Las dos caras de Amelia

Capitulo 4

Llegaron a un lugar bastante retirado pero no muy lejos de donde vivían, era una casita bastante humilde al parecer era pripiedad del hombre que los acompañaba.

 – ¿Que les parece? ¿Creen que si puedan quedarse aquí?, Ellos no respondieron, frunció un poco sus labios – Haber niños sólo quiero que confíen en mí,  ¿Me tienen miedo? Preguntó preocupado no quería que ellos sintieran nada de temor, los niños se miraron – Viendo esto no tengo más presentarme, me llamo Diego pero me dicen dago como me llamen estará bien. Tendré que hacer muchas cosas para mantenerlos ocultos, por supuesto a ustedes dos. Dijo señalando a la niña y a David. 

– Si papá y mamá estuvieran solos tomarías otra decisión. Murmuró Joel 

– No tengo otra opción. Dijo Diego 

Joel asiente triste, estaba en la obligación de alejarse de sus hermanos, pero era lo mejor que había por el momento. De esta manera el hombre que asesinó a sus padres no sabrá donde estan ni mucho menos se acercaría a ellos.

Diego noto la preocupación y la tristeza de Joel. Se acercó a el, en forma de apoyo tocó su hombro y le dio un leve apretón. 

– ¿Niño? confía en mí, yo los protegeré, Tenemos cosas en común,  Por lo tanto tienes que aprender muchas cosas. Dijo mirando a David y a la niña – En este caso todos  tienen que aprender muchas cosas, los tres. Afirmó – Les enseñare a sobrevivir, aprenderán lo necesario para que puedan defenderse. Miró la hora en su reloj de pulso – Hay que irnos.

Joel limpio las lagrimas de sus mejillas

– Está bien señor. 

– Ustedes dos escúchenme, no salgan de aquí para nada. Advirtió – Todo en este lugar está a kilómetros no hay casas alrededor si lo notan, aparte ya está oscureciendo. ¿Entiende lo que les digo? 

– Yo entendí. Respondió Amelia

Diego sonrió al escucharla 

– Eso es bueno pequeña. Cuida a tu hermana. Le dijo a David. 

Diego y Joel salieron del lugar, horas más tarde llegaron a una casa enorme, una mansión muy lujosa, con varios hombres que la cuidaban. Joel quedó asombrado, Diego tocó su cabeza.

– Mira niño, aquí vive el hombre que asesinó a tus padres y a mis hijos. Dijo en un tonó de voz  triste.

Joel quedó sorprendido con esta confesión.

 – Lo lamento, ya sé porque nos está ayudando señor Diego 

Caminaron juntos hacia la entrada y antes de entrar a la casa Joel se detuvo 

– Cando crezca, le haré lo mismo que le hizo a mis padres. Dijo en voz baja 

Diego  lo miró asombrado 

Al entrar a enorme mansión Diego lo detuvo tomándolo del brazo. 

– Los dos haremos que pague Joel, por ahora hay algo que debes saber. Bajo la cabeza y susurró – Tienes que estar atento a todo lo que veas a tu alredor apartir de hoy, todas las personas que trabajan aquí dirán lo mínimo que hagas. ¿Entendido? 

Caminaron hacia la oficina, Diego toca la puerta y al entrar Joel ve a un hombre sentado en su silla ejecutiva dando la espalda. Joel miró a Diego y este asintió.  

– ¿Señor?, Aquí estamos. Dijo Diego

El hombre se giró. Clavo su mirada en el niño y lo observó por unos segundos.

 – Valla Diego ¡Pensé que no llegarías! ¿Porque tanta demora?, Sus ojos azules no podían dejar de mirar a ese jovencito. 

 – El niño estaba demasiado lejos, corrieron bastante apartándose del lugar,  el terreno tampoco ayudaba. Dio como excusa. 

Joel tenía su cabeza baja no quería verlo.

Un silencio se hizo en la oficina, Jhon  pensaba si era verdad lo que su empleado había dicho. Él era un hombre bastante desconfiado. 

Paso su mano por la barbilla antes de hablar  

– Pues bien, pero acaso, ¿No eran dos?, Preguntó frunciendo el ceño. 

Joel al  escuchar preguntar por su hermano alzo la vista encontrándose con otro par de ojos azules, aparte  notó al hombre con una venda en el hombro, lo miraba con odio, ambos se miraban fijamente. Jhon sonrió lasciva, le gustó la prepotencia de él nuevo integrante.

Joel miro a Diego por un segundo y contesto  la pregunta que Jhon había hecho. 

 – Cayó al río, también puede mandar a buscarlo si no confía. 

Jhon sonrió sorprendido antes la respuesta de Joel, miro a Diego y con una mirada preguntó si era verdad lo que esté niño había dicho. 

 – Si señor, trate de buscar el cuerpo del hermano pero no lo pude encontrarlo. Dijo Diego apoyando a Joel.

 Jhon apoyo su mano en el escritorio, noto la mirada que el niño le daba, odio, eso veía en él odio,  le causó gracia su mirada penetrante y sonrió. Se levantó de la silla y se acercó a Joel. 

– ¡Valla!, tienes carácter niño, eso me gusta. Le dijo tocando su hombro – Te quedarás conmigo, bajo mi servicio, y Diego será tu supervisor, ¡Le enseñas todo lo que necesite saber para trabajar conmigo, se dirigió a él. Dió pasos hasta acercarse a la ventana – Una cosa que no pasaré por alto es. Advirtió – Un error, una mentira, una falla, y sobre todo una traición no lo perdonaría. El niño miró a Diego algo asustado  – Creo que no esté demás decirlo, pues Dago te enseñará, no quiero errores, los errores pesan. Traición con dolor se paga. Jhon tenía una mirada, triste, perdida a lo lejos de la ventana – ¡Vallanse! Espero no repetir nada Diego. Advirtió. 

Joel se extraño, Diego le hizo un gesto y salieron de oficina, Jhon al sentir que cerraron la puerta, se acercó a su escritorio y abrió una gaveta que tenia con llaves, sacó una foto en donde aparecía Sarah con él, expresó en voz alta.

 – Paso mucho tiempo Sarah, trate de ovidarte pero no pude, intenté olvidar lo que hicieron. Tiro todo lo que estaba en el escritorio – ¡9 años Sarah!, gritó – ¡9años!, me entregaron, me traicionaste, pero yo te preferí muerta que hundida con ese traidor. Sus manos temblaban de la ira que sentía, amó con toda su alma a esa mujer.

Regresó hacia la ventana y recordó todo el tiempo que estuvieron juntos. 

La manía de subirse en su espalda, todas las veces que hicieron el amor, le encantaba su ver su desnudez, se perdía en  esos ojos marrones como la miel, su hermosa sonrisa, las veces que se  bañaron juntos, la forma en la que  ella lo besaba como si de su boca viviera. Nunca amo tanto a una mujer como la había amado a ella.T




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