Las Extrañas Historias de una Joven Hechicera.

A Strange Tale 1 - Capítulo VI

Becky llegó a casa. El día de hoy había sido frustrante y lo último que quería saber era sobre problemas o cualquier otra situación que le sobre llevará a más estrés. Descubrió a su madre, en el pequeño comedor de la cocina, realizando ciertas cuentas y también notó como es que preparaba la cena para su abuela y ella.

—Ya llegué —saludó.

—Lo noté cariño —respondió—. ¿Cómo te fue?

—Horrible —dijo, mientras lanzaba su mochila al sillón—. ¿Y la abuela?

—Acabo de hacer que duerma, tal vez no te moleste un par de horas.

—Igual hay que cuidarla —en ello tomó asiento frente a su madre—. ¿Qué hay en la estufa?

—Preparo un spaghetti.

—Ok...

Greta le sonrió a su hija y retomó a lo suyo. Rebecca le observó severamente, su madre lucía tranquila, sin ningún tipo de preocupación como las que ella cargaba. Envidiaba la serenidad que su madre detonaba, sin embargo, también la detestaba. Becky sintió una ansiedad terrible, golpeteó con sus dedos la madera de la mesa y Greta, ante aquellos sonidos, alzó su mirada azul hacia su hija.

—¿Qué te pasa?

—¿Puedo preguntarte algo?

Greta arqueó una ceja, sin disimular su curiosidad.

—¿Si?

—¿Por qué te vez tan tranquila?

—¿Tranquila? —cuestionó admirada.

—Ajá. Siempre te veo tranquila mamá. ¿Cómo demonios le haces?

—¿Tranquila de qué?

—¡De lo que está pasando con la abuela! —Exclamó con cierta alteración—. ¿Cómo diablos le haces para lucir tranquila?

—Yo no estoy tranquila, Rebecca —dijo enojada—. ¿Por qué dices eso?

—Porque siempre te veo así, como estas ahora. Estas cocinando la cena y realizando las cuentas, sin pensar ni un minuto en la abuela.

—¡Por Dios, niña! —exclamó agotada—. ¿Qué demonios te puso hacer Yamir en la tienda para que vengas a desquitarte aquí? En primera, me vas a respetar porque soy tu madre. Y en segunda, yo no estoy tranquila. Todos los días pienso en que es lo que vamos hacer con la abuela, es por ello que extendí mis turnos hasta la noche, es por ello que me estoy matando cada día para poder ayudar a la abuela. Rebecca, no abras la boca por abrirla, si no sabes el sentir de otras de personas.

Ante las palabras de su madre, Rebecca le observó pasmada. Greta lanzó la pluma que llevaba y se alzó de su asiento para mirar el espagueti en la estufa. Becky sintió un vacío en su estómago, posó su mano en su vientre y quiso pensar que ese hueco era de hambre y no creado por sus emociones.

—Lo siento —habló, sin mirar a su madre—. Es solo que... siempre te veo tranquila y...

—Alguien tiene que estar sereno en esta casa. Y ese alguien soy yo. Becky —llamó con tono maternal—, sabes perfectamente que no me gusta que estés trabajando, pero sé que lo estás haciendo por la abuela y te lo apreció de corazón. En veces necesitas estar serena para no dejarte llevar por el estrés, ya que ello nos está consumiendo —Greta se acercó a su hija, posó sus dedos en su barbilla y le obligó a mirarle a los ojos—. Debemos seguir unidas, hija, por el bien de la abuela.

—Lo sé mamá, perdóname... es solo que, me gustaría tener tu serenidad. No me gusta sentir como si lo inevitable fuera a pasar.

Greta suspiró.

—Yo también lo siento Becky. Debes saber que si se pierde el control se pierde todo —Rebecca observó con ojos cristalinos a su madre, está le dio un beso en la frente y con una sonrisa procuró animar a su hija. Ella respondió con una falsa—. Ve a descansar, en lo que yo me voy. Lo necesitas.

Rebecca se mantuvo observando a su madre, ladeó su cabeza y se alzó de la silla para ir rumbo a su habitación.

Al llegar a su recinto Becky se tumbó en la cama dejando toda su cara sobre la almohada, y al sentir que le faltaba la respiración, se giró y quedó con la vista al opaco techo. Su mente comenzó a recordarle las palabras que su madre le había dicho: "Si se pierde el control, se pierde todo." Era probable que tuviera razón. No probable, tenía razón, era su madre y las madres nunca se equivocan. Llevó sus manos a su rostro y dejó escapar un largo y angustioso suspiro. A pesar de ello, Becky no comprendió porque se sentía así. Desde que su abuela había empeorado, ella aprendió a manejar el estrés, la ansiedad y cualquier emoción negativa que le rodeaba, sin embargo, hoy todo se había ido por la borda y la culpable de que sus emociones se turbaran había sido aquella mujer que le recibió en el hogar del Doctor Strange.

Aquella mujer de largos cabellos ondulados cafés, con una mirada peculiar y una sonrisa perturbadora, Becky no le tenía confianza. Esa mujer desprendía una mala vibra. Rebecca giró su cabeza y miró a un punto muerto en su habitación, aquel lugar era como si alguien se encontrara con en su habitación; ella suspiró y empezó hablar:

—Es como un sexto sentido —guardó silencio por uno momentos y siguió—: No lo sé, es mujer no traerá nada bueno para el Doctor Strange. Lo presiento, sin embargo, el me prohibió volver... ¿Qué debo hacer? Rebecca siguió mirando a la nada, paciente por una respuesta cuando su teléfono móvil vibró. Bajó su mirada al mandil que llevaba y apreció en el bolsillo el brillo del móvil, lo tomó y miró el montón de notificaciones que llegaban, gracias a conectar el móvil en automático en la red wifi. 

Becky quedó admirada de todo lo que aparecía en la pantalla, mensajes de los chats grupales que tenía con sus amigos del colegio, los mensajes de Messenger de cada amiga, las notificaciones de sus aplicaciones y un sinfín de cosas. Ella suspiró agotada y dejó el móvil en su mesita de noche, esperando a que las notificaciones pararan. Tomó la parte baja de su colchón y se enredó en él, se dio la media vuelta y buscó conciliarse un poco con el sueño, en lo que su madre se iba a trabajar. 

Rebecca cerró los ojos y agradeció el hecho que las notificaciones pararan, era increíble lo mucho que recibía en un solo día. Y mientras la joven se dejaba guiar al mundo de los sueños, escuchó como un mensaje de texto llegó a su móvil. Sorprendida por ese tono abrió sus ojos y se alzó de la cama, jamás recibía mensajes de texto, era demasiado raro cuando uno llegaba, y si lo hacía, solo podrían ser de su madre. Rebecca tomó el teléfono y empezó a buscar en el montón de notificaciones aquel mensaje. Al descubrirlo distinguió que el remitente era un numero de con un total de nueve ceros. No era conocido. Lo abrió y leyó su contenido: "Confía."



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En el texto hay: marvel, aventura fantasia accion magia, doctor strange

Editado: 23.05.2022

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