S A W Y E R
—¿Sin despedida de soltero?—preguntó por quinta vez Jerome en esta hora, si contaramos las anteriores perderíamos la cuenta.
—Sí, Sawyer está enamorado, cabeza de melón, no le importa la despedida de soltero—le regaña Kasem.
—Pero si la despedida de soltero es lo más guay, no me jodas. ¿Dónde está melenitas y qué han hecho con él?—pregunta el rubio incrédulo mirando hacia todos como si esto le estuviera superando.
—Podéis dejar de hacer el gilipollas, no veis que está a punto de hacerse diarrea en los pantalones, ni siquiera le ha contado la boda a nuestro querido manager por miedo a que algo salga mal—niega con burla Byron mirandome como si estuviera gozando cada instante.
Lo único que puedo dedicarle es una mirada asesina mientras me muevo de un lado a otro inquieto en el altar que habíamos montado en el patio de ese castillo.
Tomo aire y dejo aire con fuerza cuando veo las damas de honor salir, poco después aparecen la madre de Malena y mi abuela yendose a sentar en una de las sillas que había colocadas. No dudan en sonreírme al verme mientras yo frunzo el ceño intentando devolverles la sonrisa.
—Tranquilo, Sawyer—susurra Kasem, se pasa una mano por sus gafas poco después.
Ese era Kasem, empático, ordenado y responsable.
Jerome no duda en colocar una palmada sobre mi hombro intentando calarme.
—Tío, ella está enamorada de ti, nada saldrá mal. Tú la quieres, ella te quiere, ya sabes, toda la vaina hermano, cuando hay dos personas que se quieren, nada puede frenarlas—afirma él poco después.
Byron niega con diversión.
—Ya has escuchado al poeta.
No puedo evitar sonreír ante mis mejores amigos, pocas veces conseguías vernos a todos con traje pero ahí estábamos, los cuatro pingüinos.
Aún recuerdo el día que nos conocimos, en una pelea de bar. Byron y yo nos escapamos de casa para colarnos en una discoteca, nos acabaron pillando esa misma noche, directamente en la entrada con nuestros documentos de identidad falsos. La cosa es que el sitio estaba al lado del puerto, en Bermen. Había una chica, Keyla se llamaba, por aquel entonces no la conocíamos. El caso es que cuatro hombres borrachos no entendieron el no, vimos a un empollón con gafas metiéndose en medio de ellos para ayudarla, pronto fuimos nosotros y la fiesta se hizo más grande, nos acabaron dando un palizón… Por suerte un yonki pasaba por ahí, decidió llamar a la poli. Vinieron ellos, por suerte nos salvaron y salvaron a la chica convirtiéndonos los cinco en mejores amigos.
Ahora ella está muerta, bueno está en coma pero por otra historia, mucho peor. Basta con que piense en esa noche para que el derrape de los coches, las risas, el alcohol y la fiesta vuelva a mi como una eterna pesadilla.
Acabo negando con la cabeza ante mi propio delirio. Observo con el corazón encogido hacia el camino de flores y la alfombra blanca que sale del edificio central del castillo y donde había estado Aileen toda esa mañana.
—Sawyer, y si vamos a la entrada a fumar un poco—afirma finalmente Jerome.
—No es mala idea, así te despejas un poco—añade Kasem con una sonrisa.
—Antes dejarme hablar con la abuela, podéis adelantaros—afirmo.
Ellos asienten obedeciendo y marchándose hacia la entrada.
—¿Y Aileen?—pregunto sin esconder mi nerviosismo cuando veo a mi abuela caminar hacia mi de la mano de la madre de Malena.
Dentro de lo que cabía, ella, su marido y su hija, era lo más parecido a la familia de Aileen que estaba ahí, no he visto aparecer al cerdo de Jax Hoffman. Seguramente ni siquiera se aparezca, ojalá sea así sería el mejor regalo para nosotros.
—Ella está dentro con Malena, quería quedarse unos minutos sola, tranquilo—afirmo la señora Olsen con una sonrisa mirando hacia la puerta por donde habían salido las damas de honor y ellas hacía unos segundos.
—Respira, estás guapísimo pero no tanto como ella—susurró la abuela poco después tosiendo.
No puedo no mostrar mi preocupación, me acerco a ella, ella asiente con la cabeza.
—Todo está bien, tranquilo—volvió a aclarar.
Finalmente decido obedecer e ir con mis amigos hacia la entrada del castillo, pronto empezamos a hablar sobre un nuevo ligue de Kasem, por más que él dijera que no era nada sus mejillas hirviendo lo delataban.
—¿Quién es la afortunada?—pregunta Byron con diversión.
—Se llama Nya, la conozco, estudia artes en la Universidad donde impartirá clases en Setiembre—aclara Jerome después de dar una calada a su cigarrillo sin borrar la sonrisa de su rostro.
—¿La conoces?—pregunta boquiabierto Kasem.
—No, tan solo sospechaba que fuera ella, gracias por afirmarlo—suelta el rubio con orgullo.
Él le dedica una mirada asesina al mismo instante.
Tomo aire con fuerza feliz ajeno a la tercera guerra mundial que estaba a punto de darse entre mis amigos.
Faltaba poco para que nuestra libertad fuera un hecho. Luego no habría más John, más chantajes, más problemas… The Midnight Eagles vería fin. Pero al fin y al cabo… Todo fin es inicio, ¿no? Solo debíamos resistir un poco más. Jamás me habría imaginado deseando esto, pero lo estaba haciendo.
Entonces, en medio de ese caos, Kasem y Jerome a punto de pasar a los puños, Byron intentando calmarlos, y yo en las nubes por mis nervios y delirios, aparece un coche saliendo a toda pastilla.
Mis ojos al igual que los de mis mejores amigos se salen de órbita en ese mismo instante.
—¿Habéis vist—quiso preguntar Jerome.
—Sí—concluyó Kasem con la misma expresión.
—¿Era Ailee—esta vez fue Byron el que intervino con la garganta seca prácticamente.
—Sí—respondí yo asintiendo sin dejarle terminar—Era Aileen marchándose con los Hoffman—añadí sin poder creerme lo que mis ojos veían.
—¿¡Aileen?!—volvemos a pronunciar mirándonos al mismo tiempo prácticamente en un grito.
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Editado: 07.04.2023