Las estrellas no se enamoran

4

S A W Y E R

—¿Por qué debería creer que es mío?—pregunto con diversión sintiendo de algún modo que la pregunta en si era un error.

Ella acorta las distancias y aún siendo más alto que ella clava sus ojos en los míos de forma retadora, como si quisiera intimidarme aunque estaba seguro que por su forma de actuar la que se sentía impotente era ella.

Pecas había vuelto después de todo.

—Supongo que quieres oírlo en voz alta, una insignia más para tu ego, era virgen, gilipollas—me ataca sin miramientos, yo trago saliva con fuerza. ¿Qué demonios era esta mierda? ¿Una jodida broma de los chicos? ¿Alguna especie de maleficio mal hecho? ¿El karma persiguiéndome?

—¿Qué es lo que quieres? ¿Piensas que voy a dejar mi carrera para hacer de tu niñero?—respondo yo alejándola de mi, ella se tropieza levemente con el cambio de altura y cae encima de la puerta de madera, yo avanzo hacia su cuerpo, y me detengo unos segundos aspirando su aroma. Ese maldito aroma de nuevo, impregna cada uno de mis sentidos, provocando de nuevo esa atracción que no me había dejado retomar mi rutina. Incluso creyendo el relato de este pequeño gremlin atractivo, no pienso sacrificar mi futuro por una desconocida y un ser del que no voy a tener nada que ver excepto la sangre.

En sus ojos la rabia se hace presente, estaba seguro que de poder morderme lo habría hecho. Intenta lanzarme un golpe pero tomo sus manos y las coloco encima de su cabeza, ella me mira asustada, de pronto su tacto me arde pero me resulta demasiado atrayente como para alejarme.

—Déjame ir—responde, sus mejillas arden de la furia o de la vergüenza, aunque con lo poco que la conocía tenía la certeza que era la mezcla de ambas, mientras tanto el gremlin intenta deshacerse de mi agarre—Sabía que esto era un error—añade evadiéndome la mirada desistiendo de forcejear conmigo, al menos se había dado cuenta de lo inútil que resultaba.

Finalmente la suelto, tomo su mentón clavando sus ojos asesinos en los míos que la miran curiosos, mi mirada baja pronto a sus labios, y maldigo a mini Sawyer por despertarse ahora con ella y en esa situación. Ella ve la perfecta oportunidad de mi cercanía para propinarle un buen golpe a mini Sawyer, suelto un grito que en ese mismo instante es capaz que hacer que medio vecindario abra las ventanas y los perros guardianes ladren desbordados alarmados por la injerencia.

Ella sale corriendo lejos de mi casa. Corre sin mirar atrás. Yo me llevo las manos a mis partes nobles sin entender muy bien la situación, el cómo habíamos pasado de cincuenta sombras de grey a barbie cascanueces en cuestión de segundos. Miro a caperucita azul desaparecer lejos con fuerza justo como había interrumpido en mi vida sin saber exactamente que hacer o decir. Era demasiado confuso pero se supone que en las pelis aquí es cuando ella cae derretida por mis encantos, la tomo en brazos y me la follo, justo como había hecho en mi imaginación, pero se ve que no. Que Pecas es distinta o que algunas mujeres son distintas.

Mi sorpresa se agranda al divisar el coche de mi mejor amigo observarnos des de lo lejos, él con los ojos como platos decide salir del coche, detrás de él viene su fan numero uno, Malena Olsen. Viene con su actitud de matona de Beverlly Hills, era una combinación peculiar. Aunque era obvio que por experiencia de Byron no querría tenerla de enemiga, era un perro de muy malas pulgas. Me doblego levemente ante el dolor.

—¿Estás bien?—pregunta él sin esconder la preocupación, yo aún retorciéndome de dolor interno hago mi mayor esfuerzo por ponerme recto.

—¡Cabrón, qué has hecho!—grita la rubia saltando encima de mi, pronto Byron la toma por la cintura, eso no hace que esta desista, patalea con fuerza y suelta insultos casi incomprensibles a oído humano de mala manera.

—Malena—intenta relajarla Byron provocando el efecto contrario.

—¿Se ha ido?—ni siquiera soy capaz de procesar mis palabras—¿No sabe que no hay nada a kilómetros excepto un río abandonado?—añado más para mi mismo que para ellos.

—Sí, subnormal, ¿Cómo esperas que actué una adolescente que se da cuenta de que se ha quedado embarazada de un polvo que ni siquiera recuerda?—pregunta ella mirándome con desagrado cuando Byron la deja en el suelo nuevo.

—¿Quedado embarazada?—lo último que necesitaba era ver a mi padre aparecer en medio de esa escena, lleva dos bolsas de comida, estas caen al suelo igual que su mandíbula—¿Qué cojones has hecho ahora, hijo de puta?—añade de mala manera como si de repente se hubiese convertido en un macarra de calle y no un millonario capaz de mover un país, me mira con desaprobación como siempre—Dios mío, no puedo creer que hayas caído tan bajo…

—Papá… Qué alegría verte—respondo con una sonrisa sarcastica—¿A qué debo tu visita?—añado intentando dejar ir el tema.

—¿Así que no vas a hacer nada por ella?—preguntan Malena y mi padre al unísono.

—¿Debería?—pregunto indiferente sabiendo que eso los cabrearía el doble—Ni siquiera la conozco, no es mi problema. Por mi que no lo tenga—añado encogiéndome de hombros mientras concluyo con una sonrisa ladina mirando a la rubia—¿Qué os pensabais? ¿Qué iba a salir corriendo detrás de ella?—me burlo—Soy Sawyer Reed, no corro detrás de las mujeres, ellas corren detrás de mi.

Concluyo mientras saco un cigarro de mi chaqueta tejana para poco después abrir la puerta de mi casa.

Malena me observa con asco, mi padre con decepción y Byron con rabia.

—¡Sawyer!—grita el castaño adelantándose a ellos.

 

—No me hinches los cojones, Hanz. ¿Quieres?—respondo sin si quiera encararlo para poco después cerrar la puerta—Hasta la próxima, papá—añado lo suficientemente fuerte como para escuchar un hijo de puta de parte de mi padre y ya nos veremos las caras antes de marcharse finalmente los tres.

Sin querer me veo acariciando la foto de mi madre, la tenía en la entrada, tan visible al ojo del mundo que nadie se había dado cuenta nunca de su existencia. Era mi pequeño secreto. Algo así como una debilidad si es que Sawyer Reed podía permitirse tener una debilidad.




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