Las feas también podemos

capitulo 2

Leo se veía aún más guapo que cuando éramos adolescentes, los años le sentaron muy bien, vestía su atractivo cuerpo con un pantalón casual marrón claro y una camisa gris con las mangas dobladas. Sus hermosos ojos color miel y su encantadora sonrisa me hicieron recordar lo enamorada que estaba de él, pensaba que ese asunto estaba superado y que si algún día lo volvía a ver yo sería capaz de actuar como si fuera un simple amigo de la infancia, pero en ese momento, viéndolo junto a mí, mi corazón palpitaba muy rápidamente. Tal vez es porque no me sentía segura de mí misma y me daba un poco de miedo lo que pensara de mí al verme después de tanto tiempo y aunque me derretía por dentro traté de aparentar tranquilidad.

-¿Puedo saber que haces en una zona de juegos? ¿Tienes hijos? – me miró extrañado.

-No, no tengo, pero la niña con suerte de la que hablaba, la que está encestando pelotas, es hija de un amigo y le estoy ayudando a cuidarla.

-Qué casualidad, el niño con suerte que está junto a ella es mi hijo – me miró amigablemente con una ligera y hermosa sonrisa.

-¿De verdad? Por lo que me ha platicado Sofy de su sobrino pensé que sería más pequeño.

-Es que ella lo consiente mucho ¿Todavía son buenas amigas?

-Sí, todavía, la verdad es que no nos vemos muy seguido pero cuando se puede aprovechamos, de hecho hace rato comimos juntas – no creo conveniente decirle que mañana también nos veremos para ir al Tamessi a beber.

-Que bueno, me da gusto que mi hermana conserve sus amistades de la infancia – se hizo un pequeño silencio – ¿Y Audry como está? – me suponía que en cualquier momento me preguntaría por ella.

-Está bien, está viviendo en esta ciudad, ¿recuerdas el hotel de mis abuelos?

-Sí, me comentó Sofy que ahora es de ustedes.

-Sí, de hecho Audry está viviendo ahí.

-Que bien, ¿tú también vives ahí?

-No, bueno, casi todo el día estoy en el hotel pero estoy viviendo con mi mamá.

-¿En serio? yo me estoy quedando en la casa de mis padres – a cuatro cuadras de mi casa, no puede ser – Sofy quería que me quedara con ella aquí en su departamento pero no quiero espantar a sus novios – dijo en broma y reímos.

-¿Y vas a estar varios días por aquí?

-Pues aún no lo decido, verás, me separé hace seis meses y la mamá de Gian se lo trajo a vivir aquí, ya lo extrañaba mucho y ahora que lo veo tan grande, no quiero estar lejos de él.

-Ya me imagino – no sabía que más decirle y afortunadamente mi móvil comenzó a timbrar – discúlpame Leo, es el papá de Vale, debo contestar.

-Hola Jhoan, ¿ya vienes?

-Ya estoy estacionando el coche ¿En qué parte del centro comercial están?

-En la zona de juegos, aquí te esperamos – colgué y le hice una señal a Vale para que viniera a donde yo estaba.

El hijo de Leo se vino junto con ella y se sentaron en el espacio libre entre nosotros. Le dije a Vale que su papá ya estaba llegando y que se quedara conmigo porque no sabía si la llevaría a otro sitio.

-¿Por cierto de dónde se conocen? – Le pregunté a los pequeños.

-Vamos juntos al colegio – dijo Vale.

-Qué pequeño es el mundo – le dije a Leo, y los niños me miraron porque no comprendieron lo que acababa de decir.

En eso llegó Jhoan y Vale corrió a abrazarlo. La pequeña le dio un beso y él se acercó a saludarnos.

-Me salvaste la vida Issa – se agachó y me dio un beso en la mejilla.

-Es lo menos que puedo hacer por ti, por cierto te presento a un amigo, es el hermano Sofy.

-Leonardo Evans, mucho gusto.

-Igualmente, yo soy Jhoan Maldonado. – Se saludaron amistosamente.

Jhoan tiene 32 años, no es tan guapo cómo Leo, pero es un hombre atractivo, su cabello es negro ondulado, sus ojos también son negros, con unas pestañas rizadas que lo hacen ver muy tierno, además de que es un gran amigo.

- Por cierto Jhoan, Vale y el hijo de Leo van juntos al colegio.

-¿En serio? Que coincidencia, entonces tal vez nos veamos en otra ocasión Leonardo, les pido disculpas pero me queda poco tiempo para pasar con Valeria antes de llevarla con su madre.

-Descuida, me dio gusto conocerte – le dijo Leo.

-Nos vemos el lunes Issa y muchas gracias por cuidar a Valeria – se despidió de mí con otro beso en la mejilla, Vale tomó la bolsa con las cosas que le compré, también me dio un beso, se despidió de Alex y se marcharon.

-Yo también me tengo que ir Leo, me dio mucho gusto verte – intenté no fijar la mirada en sus hermosos ojos.

-A mí también me dio mucho gusto, espero que no sea la última vez que nos veamos.

-Pues cuando gustes puedes pasar al hotel a saludarnos, a Audry también le dará gusto verte – no sé porqué dije eso.

-Gracias Issa, lo tomaré en cuenta – me despedí con un beso en la mejilla de él y de su pequeño y me apresuré al estacionamiento por mi auto.

¿Qué rayos había sido todo eso? Mi corazón aún estaba acelerado, solo quería llegar a casa para darme un baño y dormir, sentí que este día había sido demasiado para mí sin imaginar que solo era el comienzo de un inesperado cambio en mi vida.

Cuando llegué a casa me di una ducha, me puse mi pijama y subí a la azotea a relajarme un poco, me recosté en mi sillón y me dispuse a leer un libro, elegí el primero que me pareció interesante y lo compré en formato electrónico, leí unas cuantas páginas pero mis pensamientos no me permitían concentrarme.

Decidí dejar la lectura para otra ocasión y bajé a mi habitación para intentar dormir un poco, aunque aún me sentía un poco nerviosa por lo que pasó, estaba ansiosa por divertirme aunque fuera un poco la siguiente noche.

No tardé mucho en quedarme dormida, sentí que no había pasado mucho tiempo pero cuando ví la hora en mi móvil no podía creer que eran las 11:30 a.m. nunca me había despertado tan tarde. Aún así no tenía mucho que hacer por el momento y me quedé acostada mirando perdidamente la lámpara del techo, como si estuviera teniendo pensamientos muy profundos, pero la verdad es que solo estaba tratando de convencerme de que no era imprudente darle un poco de emoción a mi vida.



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En el texto hay: humor, autoestima, romance

Editado: 21.09.2023

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