Las estrellas no se enamoran

31

A I L E E N

—Agradezco mucho la hospit-

—No es hospitalidad, es tu casa—se defendió el hombre prácticamente ofendido.

—Exacto—sonrió Jax.

—En ese caso quiero ir a ver a mi madre—solté sin más reparos.

—¿A tu madre?—preguntan al mismo tiempo como si les hubiera quedado en la garganta.

—Creo que Jax debería ir conmigo, es su madre y es lo justo después de tanta ausencia.

Observo como el señor Caleb Hoffman nos mira con seriedad.

Jax traga saliva con fuerza dejando su tenedor encima de la mesa.

—¿Qué pasa? ¿No quieres conocerla?—pregunto con sorpresa.

Honestamente yo también tendría miedo sobre todo cuando ya la conozco.

—papá es un ser peculiar con muchos matices—me encogí de hombros—No esperes que te llore pero tampoco que te haya olvidado—añado—Probablemente me quiera matar por no haberme puesto en contacto con ella…

—A tu madre le encanta el dinero—pronunció tajante Caleb.

Lo miro de mala manera.

—Ni te atrevas a insultarla, esa mujer de la que hablas es la que te ha criado la hija sola—añado con asco.

Poco después me levanto de la mesa.

—De todas formas tampoco estaba pidiendo permiso, voy a hacerlo con Jax o sin.

 

(***)

 

El taxi para en frente de lo que había sido mi hogar, la casa de las pesadillas, durante mucho tiempo… Tomo aire con fuerza y camino con firmeza.

Observo a Bigotitos en la puerta maullando, probablemente haya embarazado a todo el distrito. Deberíamos haberlo castrado, el único problema fue que simplemente no teníamos suficiente dinero.

Busqué una copia bajo el felpudo y entré a casa.

Para mi sorpresa no había nadie ahí, entonces lo adiviné. papá debía estar en el único sitio en el que podría estar un día en esa hora, uno de los peores antros de la ciudad.

 

(***)

 

—papá—la llamé arrastrándola fuera del antro, a pesar de la negativa de los hombres que habían estado rodeándola.

Ella sonríe mirando hacia arriba, la noche es estrellada a pesar de todo.

—¿papá?—repitió ella confundida.

—Te he dicho que no vinieras a este sitio, siempre acabas igual—respondí regañándola.

—Los hombres son todos iguales, es mentira que el amor no entiende de límites, claro que lo hace, los límites condicionan al amor…—respondió ella entre balbuceos mientras caminamos hacia el taxi que me había traído. Finalmente la meto y me siento a su lado, ella coloca su cabeza en mi hombro.

—Hoy te has pasado, ni siquiera has sido capaz de llegar a casa—refunfuñé.

—Hija, estoy haciendo esto por tu bien, Sawyer es como tu padre, te acabará abandonando por alguien de su estatus, te dará la patada, como todos los hombres, es mejor que le des la patada tú a él—afirmó ella riendo con ganas.

Frunzo el ceño sin entender sus comentarios. Sawyer no es como mi padre, me obligo a repetirme a mi misma.

—Piensas que no, pero lo sabes. Sabes que para Sawyer su mundo, su fama, lo es todo, cuando vea que la ha perdido por estar contigo, o te abandonara o estará contigo odiándote de por vida—respondió ella como si fuera obvio.

Intento ignorar sus palabras pero era mucho más que obvio que habían calado en mi, tanto que incluso llego a pensar que tiene razón.

—¿A dónde creéis que vais?—pregunto uno de los hombres de antes apareciendo por detrás.

Tomo aire con molestia, blanqueo los ojos con cansancio y le dedico mi peor cara de indiferencia.

—A ti que cojones te importa—respondo con desgana mientras intento guiar a papá lejos de ese infierno.

—Eres una maldita perra maleducada—gimió él con disgusto ante mi actitud.

—Aprende a lidiar con ello—respondí yo con frialdad sin si quiera pararme a encararlo. Tan solo continué mi camino como si ni siquiera nuestros caminos hubieran llegado jamás a cruzarse.

—No quiero, nunca lo hago—sonríe de forma maliciosa.

Las luces neón alumbran su barba, poco crecida y de forma inconsistente, tiene una marca de cuchillo en la ceja y una mirada de esas capaces de helar la sangre a cualquiera que no estuviera acostumbrada a codearse con hombres de la peor calaña. Cuando creces con una madre ausente aprendes a lidiar con todo, incluso no poder permitirte sentir miedo.

—Nos vas a dejar tranquilas o voy a llamar a la policía—declaro de mala manera.

Él ríe a carcajada limpia, pronto del antro salen más hombres. Todos van con chaquetas de cuero, tal vez debían ser miembros de su banda. En ese caso probablemente estuviéramos metidas en un buen lío.

—Tengo mis contactos—aclaré a viva voz de mala manera intentando que el pánico que estaba sintiendo no se fuera extendiendo—Thiago es buen amigo mío—añadí.

—Thiago ha muerto, ahora la zona es de Levy Moon—aclaró él con orgullo.

—A él también lo conozco—mentí.

El hombre vuelve a reír con ganas mientras mi madre se dispone a vomitar cerca. Siento una punzada en la barriga, el dolor va en aumento, pero lo único que puedo hacer es intentar controlar la situación incluso cuando todo parecía desbordarse.

—¿De qué te ríes?—pregunto yo intentando sonar segura.

—Que Levy Moon soy yo, preciosa—añade con falsa dulzura tomándome del brazo, intento apartar mi brazo de su agarre.

Veo poco después la figura de mi madre desplomarse en el suelo mientras el aire frío nocturno propio de los últimos días de verano es lo único que me hace sentir viva.

—Me da igual—gimoteó de mala manera.

—¡Suéltala!—la voz de Jax aparece en medio de la escena haciendo que mis ojos se posen en él, luego vuelvo la mirada en el resto de miembros.

—¿Y tu eres?—pregunta él con burla.

—Su hermano—añadió Jax con seguridad.

Tanta que siento una calidez embriagar mi pecho.

Un hermano… Y encima mayor. Había soñado durante tanto tiempo con una figura asi que tenerlo ahí a punto de dar la cara por mi se me hacía incluso surrealista. Ni siquiera se como debería sentirme al respecto.




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