Unas gotas de sangre cayeron sobre la tierra húmeda, una sombra caminaba con dificultad, era tambaleante, daba pasos temblorosos, la noche era fría y aquella joven con sus últimas fuerzas intentó llegar a un árbol cercano, pero su cuerpo no resistió más y se desplomó cayendo al suelo.
—necesito llegar...-
Su voz cansada y leve no se escuchaba, el silencio era sepulcral, movió su cuerpo arrastrándose en la tierra húmeda, pero ya no podía seguir, se quedó quieta y sus ojos comenzaron a cerrarse ¿Como había terminado en esta situación?, no podía recordar pero de algo estaba segura, moriría en aquel lugar, su corazón latía cada vez más lento sintió adormecimiento,cerrando sus ojos dejando su último aliento de vida, durante este tiempo el cerebro recrea lo que más importo en toda tu vida pero ella sólo recordó las palabras de alguien
"Tu eres mi motivación..., pero cómo podré seguir si tu te marchas!!"
Una lágrima rodó por su mejilla y se pregunto qué había hecho mal para merecer, está muerte en soledad, sus pensamientos se desvanecieron y una oscuridad invadió su visión, no se escuchaba nada tampoco había aire corriendo, hasta que una voz suave rompió el ambiente del lugar
—dime, si te dieran una oportunidad, qué cambiarias?-.
Ella intentó observar a la persona que le hablaba, pero no podía verlo.
—¿Quién eres tú?,¿dónde estoy?-
La voz cayó en brevedad para hacer presente una anciana, sus vestidos estaban desgastados además de que su rostro poseía las arrugas de la edad.
—Yo..., no soy nada ,y este lugar es donde descansan las almas de quienes murieron-
La joven se sorprendió y trato de mantener la calma
—¿Yo estoy muerta?
La anciana asintió y comenzó a caminar entre la oscuridad, el lugar era tenebroso así que la joven siguió a la anciana, las dos llegaron a una casucha, el techo era de paja y las paredes de madera, se veía en muy mal estado y la anciana la invitó a pasar, tenía una sonrisa cálida así que la joven pasó adentro, sus ojos se iluminaron al ver su interior, en las paredes habían crecido enredaderas y estás tenían maderas como peldaños, encima macetas de plantas con flores diferentes
—usted sembró todo esto?
La anciana asintió y con una voz suave.
-parece un sueño verdad, yo también pensé que no sería posible tener plantas aquí, pero todo es posible si uno es insistente- la señora le sirvió un té, ella agradeció y sólo tomó un poco, no sentía el sabor ni el aroma, sólo puso la tasa encima de esa pequeña mesita
—emm señora sobre lo que dijo...-.
La anciana levantó la mirada momentos antes de esta acción,ella había estado mirando una de sus flores, la joven tomó un poco de aire diciendo lo siguiente
—usted me preguntó sobre que haría si tuviera otra oportunidad verdad?
La anciana la observo y el silencio invadió la pequeña casita, hasta qué la anciana en tono suave habló
—niña tu quieres regresar? o quieres quedarte aquí...?
Ella pensó un momento las palabras de la anciana, habían cosas buenas sobre estar muerta, podía descansar y ya no tendría que preocuparse por la comida o un techo ,no estaba segura de su decisión y con un tono de voz calmado e indeciso dijo su respuesta
—No lo sé.
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La anciana la observó por un momento antes de salir al exterior. La joven, confundida, no sabía adónde se dirigía, pero decidió seguirla.
—¡Espere! -exclamó al salir tras ella.
Apenas cruzó la puerta, su rostro fue iluminado por una intensa luz blanca. Casi no podía ver. Se cubrió los ojos con la mano y caminó a tientas, buscando a la anciana. A unos pasos de distancia, la distinguió. Ella la esperaba con expresión serena.
—Esa luz te guiará de regreso -dijo con voz tranquila.
La joven se detuvo, desconcertada. No entendía por qué la ayudaba.
—¿Por qué me ayudas? -preguntó.
La anciana sonrió con dulzura.
—Sé que harás lo correcto esta vez...
Sin darle tiempo de responder, la empujó suavemente hacia la luz. La joven gritó mientras sentía cómo su cuerpo era arrastrado por una fuerza extraña. Caía, o al menos esa era la sensación, aunque no había viento ni suelo. Solo esa luz, envolviéndola por completo... hasta que desapareció.
Después de un tiempo indefinido, comenzó a sentir algo diferente. Su piel percibía calor. Sus dedos rozaban una superficie suave, casi peluda. Abrió los ojos lentamente. Sobre ella, un techo de madera.
—¿Dónde estoy...? -susurró.
Confusa, llevó una mano a la frente. No recordaba mucho. Buscó con la mirada algo familiar, algo que le diera contexto. Sobre una mesa en la esquina vio una pequeña jarra de plata. Se incorporó de un salto, la tomó y comprobó que tenía agua. No había vasos cerca, así que bebió directamente de la jarra. Al terminar, soltó un suspiro de alivio.
—Por fin... al menos ya no tengo sed. Me pregunto si aquí habrá un espejo...
Al dar un par de pasos, notó algo extraño: no sentía dolor. Se detuvo. Había muerto desangrada, lo recordaba... ¿por qué ahora no había heridas? Llevó una mano a su abdomen. Nada. Pero algo más le llamó la atención.
Tocó su pecho. No estaba. Lo que sintió era plano... y completamente diferente.
Corrió a buscar un espejo. Encontró uno pequeño y lo levantó frente a su rostro. Lo que vio la dejó sin aliento.
Un chico. Un niño, de no más de trece años, la miraba con ojos amarillos y cabello negro. Su piel era clara y sus facciones suaves.
—¿Qué...? -tocó su mejilla con los dedos-. ¿Cómo es posible?
Abrió la camisa con nerviosismo. Su piel era suave, pero estaba cubierta de moretones. Se la abrochó rápidamente, avergonzado.
—Y-yo no puedo ser un chico... esto no tiene sentido. ¿Cómo puedo haber vuelto a la vida... en otro cuerpo?
Volvió a mirarse en el espejo. Su rostro era bonito, casi andrógino.
—Bueno... al menos tengo una cara decente -murmuró-. Me pregunto si podría decir lo mismo de mi cuerpo...