Pasado
—¡Lamento que tenga que ser así!
—¿Así como?
—Que tú tengas que estar para los hombres del público.
Marlon me había dejado seguir sobré él. Su miembro encajaba a la perfección con mi alma y sus manos acariciaban la curva de mi culo. Habían pasado algunos segundos desde el orgasmo.
—¡No quiero!
—No puedo ayudarte. Aunque quisiera las cosas no fuesen así, no te convendría estar conmigo, soy un padrote.
—Pues, aunque no esté contigo, no me dejes estar al público.
Mis manos le acariciaron el pecho, era suave y me gustaba la sensación de poder tocarle. ¡Marlon fue esa chispa que me alentaba a disfrutar de las cosas malas de este lugar!
—No te prometo nada.
—¿Y entonces? ¿Me dejaras libre?
—¿Y a dónde irás? Sé que puedo sonar cruel, pero no tienes a nadie de tu familia cerca. Es más, ni siquiera sabemos quién era tú familia.
—Puedo intentar recordar de dónde es mi familia, sólo...
—¡Solo me tienes a mí!
Me quedé callada.
De pronto, había perdido la esperanza. Yo solo era una chica de quince años intentando jugar a ser adulta. Quería comprender muchas cosas que no me correspondían, cosas que no había buscado pero que al final, me habían dañado. ¿Era mi culpa estar aquí? ¿Él me estaba hablando con sinceridad?
—Mira. Yo sé que esto no te agrada en ningún sentido, pero no puedo dejarte ir. Si tú cumples con tu trabajo, o sea, tus deberes con el público, yo prometo darte protección y lo necesario.
—¿Protección?
Él quiso sentarse. La sensación de sus manos tocándome me hacía temblar en el buen sentido. Mis piernas seguían abiertas sobre su pelvis y su mirada se quedó petrificada en mí por algunos segundos. Su barba era perfecta y la forma en la que me hacía sentir, no podría explicarlo bien.
—Te cuidare. Nada malo te pasará. Después de todo, has sido de las mejores chicas que tengo. ¡Ahora eres toda una mujer! Una experta en lo que involucra el placer.
¿Cómo debería haberme sentido por su comentario? ¿Fue un halago? ¿Una ofensa?
—¿Quieres que me quedé?
—No quiero que te sientas obligada. Ve esto como un empleo. Claro, quizá no sea el lugar más agradable, pero al menos tienes este lugar y me tienes a mí.
—¿Te volveré a ver?
—Me temo que no. Y no porque no te quiera, es algo complicado.
—¿Complicado?
Su boca se acercó a mis labios y me obligó a guardar silencio con aquel beso. Fueron varios segundos, se sintió bien y después termino.
—Creo que es momento de que te vayas.
¿Qué pasaría conmigo? Me levanté de mi lugar, él se incorporó y comenzó a caminar hacía el sanitario. Ambos estábamos desnudos, no hacía frío y parecía ser que él me estaba despidiendo de su vida. Me vestí rápidamente, escuché que salía del baño, me giré a mirarle por algunos instantes y salí de su oficina.
¿Qué sentía Marlon por mí?
***
Presente
—¡Tu libro ya se está publicando!
Estábamos cenando.
—¿Cómo que se está publicando?
Su sonrisa me hizo arquear ambas cejas.
—¡Tu libro pronto verá la luz de sus lectores!
¿Eso iba a ocurrir? ¡Qué cosas tan bonitas iban a pasarme!
—¿Cuándo podré...?
—A finales de este mes.
—¿De verdad?
—Sí.
—Pues solo falta una semana para que sea fin de mes. ¿No es muy rápido?
—El dueño de la editorial es mi amigo. Así que me hará el enorme favor de darle prioridad a tu historia.
¡La historia de una prostituta en físico! ¿Te lo puedes creer?
—¡Muchas gracias! Esto no lo puedo creer. ¿Cómo se llama tu amigo?
—José.
—Me gustaría conocerlo y agradecerle por su ayuda.
—Él también te quiere conocer.
—¿Cuándo?
—Personalmente, me pidió que te llevará a su casa a fin de mes.
Me sentía muy emocionada. ¿Quién no lo estaría? Se trataba de mi libro, de mi vida y de mi alma.
En ese momento, el estar con Ángel me resultaba una necesidad y una calma profunda.
Un hombre joven, millonario, apuesto y muy sencillo; ese era el tipo de hombre qué nunca imaginé tener en mi vida. De forma repentina llegó a mi mundo y fue tanta su insistencia que le permití ayudarme en todo lo posible. ¡Yo no quería al principio! Al final, aún sigue ayudándome bastante. Si bien, él es un hombre de carácter gentil y agradable, podría decir que Ángel no depende del dinero, el dinero depende de Ángel, aunque, para ser sincera, su dinero es algo de lo que nunca presume.
Le he visto sin playera, sin pantalones, ropa interior cómoda y en la misma cama donde yo también dormiría. ¿Nos abrazamos? No del todo, los únicos abrazos fueron aquellos roces de piel que nos dábamos inconscientemente a la media noche.
Hemos sido en la cama, en la pista de baile, en su casa, hemos sido amigos; aunque sus sentimientos por mí a veces son diferentes. ¡Dice que está enamorado de la chica que soy y que yo le hago sentir bonito! ¿Te lo puedes creer? Mi intención nunca fue causar un efecto así en él.
De pronto se preocupa demasiado por mí, le dan celos cuando hablo con alguien más y hasta estoy segura de que él haría cualquier cosa por mantener alejado a cualquier hombre de mi vida. ¿De verdad me quiere?
¿Yo que siento por él? ¿Mis sentimientos han cambiado? Digamos que, si han cambiado, que le quiero un poco más que antes y de verdad que me gusta estar con él. Yo he seguido escribiendo acerca de cómo es que un hombre adinerado tiene como prioridad la sencillez en su vida. ¿Le gustará leer lo que yo escribo sobre su vida? ¿Qué sentirá a la hora de descubrir más a fondo mi perspectiva? ¿Mi escritura ha hecho que él se enamore más de mí?
Mi realidad es que no tengo miedo de mostrarme desnuda ante el papel y las letras. Escribir es un escape para mí. En las hojas puedo decir tantas cosas que me he obligado a no decir y no tengo miedo a que me juzguen cómo tonta.
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Editado: 19.01.2024