Las estrellas no se enamoran

22

S A W Y E R

¿Sabéis esa que dicen que uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde? ¿Sí? ¡Y una mierda!

Me niego a que esa frase sea cierta.

Me niego a ser una hoja movida por la fuerza del viento.

Me niego a ser ese imbécil que es incapaz de quedarse con la chica.

Me niego a perder a pecas y sea lo que sea que este naciendo entre nosotros, me niego a conformarme con que ahora simplemente deba resignarme a no ver esos labios y brazos cruzados mirándome con desaprobación, creyéndose superiores a mi, un simple mortal. Me niego a tener que simplemente lidiar con que pueda perderla. Y como me niego a que todo eso pase, no pienso callarme. La única forma de poder amar es mostrarse vulnerable y por primera vez el miedo era menor a la necesidad de hacerlo. Por primera vez me importaba una mierda mi jodido ego con tal de poder hacer feliz a otra persona.

Arranco el coche con fuerza.

Cierro los ojos en el mismo instante en el que en mi mente pasan las jodidas fotos de la pesadilla que marcó mi vida.

 

 

( T R E S A Ñ O S A T R Á S )

 

 

—Jerome, no lo hagas tío—balbucee sin poder mantenerme de pie.

—Pero si estás más borracho que yo—afirmó él empujándome con burla—¿Qué pasa? ¿Qué te ha hecho ilu lo de los Backstreet Boys de Bremen?—añade con el mismo tono.

Habíamos llegado muy lejos, lo suficiente como para que un agente de una discográfica nos llamara y nos citara en un despacho en las afueras de la ciudad diciéndonos sobre los millones que ganaríamos.

Hacía relativamente poco tiempo atrás éramos desconocidos y ahora toda una banda que podría firmar un contrato de oro… La única pega es que ese hombre no era de fiar. Había mucho texto pequeño, Kasem no tardó en ver los trapicheos que planeaban hacer con nosotros.

Podíamos ser muchas cosas pero no unos desgraciados sin alma. Nos gustaba la música pero no a ese precio.

—Eres un capullo—le recrimino.

—¿Dónde está Byron?—pregunta él ignorándome bebiéndose el resto del contenido de la botella de vodka a palo seco. Asi era él…

Mi vista estaba gravemente distorsionada, igual que mi pulso, ni siquiera sabía si Jerome estaba ahí o por lo contrario era una mera ilusión óptica pero eso no me paró en mi tarea. Nos habíamos emborrachado en exceso.

—No teng-tengo ni idea—respondo yo intentando sujetarme en una pared.

—Combinar droga y alcohol no es buena idea—respondió él.

—Debemos llamar a Kasem y que venga a por nosotros, no podemos coger los coches asi—afirmo con prudencia.

—No me seas cagado—se ríe sin ganas.

—¿Estabais buscándome?—pregunta apareciendo entre los diferentes cuerpos moribundos de los adolescentes caídos en las esquinas bajo las luces neón.

—Sí, nos vamos—afirmo yo antes de perder el equilibrio y acabar sentado en una silla llena de vomito—Ni una palabra—les recrimino.

Aun así acaban riéndose a carcajada limpia.

—Creo que es la silla donde Megan ha vomitado—declaró finalmente Byron—Keyla no debe tardar en venir, ya sabéis cuando hay una carrera lo pesada que se pone, sobre todo cuando Jerome ha estado evitándola—añade él de mala manera mirando al rubio.

Este se encogió de hombros sin ganas.

Poco después apareció Keyla con un moratón en el ojo.

—¿Ha sido Levy?—la voz de Jerome suena lo suficientemente grave para intimidar incluso al peor de los monstruos.

Yo intento hablar pero los parpados me pesan. Maldita sea, no debí de haber hecho caso a estos idiotas.

Byron mira la escena con los ojos fuera de órbita.

—¿Qu-Quién es Levy?—pronuncio con dificultad yo intentando mantener mis ojos abiertos—¿Y cómo cojones ha sido capaz de pegar a Keyla?—añado sin poder salir de mi asombro.

Ella no esconde sus lagrimas y salta a los brazos de Jerome.

—Vamos a participar en la carrera de esta noche—concluyó él.

Byron mira la escena con entusiasmo mientras yo consigo levantarme y poco después acabo añadiendo al vomito de Megan mi marca personal. Debería haberme quedado con Kasem.

 

(***)

—¿Pasa algo?—pregunta ella sacándome de mis pensamientos.

Yo la miro de reojo intentando no perder la concentración, hacia tres años que no cogía un maldito coche… Bueno, para ser exactos faltaban diez meses para eso. Aunque no cambiaba el hecho de que necesitaba mantener mi cuerpo y mi mente lejos de mis recuerdos, había pasado el suficiente tiempo como para avanzar.

—Nada—respondo yo intentando esconder mi propia sorpresa al no habernos estrellado aun.

—Lo estás haciendo bien—afirmó ella con una sonrisa encantadora.

Ni siquiera podía hacerse una idea de cual eran mis demonios pero ahí estaba, sonriendo, mostrándome su apoyo… Era imposible que algún día pudiera hacerle daño adrede y no sentirme como el miserable que sería y sin morir en el acto. Pecas, el pequeño Gremlin, es algo demasiado adictivo para mi como para dejarlo pasar.

Con una mano tomo la suya y la coloco encima de la mía.

—Eres la garantía de que todo este marchando bien—afirmo sin apartar los ojos de la carretera.

—Sea lo que sea que este pasando por tu mente, Sawyer, no tienes porqué callarlo. Estoy esperando un hijo tuyo… ¿Hay alguna garantía mejor que eso?—añade ella con burla sin dejar su suave tacto y pequeño tacto alejarse de mi mano.

—Mi madre nos abandonó a mi padre y a mi, así que no se que decirte—respondo poco después encogiéndome de hombros.

Ella me mira seria unos segundos, aprieta poco después su mano contra mi mano.

—Mi padre nos abandonó a mi madre y a mi, así que yo si se que decirte—declaro ella con firmeza.

La miro de reojo intentando no perder el rumbo, a pesar de que poco a poco sentía la presión de los semáforos posarse despertando recuerdos que creí haber enterrado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.