Las Extrañas Historias de una Joven Hechicera.

A Strange Tale 1 - Capítulo I

—¿Alguna vez has confundido un sueño con la realidad? —poniendo sus brazos sobre el mostrador, preguntó Rebecca Keller. Yamir, su jefe, le miró con ambas cejas alzadas.

—Becky, ¿te estás drogando? —cuestionó alarmado.

—¡Claro que no! —Exclamó indignada—. Fue una simple pregunta.

—Tú y tus preguntas raras, siempre me sacan de mi base. ¿Y a qué se debió eso? ¿Volvieron tus sueños? ¿Esos raros que me contaste? —Cabizbaja ella cabeceó afirmando ante su pregunta—. Creí que ya los habías superado.

—Eso también pensé yo —respondió con un enorme suspiro mientras tomaba la escoba que había a su lado—, pero estas últimas semanas he tenido varios. Y por culpa de eso no duermo, Yamir.

—Eso me queda claro Becky. Tus siestas de cuarenta minutos en la trastienda te delatan —dijo mirándole seriamente. La chica alzó la vista frunciendo su ceño.

—Lo siento Yamir, pero es muy estresante y agotador.

—¿Te estresas por eso? ¡Ja! Y eso que tienes quince años, ahora imagínate cuando llegues a los veinticinco. Te querrás dar un tiro —comentó burlándose. Rebecca cambió el ceño por una expresión seria que Yamir notó—. Es una broma Becky, relájate.

—Ya lo sé. Tú y tus pésimas bromas —dijo mientras comenzaba a barrer uno de los pasillos del minisúper en donde trabajaba.

—¡Respeta mis bromas! Sabes que te puedo despedir, ¿eh?

—No, no lo harás —respondió con una enorme sonrisa mientras bailaba con la escoba y canturreaba—. No puedes vivir sin mí.

Yamir sonrió y Becky continuó limpiando el pasillo. Yamir posó su vista a la caja registradora y comenzó a contar las ganancias del día de ayer.

—¿Has hablado con tu madre con respecto a esos sueños?

—No —contestó cambiando su tono divertido por uno serio—. Mamá... últimamente está sufriendo una devastación moral muy fuerte. Comentarle lo de mis sueños, va a detonar la bomba de tiempo en la que se ha convertido.

—¿Por lo de tu abuela?

—Así es —respondió un tanto desanimada.

—¿Cómo sigue? —preguntó ansioso.

—El Alzheimer le ha empeorado en estos últimos meses. Hay vagos momentos en que nos recuerda, pero la mayoría...

—Es lo malo de esa enfermedad. Y lo peor, no hay solución.

—Gracias por recordármelo —mencionó sarcástica. Yamir se avergonzó por su comentario y siguió contando el efectivo. Rebecca suspiró y se dispuso a terminar de barrer cuando alzó la mirada al reloj detrás de Yamir—. Ya casi son las nueve.

Su jefe, curioso por su comentario, volteó la mirada hacia el reloj.

—Sí, ¿y?

— Acuérdate, hoy es miércoles. Y los miércoles, a las nueve de la mañana, es cuando te habla el señor de la calle Bleecker.

—¡Es verdad! —exclamó.

—Ya vez. ¿Qué harías sin mí? —Preguntó con la más enorme sonrisa y continuó barriendo—. ¿Quieres apostar lo que encargará hoy?

—¿Apostar? ¿Qué puedes apostar si te pago una miseria?

—Ja, ja —rio sarcástica—. Dinero no.

—¿Entonces?

—¿Qué te parece, si me das la salida temprano? —Yamir estremeció el rostro al oír esa propuesta—. Si adivino que pedirá, me das la salida. Si fallo, o él no pide algo de lo que te diga, me quedo horas extras —Yamir entre cerró los ojos mirando muy abstraído a su joven empleada, quien sonreía muy animosa y retadora a la vez—. Yamir, te quedan dos minutos —recordó desafiante.

—De acuerdo —dijo guardando el efectivo—, aceptó. Ahora dime, ¿qué es lo que el señor de la calle Bleecker pedirá?

Rebecca recargó la escoba sobre un estante y se acercó a Yamir, tomó una servilleta junto a una pluma y comenzó a escribir.

A menos de un minuto para que dieran las nueve, la joven chica terminó la lista y miró a su jefe con sus cejas tan alzadas que, sin exagerar, casi rozaban el nacimiento del cabello. El reloj marcó las nueve y el teléfono sonó, Yamir reaccionó y Rebecca tomó el aparato para contestar.

—Gracias por llamar a Yamir Store, le atiende Rebecca, ¿en qué puedo servirle? —contestó con su mueca retadora. Rebecca tomó la servilleta mientras hacia un leve movimiento de cabeza—. ¡Claro, lo anotó! —exclamó. Ella tomó la pluma y comenzó a marcar con una paloma a cada una de las cosas enlistadas.

Yamir observaba con preocupación la lista y cada vez que ella marcaba con una flecha. Acercándose al final de la lista, Becky hizo una pausa dramática cambiando por completo el semblante confiado por una enorme preocupación. Yamir sonrió de oreja a oreja.

—¡Perdiste! —exclamó en voz baja.

—¿Está seguro de que es todo, señor? —Preguntó sin tratar de sonar preocupada—. ¡¿Oh, algo más?! ¡Claro, dígame! —exclamó alegre volteando a mirar a su jefe para enseñarle la lengua y marcó lo último en la lista—. ¿Sería todo...? Perfecto señor, en un rato más llevamos su encargo. ¡Gracias por su compra y buen día!

Rebecca colgó el teléfono y miró a Yamir quien en su rostro se notaba la amargura por perder.

—¡Ja, en tu cara!

—Tuviste suerte, Becky —respondió amargo.

—No. Es solo que ya me aprendí lo que siempre pide —dijo al momento que jugueteaba con su cabello.

—Bien, chica lista, prepara lo que te pidió. ¿Va a ser el pago exacto o necesitas llevar cambio?

—Ya sabes, pago exacto —respondió mientras tomaba unas bolsas—. Qué curioso es ese señor, ¿no crees?

—No... ¿Por qué tu pregunta?

—Cada vez que voy, no salé de ese viejo edificio. Tengo que dejar las bolsas afuera y, además, él deja el efectivo sobre una maceta —Yamir alzó una de sus cejas y le miró—. Él nunca salé de ahí. Y hace que los rumores sobre esa casa de la calle Bleecker y él se hagan realidad.

—Bien has de saber, Becky, que nunca debes hacer caso de los rumores que diga la gente.

—Pero esos rumores existen desde que tengo uso de razón. "La casa embrujada de la calle Bleecker" —Mencionó mientras imitaba una voz fantasmal—. "La casa maldita de Greenwich Village..." suenan a títulos de cine de terror.



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En el texto hay: marvel, aventura fantasia accion magia, doctor strange

Editado: 23.05.2022

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