Las Gemas de Zira: El Rubí Protector.

Capitulo:1 El comienzo de todo.

Una fresca mañana de primavera. Eso justo era lo que se apreciaba a través de mi ventana, los parques llenos de espléndidos árboles, hermosas flores con aroma dulce, el canto de las aves y la brisa tranquilizadora del viento. Sin duda la mejor época del año. Lamentablemente en la ciudad no habían muchos lugares en los cuáles se pueda apreciar la belleza de esta estación.

Sin dilación alguna bajé las escaleras- después de estar lista- en dirección a la cocina donde me esperaba un plato de arepas bañadas en miel de maple y delicioso chocolate caliente.

¡Mi desayuno favorito!

Amaba a mi madre siempre me complacía.

-¡Buenos días!- exclamé feliz con una enorme sonrisa en mi rostro.

Mi padre apartó sus inquietantes ojos celestes del periódico y me devolvió la expresión alegre.

-Buen día pequeña-dio un sorbo a su humeante taza de café, retomando su atención a este.

-¿Dormiste bien linda?- pronunció mi madre con dulzura al mismo segundo que llevaba un bocado de panqueques a su boca.

Asentí lentamente a modo de respuesta y los observé con atención.

Papá era un hombre joven con tan solo 39 años tenía un aspecto de chico de 29 es increíble lo bien que había conservado, al igual él mamá era 2 años menor y parecía una joven adolescente con esa cabellera rubia por los hombros y cuerpo pequeño. Ambos era tan distintos a mi, tan pálidos que perfectamente podrían camuflarse con la tonalidad clara de la nieve, aveces me era difícil creer que soy su hija siendo tan contraria a ellos con mi piel morena y cabello negro.

Había llegado a considerar mi posible adopción, sin embargo, cada vez que mencionaba algo al respecto mi madre lo único que solía decir era que si soy así se debe a mi parentesco con mi difunta abuela, de ella no había absolutamente nada solo un collar el cual portaba siempre. Pese a eso trataba de convencerme de que era cierto, aunque lo dudará cientos de veces, no obstante, pensaba en la probabilidad del gen oculto y se podía decir que me calmaba talvez no un 100%, pero al menos un poco.

- ¿Qué te parece si después de clases vamos al cine?- papá rompió el silencioso.

- Fantástico, ¿Cuál película veremos?

- Que no sea de terror porfavor.

-Sí, recuerda que mamá tuvo pesadillas por toda una semana.

- Pero se está estrenando pacto infernal y...

- Lo siento cariño somos dos contra uno- sonrió.

- Está es la semana de los clásicos y adivina cuál película darán esta noche orgullo y prejuicio- mencioné sumamente emocionada.

- Eso no es justo, han leído ese libro y visto esa película cientos de veces.

-Nunca nos aburriremos de ver al Sr. Darcy.

- Soy mejor que él- habló con cierto aire arrogante.

-Sin comentarios- contesté haciendo un esfuerzo para no reír.

- Por supuesto cielo, eres el mejor Darcy actual- besó su mejilla.

Elevé mi vista al reloj dorado que colgaba en la pared de la cocina ya debía irme sí deseaba llegar a tiempo, di un último sorbo  al chocolate que ahora había pasado a estar tibio y me puse en pie pasando el dorso de mi mano por mis labios sin dejar rastro de ningún residuo de comida.

-Gracias por el desayuno mamá estuvo delicioso-cogí el bolso acercándome a ella para depositar un beso en su mejilla.

- Buscaré nuestras blusas del Sr. Darcy, no podemos ir sin ellas.

- Deberíamos conseguir una para papá, él es su verdadero fan- solté una carcajada al ver como ponía los ojos en blanco.

- Los quiero a ambos- besé el pómulo de mi padre para luego salir de mi casa escuchando su “nosotros también” ahogarse con el sonido de la puerta al cerrar.

¿Con padres así para que tener amigos?

Cómo había visto desde mi ventana el día era precioso, magnífico para ir caminando tranquilamente hasta la preparatoria mientras todo mi alrededor de opacaba con la música y que emanaba de mis audífonos. Una extraña sensación me invadió repentinamente, era un mal presentimiento eso hizo que me detuviera un minuto, sacudí mi cabeza intentando apartarlo de mi mente, ¿Qué malo podía pasar? Este parecía el comienzo de un día ordinario como los demás, nada fuera de lo normal sucederá, tomé una gran bocanada de aire para continuar mi rumbo.

Minutos más tarde me encontraba recorriendo los largos pasillos poblados de casilleros color rojo, con uno que otro adolescente recostado en ellos, apagué la música quitando los auriculares de mis orejas, en el instante que los guardé junto con mi reproductor en la mochila llevé mi atención al pizarrón de anuncios dónde se encontraba uno reciente, uno que sin duda había causado revuelo a más de un estudiante. El famoso baile de fin de curso, el tema de este año sería “bajo las estrellas” debí imaginar que sería algo tan cliché, para final de bloque solo faltaban tres semanas y el baile sería una semana después así que solo quedaban 22 días.




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