Las estrellas no se enamoran

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A I L E E N

 

—¿Qué-demonios-ha-pasado?— preguntó Malena haciendo una pausa por cada palabra, la rubia me miraba igual o más confundida del que yo me encontraba.

— ¿Ya te has enterado?— respondo yo intentando acomodarme en el maldito sofá de los demonios, ella toma asiento en unA de las sillas de Sawyer para componer. Podría decirle algo pero ver la cara de ese cabrón enfadado es un regalo que me quiero dar.

— Pues claro, eres trending topic en twitter, Instagram no para de hablar de otra cosa, incluso en Facebook y ya sabes que nadie menor a treinta tacos usa esa red para cotilleos— añadió ella con desesperación.

— Me caso de aquí tres meses— afirmo en voz alta para poco después tragar saliva con fuerza— ¿Qué hay de mi madre? ¿Sabe algo?— añado con miedo.

— Le he dicho que te quedarás más días, he interpretado los gemidos y gruñidos como que ya le parece bien. Tu madre ni siquiera ha preguntado por ti, ha encontrado un ricachón que la tiene en las nubes en la app esa de ligues—me explica como si temiera lastimar mis sentimientos—Bigotitos ha desaparecido pero ya sabes que lo hace siempre, regresara cuando regreses, ya sabes que tu madre no lo trata precisamente bien—añadió intentando destensar la situación.

Yo tan solo asiento con la cabeza, no pasaba nada. No era nada nuevo, ya sabía que mi madre estaba como loca buscando a un hombre para que la mantuviera, ya hacía semanas que había dejado su trabajo en la fábrica de latas de anchoas, y un par de semanas des de que me echaran de la tienda donde solía trabajar unas horas, una multinacional de ropa, que por cierto nadie entendía que hacían en Bremen. La mayoría sigue comprando en el mercado local de los fines de semana, nadie quiere darle dinero a un desconocido. Además que los forasteros tenían mala fama.

—¿Estás bien?—pregunto finalmente la gran cuestión.

¿Estaba bien? Ni yo sabía responder la pregunta, de nuevo mis sentimientos fluctúan en querer correr lejos de todo, patalearme, patalear a Sawyer, querer desvanecerme y… Morir. Sí, he llegado a este punto en que una de las variables era morir.

¿En qué demonios había estado pensado al no abortarlo? ¿Quién me creo yo para mantener esto a flote? ¿Super-woman? Porque de algo estoy segura y es que el traje de Gal Gadgot no me cabrá de aquí tres meses ni aun menos los nueve meses que me esperan… ¿De verdad quiero seguir con esto? ¿De verdad quiero ser madre ahora?

—Lo suficientemente bien para alguien para mi estado—afirmo con rapidez no queriendo preocuparla.

Ella me mira con el ceño fruncido.

—Ese maldito rubiales, juro que me haré un cin-

Juro que me haré un cinturón con sus cojones… Esa sería la frase que iba a soltar mi mejor amiga, uno de sus grandes lemas y aunque por primera vez me resultara tentadora la propuesta debía mantener las cosas en un buen camino, o al menos un camino legal.

—Malena esto no es un fanfic de internet, esto es la vida real, lo único que estoy intentando es afrontar mis errores, no salir corriendo y abandonar a mi mujer como hizo mi padre ni quedarme a medias como mi madre—afirmo con fuerza interrumpiéndola.

En los ojos de la rubia veo como a poco a poco va contendiendo su rabia.

—¿Te vas a casar con él?—pregunto finalmente con seriedad.

—Dudo si quiera que vaya a aguatar un mes durmiendo entre discos, instrumentos, libretas y en este sofá del demonio—respondo sin esconder mi frustración.

—¡Lo ves!—afirmo ella con rabia—¡Tú dejame a mi, yo le doy una dosis de realidad a ese imbécil!—añadió con rabia—Él es el adulto y actúa como un niño, no puedo creerme que mi sobrino vaya a ser de ese homb-

—Mira matona de Beverlly Hills, si vas a invadir mi casa al menos respeta mi nombre y no me difames—espetó con rabia Sawyer apareciendo por la puerta. Al parecer había estado escuchando nuestra conversación un buen rato.

—Es un sábado por la mañana, puedo decir y hacer lo que se me venga en gana. Y si eres un gilipollas que no sabe tratar a mi amiga aún más—se encogió de hombros la rubia dedicándole una de sus peores miradas asesinas.

—Sawyer, deja de tocar las pelotas, ¿quieres?—respondo de mala manera mirándolo.

Él me mira con el ceño fruncido.

—He estado hablando con mi manager en una reunión urgente por lo sucedido—habla.

—¿Por qué me explicas eso?—exijo yo blanqueando los ojos cansada—Si te crees que esto es un sueño o un regalo para mi, estás bastantemente, por no decir completamente, equivocado—añadí.

Por su expresión, nariz hinchada y barbilla marcada, se que está cabreado.

—¡Uno intenta explicarte las cosas y lo tratas así!—grito el acercándose violentamente a mi.

Malena observa la escena con los ojos como platos.

—Retiro lo dicho creo que ya resolveréis las coas vosotros solitos—afirmó ella mirando hacia la puerta.

—¡No, quédate!—gritamos a la vez.

—No, de verdad, creo que…—hace una pausa mientras señala la puerta con mucho más determinación que antes—Ya sabes, el idiota de Byron estará esperándome para llevarme a Bremen, ya sabéis con su cara de idiota y todo eso, hablamos más tarde Aileen—añadió mientras empieza a caminar hacia la entrada sin esperar nuestra respuesta.

Finalmente nos quedamos solos y con tan solo milímetros de distancia, instantáneamente mi pecho empieza a latir con fuerza. Me odio por sentir tanta atracción por su cercanía pero no podía evitarlo, bastaba con que mi cuerpo supiera de su presencia para que saltaran todas las alarmas.

—Antes has dicho que tu padre os abandonó y tu madre es medio ausente y que por eso quieres hacer las cosas bien con…—hace una pausa buscando una palabra adecuada, finalmente suspira al no encontrarla—Todo esto—concluyó con disgusto.

—Sí, pero no es asunto tuyo. No quiero que me mires con pena ni nada de eso, estoy bien, no fue la fin del mund-




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