Podía mirar como nuestra antigua casa se iba alejando cada vez más por el camino, era como un recuerdo ya a los kilómetros. Pensar que no vería nunca más la casa donde crecí tan solo por una mudanza era algo melancólico pero era algo que debía aceptar.
Saque mis audífonos de mi mochila y los conecte a mi celular mientras colocaba una canción de David Bowie esperando que aquello alegrará mi día, no era el mayor fan, no sabía cada cosa que decía pero sabía que me gustaba y me bastaba para no investigar su vida completa. Siempre había pensado que el verdadero fan estaba en el que disfrutaba, sentía y comprendía el arte del artista, no en el que sabía toda su vida porque eso cualquiera lo puede estudiar.
—Evan —y ese momento sentí el audífono desprenderse por un jalón de mi oreja—. Hijo sabemos que te guste escuchar música pero sabes que no puedes hacerlo en volumen alto, afectara tus tímpanos.
Rodee los ojos y sin más me coloque a escuchar la música con un solo audífono así sabía que iba a tener un tímpano bueno a largo plazo, había cosas peores que tener una madre pediatra y un padre psicólogo, lo sé pero por ahora este era mi peor y nada lo iba a cambiar.
—Sabemos que es difícil para ti más cuando tienes catorce años, dejar este lugar es difícil y te entendemos, sufrirás cambios de humor, de rechazo hacia a ti mismo y es normal pero debes entender que debes luchar contra de eso.
—Papá... —él me miro por el retrovisor y espero a que hablará—. No soy uno de tus pacientes y te pido que no me trates como uno para eso está Bernice, mírala es un desastre en la universidad y ustedes no le dicen nada.
Ellos se quedaron callados, nunca entendí cuando decían que los papás protegían a sus hijas más que los hijos en este caso era a mí el que no dejaban siquiera dar un respiro agradable cuando estaban cerca.
—A tu hermana le va muy bien, gracias por recordarlo, Evan y no tienes derecho a hablarnos así, más respeto, señorito.
—Sí, mamá, seguro.
Fue lo que llegue a decir para sencillamente dejar de hablar de lo mismo que era ya algo normal, según ellos a Bernice le iba a bien pero a ella casi la expulsaban de nuevo, según mis padres por llegar borracha a clases y la verdad era que se había metido con un profesor, y la vieron, está versión es más segura porque viene de sus amigas, no tan amigas.
Desde ese momento no le presté mucha atención a lo que decían o sugerían cualquiera pensaría que es fácil ser hijo de un psicólogo, te ayuda con tus conquistas, con tus momentos de me quiero morir, pero no, en realidad era todos los días un nuevo problema que ni siquiera tenías debido a que tu expresión no era de total felicidad como ellos lo esperaban.
A partir de ese momento ya las casas se comenzaban a visualizar en toda la calle, los locales que había y a los que seguramente iba a ir. Ahora me quedaba unos largos años aquí al menos no conocía a nadie, o creo que en realidad esa es la peor parte, debería ser así ¿no?
—Baja, que ya llegamos y tienes que sacar tus cosas.
Ni siquiera me había dado cuenta que el auto se había detenido cuando vi que estábamos en frente de la nueva casa, si, como habrán visto el viaje no fue largo pero era lo suficiente como para hacer un cambio totalmente siendo de polo a polo.
Baje del auto tomando mi mochila y yendo a la parte trasera del auto tomando mi maleta, mi celular estaba en mi bolsillo, aún estaba escuchando música pero esta vez era Arctic Monkeys. Mire a mi alrededor por lo visto no había mucho ruido, y eso era agradable.
Entre a la casa luego de que abrieron la puerta y subí las escaleras para dirigirme a la habitación que habían elegido para mi desde el día que venimos a verla, deje mis maletas en un costado y viendo tan solo el colchón puesto, me tiré sobre este mientras miraba el techo.
—Que cliché es mi vida, necesito un amigo de verdad.
Y con eso me refería a un amigo, nunca había tenido y estaba consciente de ello debido a que las personas con las que me la pasaba anteriormente, era solo para bromear o pasar ratos y cuando hablo de personas; hablo exactamente de tres. Y había decidido cambiar eso cuando entrará al nuevo instituto.
7:00 PM.
Todo el jodido día me la pase saliendo y entrando a la casa, intentando llevar una cuarta parte de lo que era la decoración, los muebles y los cubiertos a través de eso me dí cuenta de lo adicta que era mamá a las decoraciones considerando una pene deforme en una esquina de la casa, pero en realidad nada iba tan mal para ser la hora. Ya que habíamos avanzando lo necesario, y ya era momento de cenar, la mejor parte de todo.
—Mañana comenzarás de una vez en el instituto no queremos hacerte esperar y perder tu tiempo estando en tu habitación escuchando música —habla mi papá mientras tomaba del arroz para llevarlo a su boca.
—Y Evan, eres nuestro hijo, nos preocupamos por ti... —esta vez era la voz de mi madre y su mano tomando la mía sobre la mesa—. Deberías intentar entrar en algún deporte, aprovechar que es un cambio.
—Claro, lo haré pero primero déjenme llegar al lugar y conocerlo un poco.
Les ofrecí una pequeña sonrisa y sin más me coloque a comer, arroz, ensalada y carne pensando en mis ganas de comer una pizza pero mi madre se negó dijo algo así como mucha grasa para nuestros corazones.
Y siempre era así, la comida en casa sin grasa excesiva, con vigilancia o aceite limpio era mucho mejor que comida chatarra.
—Terminé.
Me levanté mientras escuchaba las quejas de mi madre siguiéndome detrás diciendo que comerlo todo era necesario y saludable pero logré encerrarme en mi habitación comenzando a ordenar un poco, me asome por mi ventana logrando ver en la casa de al frente un balcón que daba justo con mi ventana con perfecta simetría.
Estaba mareado de tan solo pensar en como iniciar todo, en ir mañana a un nuevo instituto o tan solo tener que cambiar porque en el fondo deseaba hacerlo, deseaba ser todo lo contrario que en mi antiguo hogar y lo quería al menos intentar, solo este año, sin darse por vencido.