Las flores azules de mi salvador

Capitulo 2

Tragó saliva, y sus ojos claros se giraron para ver quién le hablaba. Era un niño. Su ropa blanca brillaba con la luz del sol, y en su rostro había una expresión de confusión. Lixue soltó la piedra, aunque no había logrado moverla ni un poco.

—Yo... yo... sólo quería mover esta piedra porque... está en medio del camino, y alguien podría tropezar.

Su tono era nervioso sin saber por qué. Los dos niños se miraron por un momento antes de que el otro respondiera:

—Pero... no podrás moverla.

—¿Qué?

El niño dio unos pasos y se agachó junto a la piedra.

—Esta piedra es una decoración. No se puede mover porque está unida al suelo.

Lixue se quedó en silencio. Un calor incómodo le subió por el cuello hasta llegarle a las orejas. ¡Qué vergüenza! ¿Cómo no se había dado cuenta de que era solo una decoración?

El otro niño arqueó las cejas con ligera preocupación.

—¿Estás bien?

Lixue asintió, aunque su mirada estaba fija en el suelo. El silencio entre ambos se volvió algo incómodo, hasta que el otro volvió a hablar:

—¿Cuál es tu nombre?

Jugó con sus dedos por un instante, intentando recordar algún nombre. Y como un río fluyendo, uno vino a su mente.

—Lixue. ¿Y el tuyo?

El niño parpadeó varias veces, frunciendo ligeramente el ceño. Lixue no entendía por qué lo miraba de esa forma... ¿Acaso había dicho algo raro?

—Mi nombre es Wei Yanxian, pero puedes decirme Wei Yan… o solo Yan.

Lixue sonrió ligeramente y le extendió la mano.

—Es un gusto conocerte, Wei Yan.

—Lo mismo digo, Lixue. ¿Y para qué querías mover la piedra?

Sus ojos se cruzaron de nuevo. Lixue dudó un poco, pero el otro niño parecía alguien confiable. Así que suspiró levemente y señaló la ventana detrás de ellos.

—Bueno… yo quería ver qué hay detrás de esa ventana.

Wei Yan alzó la mirada. Sus cejas se elevaron, y sus ojos negros se abrieron con asombro.

—Ese salón es muy grande. ¿Estás seguro de que quieres mirar?

—Sí.

Ambos se acercaron a la ventana, pero incluso Wei Yan, que era un poco más alto, no alcanzaba a ver el interior. Se quedaron un momento en silencio, pensando. Entonces, Lixue tuvo una idea.

—Si me levantas un poco, tal vez alcance.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Aunque Wei Yan no se veía muy convencido, no se negó. Hizo un puente con las manos para ayudar a Lixue a subir. Con algo de esfuerzo, Lixue logró mirar por la ventana. Sus ojos dorados se abrieron con curiosidad: el salón era enorme, con pisos de madera. Dentro, había niños de su edad haciendo posturas extrañas, como si entrenaran algo. Entre ellos caminaba un hombre mayor con rostro serio que los observaba con atención.

—Li… Lixue —susurró Wei Yan con voz temblorosa—. Me duele la muñeca…

Lixue estaba tan concentrado que no respondió. Pero justo en ese momento, el maestro del salón lo miró. Un escalofrío recorrió su espalda.

—¡¿Quién está ahí?!

Lixue se soltó rápidamente, cayendo al suelo. Wei Yan lo ayudó a incorporarse, y ambos salieron corriendo hasta esconderse detrás de unos arbustos cercanos. Desde ahí, vieron al maestro asomarse, buscar alrededor y finalmente regresar al salón.

Wei Yan soltó un suspiro de alivio. Lixue se tocó la frente, y cuando ambos se miraron... comenzaron a reír.

Por un momento, Lixue pensó que tal vez no era tan malo haber regresado a la vida… aunque fuera como un niño y, para sorpresa suya, como un niño varón. Sentía algo que no recordaba desde hace mucho: la emoción de una nueva aventura.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.