Las estrellas no se enamoran

20

S A W Y E R

Camina con su nuevo vestido de color lila, se ve hermosa. Le queda genial esta tonalidad, encaja con ella a la perfección. Tiene el aspecto de la mujer que probablemente me vaya a romper el corazón. Se ha recogido el pelo en una coleta alta y lleva unos zapatos planos a conjunto con el vestido. Me gusta porque he descubierto que su pelo al natural no es liso, sino rizado. Me deleito ante la idea de que algún día podré peinarlos con mis dedos, tenerla entre mis brazos para el resto de mid dias. A pesar de que su radiante rostro estuviera mostrando preocupación y tristeza. Una punzada de culpa no tarda en invadirme, no sabía qué había hecho ya pero al parecer seguramente ya era obra mía, nadie en su sano juicio osaría en perturbar a un ser inocente y puro excepto alguien carecente de lo primero, de lo segundo y lo tercero.

—¿Pasa algo?—pregunto, ella me mira por un par de segundos para volver a poner su mirada sobre un mueble de la entrada mientras se muerde una uña seria.

—Nada—musita mientras continua con su ritual.

—¿Segura?

—Sí—afirma ella con fuerza escupiendo la uña poco después.

Frunzo el ceño asqueado ante la escena. A saber que era lo que le estaba preocupando ahora a ese bicho raro.

—Adiós, abuela, pasalo bien—hablo lo suficientemente alto, al parecer eso provoca que ella me mire finalmente para luego mirar en dirección a la habitación de la abuela.

—Lo haré, cuidaos—responde ella des del baño haciendo que los ojos de Aileen se vuelvan a apagar, se lleva una mano al pecho como si estuviera debatiendo algo en su interior para finalmente caminar hacia la puerta.

Finalmente tomo mi cartera, las llaves y mi chaqueta tejana para seguirla.

—Parece que estamos condenados a quedarnos juntos—suspiro con fuerza mientras la miro, ella me mira con los ojos como platos incrédula ante mi comentario mientras cierra la puerta de mi casa como si ya fuese suya. Lo que no sabe es que pronto todo sería suyo incluso mi persona. Levanta las manos en el aire indignada para luego mirarme con furia, ya está enfadada, qué novedad. Tiene una extraña manía de enfadarse por todo. Lo peor de todo es que ni se de lo que se me acusa esta vez.

—Eres desesperante, no te das cuenta de nada—afirma ella dolida señalando hacia dentro de la casa, seguía sin entender su comentario ni su tristeza, de todas formas asiento en un intento de apaciguarla. Como era de esperarse, como cualquier cosa cuando se trata de Aileen sale mal—Podrías disimular un poco más, siento no ser ninguna de tus amantes—añade con rabia sin poder evitar arrugar la nariz al pronunciar la última parte, no se hace ni idea de cuan adorable me parece ese gesto suyo, pronto frunce los labios y luego los brazos, regalándome así el combo. Ahí estaba, una Aileen enfadada es decir una Pecas genuina, en estado puro, sí señor…Mi chica.

Finalmente continuo mi camino sin prestar mucha atención a su numero, eso parece indignarla más. Luego el infantil soy yo.

—¿Sabes conducir?—pregunto con una sonrisa ladina mientras pulso el botón del garaje para que este se abra, pronto lo hace dejando una cortina de polvo que hace que ambos acabemos tosiendo con dificultad al instante.

—N…—estornuda haciendo que en mis labios se formule una sonrisa burlona—No—finaliza mientras barre con las manos el aire en un intento de respirar aire limpio.

La miro sin esconder mi preocupación mientras con una mano acaricio el capó del coche, un maserati gran cabrio rojo que compré con el primer disco de la banda y que no he usado en los últimos años.

Noto sus ojos puestos en mi, supongo que estaba intentando descifrar mis pensamientos. Finalmente frunce el ceño sin entender resignándose a la idea.

—¿No sabes conducir?—pregunta ella la gran pregunta del millón.

—Soy más de caminar—respondo yo inmediatamente.

—¿Ósea que no sabes?—inquiere ella con burla en la voz.

Yo sonrío cabizbajo paseando la mirada por el modelo de alta gama mientras ella de nuevo intenta adivinar que es lo que pasa por mi cabeza.

—Es más complejo que eso, no toco un coche desde…—ni siquiera soy capaz de pronunciar las palabras, sacudo la cabeza ante la tormenta de recuerdos que se me vienen a la mente. Pero ya es tarde aparecen Jerome, Kasem, Byron y finalmente Eliot, también Keyla, coches, alcohol, los velocímetros al máximo, la adrenalina, las risas y la diversión, pronto también la sangre en el suelo, la desesperación, la incredulidad… John apareciendo poco después como si se tratara de un plan maquiavélico. De repente siento como si me faltara el aire en consecuencia.

—¿Des de qué…?—insiste ella al ver que no hay respuesta haciendo asi que el alma me vuelva al cuerpo.

La miro con seriedad mientras acorto distancias, paso mi mano por una de sus mejillas.

—Creo que si se conducir—susurra ella finalmente apartando la mirada mientras yo me pregunto si había conseguido intimidarla con tan solo mirarla.

Yo la miro con el ceño fruncido. Si ya me costaba subirme a un coche con mi padre de conductor o Byron, no tenía chofer por la misma razón, no quería ni imaginarme mi pánico al subirme en un coche con pecas, la misma mujer con la paciencia de un mosquito. Probablemente acabaría muriendo de todas formas fuese por su mala conducción o su mal carácter.

—¿Te ha bajado la inspiración divina ahora?—inquiero con sorpresa—Ya sabes, antes no sabías, estornuditos, y ahora sí—añado en un intento de que deje ir el asunto del coche.

—He dicho que se conducir, bueno aun no tengo el carnet, pero le hemos prometido a la abuela que haríamos todo lo que nos dijera—afirma ella con los ojos cerrados, parecía más un intento de convencerse a si misma que a mi. No estaba muy segura de sus actos lo cual solo me alertaba más.

—¿Ah sí?¿Cuando?—respondo confundido.

—Sawyer, dime que escondes—insiste de nuevo mirándome a los ojos.




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