Las feas también podemos

capítulo 3

–Si no es mucha molestia, ¿podrían pasar a dejarme al Hotel? – habíamos acordado que nos quedaríamos en el departamento de Sofy pero supuse que Leo también se quedaría y no quería que me viera con la resaca que seguramente tendría por la mañana.

– ¿Estás segura? – preguntó Sofy.

–Sí, mañana voy por el coche.

–Está bien amiga, Leo vamos a dejar primero a Issa.

Leo condujo hacia el hotel y a los pocos minutos Naty y Sofy se quedaron dormidas pero yo solo recargué mi cabeza sobre el cristal de la ventanilla y cerré mis ojos durante un par de minutos, cuando los abrí pude darme cuenta que Leo me observaba por el retrovisor con un semblante bastante serio, así que los cerré nuevamente.

Me estaba quedando dormida cuando la camioneta se detuvo y se escuchó un click cuando se desactivaron los seguros. Abrí la puerta e intenté concentrarme para calcular la distancia hasta el piso ya que la camioneta era bastante alta y no quería caerme.

–Déjame ayudarte – Leo salió y me ayudó a bajar lanzándome una mirada de disgusto, tal vez porque le costaba creer que yo soy era la misma mujer con la que conversó por la tarde sobre la explotación infantil y obras de caridad.

–Gracias Leo, – suspiré – lamento que me veas así – me recargué en la puerta intentando equilibrarme y agaché un poco la cabeza porque de verdad me sentí avergonzada, si él no tenía una mala impresión de mí, creo que eso cambiaría.

–No te preocupes Issa, ustedes sabrán por qué hacen las cosas – también se recargó en la camioneta y me miró con sus hermosos ojos color miel, esos que me derriten al verlo aún después de doce años – no tengo derecho a juzgar. Solo que deben tener cuidado, si yo no hubiera venido tal vez se habrían ido con algún desconocido, sabes que hay mucha inseguridad y ya no se puede confiar en nadie, no soportaría que algo malo les pasara – me sorprendió cuando acarició tiernamente mi mentón como si yo fuera una chiquilla.

Tal vez por los efectos del alcohol no pude resistirme a abrazarlo y me recargué sobre su pecho, se me hizo un nudo en la garganta porque de verdad no tenía idea de lo estaba haciendo, esa noche me había divertido mucho pero en ese momento me sentí desorientada otra vez. Él también me abrazó y acarició mi espalda con una de sus manos, la sensación era muy reconfortante, pude sentir su respiración y el masculino aroma de su cuerpo penetró hasta mi subconsciente.

De pronto comencé a sentir náuseas y recordé que aún estaba ebria así que me separé de él antes de hacer alguna locura.

–Gracias Leo y discúlpame por favor si te incomodé.

–Tú no me incomodas Issa, espero que mañana te sientas mejor.

Suspiré y asentí con la cabeza, le di las gracias otra vez y me acompañó a la puerta del Hotel donde me despedí de él con un beso amistoso en la mejilla.

.............................

–Lo siento señorita Rivera, es fin de semana y ya no hay ninguna habitación disponible, si hubiéramos sabido que se quedaría aquí esta noche, le habríamos reservado una. – Me dijo apenada una de las recepcionistas. ¿De qué me sirve tener mi propio hotel si no puedo quedarme aquí cuando lo necesito?

–No te preocupes Annie, me quedaré en el sofá de mi oficina – no tengo otra opción ya que no quería despertar a Audry para quedarme en su habitación porque seguramente me interrogaría así que me quité los tacones y caminé lentamente para no caer.

Siempre llevaba conmigo las llaves de la oficina y acostumbraba dejar algunos cambios de ropa. Tenía mi propio baño, así que me dí una ducha y me puse lo más cómodo que encontré. Por fin me desvanecí en el sofá dispuesta a dormir consciente de la resaca que me esperaría por la mañana. Pero a los pocos minutos se escuchó un ruido fuerte en la cocina y me levanté rápidamente.

Abrí la puerta secundaria de mi oficina, esa que da a la cocina y vi a Jhoan agachado levantando unos sartenes del piso.

–¿Qué haces aquí a esta hora? – le dije y se levantó de un brinco mirándome como a un fantasma.

–Por Dios Issa, me matas de un infarto ¿Qué haces tú aquí? ¿Y qué te pasó? Tienes cara de mujer de 50 años con resaca. – me dijo sarcásticamente mientras se recuperaba del susto.

–Fui a un Club y creo que aún estoy ebria, ya no había habitaciones así que estaba tratando de dormir en el sofá ¿y tú? ¿No puedes ir a hacer ruido a otra parte? Se supone que debías irte a media noche.

–No tenía idea de que estabas aquí, me quedé a practicar algunas recetas para el nuevo menú ¿Quieres comer algo? Voy terminando de limpiar pero dejé algunos platillos preparados.

–Tengo mucho sueño, pero sí, sorpréndeme con tus experimentos. – Trajo un par de platillos y sirvió unos vasos con agua fría. Cenamos y platicamos un poco, le conté algunas de las cosas que me pasaron y Jhoan me habló sobre lo orgulloso que está de la pequeña Vale.

–¿Te vas a ir a casa a esta hora? – le pregunté.

–Tengo que confesarte algo Issa – me dijo sacando de su bolsillo una llave electrónica de las habitaciones del hotel. Hice un gesto de asombro y le arrebaté la tarjeta.

–No serías capaz Jhoan, ¿reservaste una habitación? y yo durmiendo en el sofá desgraciado – Lo dije en broma y reímos pero la verdad si me molestó un poco que lo haya hecho – ¿Que habitación es?

–La 502.

–¿En serio reservaste una de las mejore suites en un fin de semana concurrido Jhoan? – le reclamé.

–Si te hace sentir mejor mañana pagaré la reservación Issa – me dijo con un tono de enfado.

–No amigo, sabes que eso no es necesario, discúlpame porque ahorita no estoy en mis cinco sentidos y no sé ni lo que digo – le hice una carita de arrepentimiento y reímos.

–Te lo dije porque sabes que hay dos habitaciones en la suite y te iba a preguntar si quieres subir para que duermas en una cama ¿o prefieres dormir en el sofá? – Me miró esperando mi respuesta con una linda sonrisa.

–Está bien, me quedaré contigo, pero no intentes seducirme.



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En el texto hay: humor, autoestima, romance

Editado: 21.09.2023

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