Las estrellas no se enamoran

6

S A W Y E R

Lo último que quería era tener que encontrarme con mi agente con esas pintas, pero ahí estaba. Podía ver a través de su cabeza suave, sin un solo pelo, suave como el culito de un bebe, el reflejo de mi rostro, aún así decidí centrarme y mirarlo a la cara. No era momento para distracciones absurdas, mi cuello era lo que estaba en juego.

—¿Cómo ha sido esto posible?—preguntó él desesperado sin quitarse las gafas de sol aun estando en su despacho.

—N-

—No hables—respondió severo sin mirarme—De ti no me lo esperaba, podía soportar otro escandalo de drogas de Jerome, incluso que haya follado a mi mujer, otro feo de Kasem a alguna novia puesta por la discográfica, o que rechace a asistir a festivales, fiestas y otros acontecimientos importantes, otra metida de pata en público de Byron como desnudarse en medio de un concierto por usar polvos picantes y luego tener que borrar todas las fotos de su polla por ahí…—anunció él quitándose ahora sí las gafas de sol, apretando esos ojos chillones como si quisiera matarme con ellos, no puedo evitar dejar ir una sonrisa ladina al escuchar las hazañas de los cabrones de mis mejores amigos. Él me vuelve a fulminar con la mirada haciendo que mi expresión cambie—Pero de ti, de ti… De ti, jamás—repitió apartando su mirada de mi incrédulo como si no se lo hubiese esperado, como si estuviera realmente decepcionado.

—Ha sido obra de mi abuela—respondí encogiéndome de hombros.

—Arreglalo.

—No quiero morir—respondí casi de inmediato.

—Sawyer—gruñó con molestia, al parecer no entendía que el amor que le guardo a mi abuela es bastante mayor al miedo que pueda tener a un escandalo como este. Me conozco, conozco este mundillo, se que pronto será historia, la prensa encontrará otra cosa en la que distraerse.

—¿Qué quieres que haga?—pregunté sin mostrar ningún sentimiento, en verdad estaba igual o más cabreado que él. Nadie pone en jeque mi carrera ni mi futuro.

—Mira, tienes margen hasta que volvamos con en el nuevo disco, cuando la discográfica te traiga una sustituta de Colette, te inventaras algo o yo que se, pero esa niñita no te tiene que cegar, nos estamos jugando millones. Recuerd-

—Esa niñita se llama Pecas.

No puedo evitar interrumpirla de mala manera aunque en el fondo sabía que tenía razón. Que yo era el que estaba errado.

—¿Pecas?—preguntó confundido colocándose las gafas de nuevo como si ya hubiera arreglado el problema y por tanto diera por finalizada la conversación.

—Pecas.

—Pero si a penas tenía pecas en lo que he podido ver—afirmó él con verdadera sorpresa.

—No te importa a que pecas me refiero—gruñí prácticamente entre dientes, ni siquiera sabía porqué estaba sintiendo ese malestar.

—Sawyer, no cambies de tema. Venga, ¿Dónde está mi chico estrella?—preguntó él con una sonrisa sin mostrarme sus dientes, lo cuál agradecí probablemente al ser de oro brillarían más aún que su calva.

—Aquí, sigo aquí—afirmé.

—Ese es mi chico—sonríe colocándose sus gafas de Dior.

—¿Entonces no habrá boda?—pregunté en voz alta sin querer.

—¿Perdón?—preguntó él confundido.

—Digo que mi abuela ha anunciado la boda de aquí tres meses, y me dices que en tres meses deberé ya haberme deshecho de ella, eso implica que no habrá boda—explico saltándome la parte donde le cuento que está embarazada.

—Mírame a la cara, Sawyer—ordenó con énfasis quitándose las gafas de nuevo y clavándome sus escuálida mirada como si le fuera la vida en ello—Mírame bien—añadió con fuerza apretando los labios, finos y secos—Mírame a la cara, Sawyer—repitió como si no lo hubiera escuchado las dos primeras veces.

Frunzo el ceño confundido.

—Te estoy mirando, John—susurré de mala manera.

—Que m-

—Al grano—afirmé con desgana.

—¡Sawyer!—gimoteó frustrado ante el cambio de papeles.

—Mírame a la cara, Sawyer…Esta es la cara de un hombre que se parte el lomo por vuestra banda—afirmó él haciendo su peor mueca de dolor y pena.

Niego con burla.

—¿De qué te ríes?—pregunta él de inmediato.

—Que se parte el lomo por la banda porque es su trabajo, no cobras poco por tus servicios, el contrato q-

—¿Quieres hablar ahora del contrato? Creía que ya lo habíamos superado.

—El contrato que tenemos es más que generoso contigo y con la discográfica, mientras que para nosotros es una cárcel.

—Una cárcel que os ha llevado a la fama, además la próxima vez controla más al yonki que tenéis de amigo, así podríais negociar mejor, pero que yo sepa el contrato aún tiene vigencia hasta de aquí a nueve meses aproximadamente—afirmó él con desgana, gira con la silla dándome la espalda sin siquiera dejarme responderle a eso último.

Sin más remedio acabo reteniéndome a mi mismo y a mis demonios, me levanto de la mesa y salgo del despacho de cristal. Me coloco la capucha de mi sudadera, las gafas de sol, y espero a que el batallón, el sequito de periodistas que tenía asignado, les tengo tanto cariño que les he puesto ese apodo, llegué a filmarme.

Levanto la mano cuál miss universo saluda a sus fans mientras les sonrió dándoles mis mejores caras, primero mi lado izquierdo, luego el derecho. Algún que otro flash me deja ciego así que prefiero empezar a desfilar. Incluso siento un poco de pena por ellos, debieron estar sin dormir los muy desgraciados, en prácticamente unas horas han pasado de la rotura de Colette a mi matrimonio con una tal desconocida al que le debía agradecer que prefiriese mantenerse de momento en el anonimato. Aún así estoy seguro que no tardaran en encontrar hasta su grupo sanguíneo.

Sinceramente, siendo honesto no se como demonios saldremos de esta, a medida que van pasando las horas, en lugar de destensarse, parecen enredarse más los problemas, pero siendo honesto también ni se como hemos llegado a esto. Lo más relevante es que estoy hablando de hemos y no he, cosa que pocas veces pasaba, como vemos de nuevo creo rozar la locura.




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