.

 Pablo se sorprendió. Le disparó a otro hombre que  pasaba. 

Había visto su reflejo por la ventana, la intención del extraño era de entrar a la casa. 

Sarah quedó petrificada, asustada, al escuchar esa voz. Pablo le hizo señas con su mano.

 – ¡Quedate ahí!, Ordenó en voz baja 

 Pablo miró  al hombre que  entraba a su casa, no lo hacía solo, tenía hombres que lo rodeaban, su mirada se encontró con la de él. 

 – ¡Un placer volver a verte Pablo!. Las casualidades de la vida son sorprendentes, ¿No es así?, Lo miraba con odio –  Confíe en ti, ¡Y me traicionaste!, Gritó fuerte – ¡Me entregaste cabron!. ¿Como lo hiciste desgraciado?. Tiró al piso todo lo que veía a su alredor haciéndole notar a Pablo su ira – ¿¡Como lo hiciste infeliz!?. 

El corazón de Sarah quería salir de su pecho, estaba asustada, sentía temor de la ira de él...

 

 

 Los niños ya estaban cansados y asustados, caminaban sin fuerzas y arrastraban sus pasos 

 Joel miró a sus dos hermanos 

– Estamos lejos, creo que estamos seguros aquí, descansemos un poco. Sugirió

 David sin dar tanta espera se sentó en un tronco 

  – ¡No puedo más, no puedo dar un paso más!, me duelen las piernas Joel. Se quejó 

La niña miró a sus hermanos llorando  

 – ¡Quiero a mis papás Joel!. ¡Quiero irme con mami!.

El hermano mayor sin saber que hacer o a donde ir solo respondió

 – Entiendo que estén cansados, pero no podemos quedarnos aquí, hay que seguir caminando. Dijo

Derrepente escucharon una voz  que les ordenó

– ¡Quédense quietos niños, no vallan a correr!, no lo hagan. Advirtió apuntandoles con su arma. 

 Ellos se asustaron y se abrazaron  haciendo caso a la orden, Amelia aún con su llanto inconsolable se acercó al hombre, en medio de su  inocencia, lo jalo de su camisa y le preguntó 

 – Señor, ¿usted sabe dónde están mis papás?, ¡Yo quiero estar con ellos!. Su voz quebrantada hizo que el hombre se quedara sin palabras y pensativo... 

 

 Después de unos minutos de tanto dar vueltas alrededor y pensar  el hombre se acercó a ellos. 

 – ¡Haremos algo!. Amelia se le acercó abrazando sus piernas ilusionada 

 – ¿Nos vamos a casa señor?, Preguntó, el acto que hizo la niña lo sorprendió. 

No esperaba eso de su parte, acarició la cabeza de la pequeña demostrándole empatía. Sacó un celular de su bolsillo, miró a Joel a los ojos,  extendió su mano y Joel lo recibió 

 – Toma, eres el más grande, guarda bien ese celular  y no lo pierdas, advirtió – Sigan caminando hacia adelante y encontrarán un río, al otro lado hallarán  una casucha escondanse ahí. Nadien tiene conocimiento de ese lugar, será seguro para ustedes por ahora.

– ¿Cómo lo sabe?, ¿Cómo sabe que estamos cerca a un río?, Pregunto Joel extrañado 

– Solo lo sé y ya, no hagas tantas preguntas y haz lo que te estoy diciendo, es su problema si no confían en mí, vendrán otros y de aquí no se irán hasta encontrarlos, ¿Lo entiendes niño?, Respondió con molestia. 

– ¡Me llamo Joel, y ya entendí!. Respondió tajante

– Escúchame bien, yo te llamaré, y corran lo más que puedan. No sé detengan.

 Joel  lo miró con extrañes, no  creía en las palabras de él  hombre, le parecía extraño que quisiera ayudarlos. 

– No me parece buena idea señor. Dijo dudoso Joel 

El hombre insistió 

 – ¿Tienes una idea mejor niño? ¡Haber dimela!, Quiero escuchar como piensas salir de aquí, tomo la mano de la pequeña niña. 

Joel frunció el ceño  extrañado 

 – ¡Mi hermana ira con nosotros!  

– Tu hermana estará más segura conmigo, los miró a los dos – Ella irá conmigo. David tomo la mano de Joel y la apretó, no le pareció correcto, el extraño hombre notó la tensión de los dos hermanos – No se preocupen, se que están asustados y que no confían en nadien, yo la cuidaré, si hacen lo que le estoy diciendo todos estaremos bien, así que, ¡Muevanse niños, corran!, y no se dejen atrapar. Les advirtió... 

 

Los niños corrieron obedeciendo  lo que él desconocido les ordenó, no sabian ¿Que más hacer? aunque no confíanban mucho, no había más que pudieran hacer por ellos mismos...

 

Jhon en un tono de voz grave llena de odio siguió hablando.  

 – ¿Que creíste?, Que olvidaría todo así de simple, se acercó a zancadas  hacia Pablo y lo golpeó en su rostro partiendo su nariz – ¡Me mandaste a la puta cárcel!. Iba a dar otro golpe pero  Sarah lo impidió gritando fuerte  

 – ¡Déjalo infeliz o  no respondo!. Le apunto con el arma, su pulso no le temblaba, ella estaba decidida hacerlo.

Uno de los hombre trató de acercarse,  ella lo  notó con sus reflejos y disparó  haciéndole una herida en la pierna, dió pasos hacia Pablo sin dejar de  apuntarle  a Jhon, le  demostraba su fuerza e imponencia protegiendo a su esposo. 

 Montenegro no podía creer lo que sus ojos veían, esa mujer demostraba estar dispuesta a hacer lo que fuera por ese hombre, sintió que su corazón dejaba de latir. Sus ojos se llenaron de lágrimas, se incorporó retomando su carácter y llenandose de valentía sonrió.

 – ¡Yo no podía  seguir con un hombre que me golpeara!, Gritó Sarah – Uno que estaba acostumbrado a mandar, ¡Vete, vete de mi casa Jhon!, gritó. 

John sintió un puñal en su corazón, cerró sus ojos y negó con una sonrisa forzada 




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