Las dos caras de Amelia

Capitulo 32

Sintió que su sangre se calento al ver a Diego golpeado

– Te hice una pregunta, ¡Contesta!, Gritó. Dieguito no quería hablar, Amelia llena de impotencia lo tomo de la mano – Acompañe esto se resolverá en este mismo momento. Lo hizo ponerse en pie

– No no es es está bo bo borra cho, sus nervios o miedo lo hacían tartamudear más. 

– Vienes conmigo o voy sola, gritó demandante –  Te dije que te protegeria, su mirada oscurecio al ver sus golpes y su labio inferior con un poco de sangre. Lo abrazo, sus ojos se llenaron de lágrimas pero las retuvo – Hay que parar esto o pasará una desgracia, beso la coronilla de su cabeza, ¿Vienes conmigo o voy sola? Repitió 

Con miedo asintio la tomó de la mano y caminaron hasta llegar a su casa. Los gritos se escucharon al llegar a la puerta.

– ¡Basta ya me tienes cansada!, siempre es lo mismo contigo, ¡Es mi hijo!. Gritaba la madre de Dieguito 

– ¡Es un inútil, un bueno para nada!, En la mala hora me enrede con una mujer como tú 

La madre del chico de la impotencia  bofeteo fuerte  a su marido haciendo que este se enfureciera a un más. 

La mirada de Diego y Amelia se encontraron, ella  presintio lo que venía después 

 –Abre la puerta rápido Diego, se apresuró en decirle. Se escuchó un estropicio haciendo que el joven se llenará de nervios – ¡Abre rápido!, Dijo nuevamente, el temblaba sabía que su padrastro estaba golpeando a su madre...

Al abrir la sangre de ella hirvio, la forma en la que tenía a la mujer arrecostada a la pared pisando sus pies para inmovilizarla, y con las manos en su cuello para quitándole la respiración, la madre de Diego al ver a la conocida abrió sus ojos pidiendo ayuda sentía que se desvanecia, Amelia saco su arma dentro de su morral quitó el seguro y apuntó.

 – ¡Sueltala!, Advirtió. 

El hombre giró y se sorprendió al ver a esa mujer apuntandole,  irónicamente  le dijo 

– Cuidado niña, te puedes lastimar, iba acercarse a ella cuando Amelia hizo un disparo perdido en forma de advertencia.

– No lo creo. La próxima no será bala perdida, eso te lo aseguro. Hablo firme y sin temor.

Estaba segura de saberse defender, el hombre dudó al ver la frialdad en la que ella se mostraba, sintió preocupación por su vida. 

– Está bien está bien, gritó en desespero 

– ¡Escuchame bien!, Gritó Amelia  dando pasos a él sostenía el arma firme entre sus manos se acercó al rostro de él colocándoselo en la cabeza – ¡Le pones una mano a Diego o a su madre!, Susurró en su oído –  Y te mato, fueron palabras frías cuando pensaron que terminaría hay sorpresivamente lo golpeó con la cacha del arma – Eso es por Diego. Dio la espalda para irse. Miro a la Sra nerviosa tocando su cuello –  Espero que su hijo no la entierre antes de tiempo. 

– Gracias, respondió la madre de Diego entre lágrimas. 

Amelia tomo a Diego de la mano. 

– Vámonos, no te quedarás está noche aquí. Lo  llevo con ella....

 

– Te te vi con con un ho hombre. Le dijo Diego entrando al edificio 

Amelia se detuvo apretó su mano y sacudió el cabello de su amigo

– Ese hombre... Es el que inició todo... Respondió –  Dormirás conmigo hasta que baje la tensión en tu casa ¿Estas de acuerdo? 

– Si 

– Que bueno, no sabes cuánto te necesito Dieguito.

 

 

Joel estaba sentado en su cama hablando por celular 

– Entonces llegó a verla. Dijo tratando de mantenerse calmado.

– Lo lamento, esto pone en riesgo nuestro trabajo necesitamos que tu hermana se mantenga al margen, y más si estuvieron en su hogar, ellos descubrieron todo, no estamos seguros del todo, pero es una probabilidad Joel, algo saben de eso estoy segura 

 – ¡Esta bien! Hablaré con ella, corto lo llamada...

 

Jhon entró a la mansión llamando a gritos a su hijo

 – ¡Joel, Joel!. 

Joel al eschucharlo se puso en pie, abrió los ojos sorprendido, salió de su habitación, tenía una sudadera puesta y no tenía  camisa, en ese momento salía Aurora de una de las habitaciones de uno de los empelados, viendo a su protector y a Joel, sintió pena al verlo sin camisa así que bajo la mirada... 

John los miró  con el ceño fruncido 

– Ven a mi oficina necesito hablar contigo,  demandado, se dirigio a Aurora – Acompañame un momento, ella asintió en respuesta, miró a Joel – ¡No te demores Joel!. Advirtió.

Caminaron juntos hasta la oficina, John tomo asiento e hizo una seña para que la chica se sentará.

 – Seré breve Aurora, tengo una situación complicada y necesito de tus servicios.

La joven lo miró y asintió en respuesta ante lo que decía, gracias a él estudio derecho y se recibió con honores era una excelente estudiante muy inteligente, ya ella sabía que el hombre que le dio todo no hacía nada bueno, aún así ella no lo dejaría sólo.

 – Te ayudaré, sólo no te metas en problemas, puedes entorpecer mi trabajo. Esa dulce voz lo hizo sonreír.

 – No te preocupes, haré lo que me digas, puedes retirarte, yo te diré cuando te necesite 

Ella asintió y salió de la oficina, se topó con Joel en ese momento 

 –Hola. Lo saludó mirando sus hermosos ojos azules 

– Hola, respondió mirándola, había algo tierno en ella que lo hipnotizaba, una mirada era suficiente para distraerse... 

Uno de los escoltas los veia con recelos ya que gustaba de la chica, Ambos siguieron su camino. Entro a la oficina encontrándose con una mirada escudriñante, Jhon lo miraba fijamente Joel ya tenía claro que pasaba en ese momento.

 – ¿Tienes algo que decirme Joel? Preguntó, aún sabíendo que era su hijo no le importaba en ese momento.

 – ¿Algo como qué? Frunció el ceño.

 Jhon se levantó de su asiento sin quitar su mirada intimidante acercándose a él.  

– ¡No lo sé Joel! Dímelo tú, ¿Hay algo oculto que no me hallas dicho? 

 Tenía que negar lo que fuera que halla averiguado, sus hermanos eran su prioridad. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.