Tyler
—Fui un tonto. —digo pegandole al volante mientras me encuentro estacionado a unas cuadras de mi casa pensando en lo que acaba de pasar.
De solo recordar sus ojos llenos de lágrimas y la decepción plasmada en su rostro vuelvo a sentirme miserable por todo lo que le dije, no sé de dónde salió todo eso, bueno quizá sí, salió de la frustración conmigo mismo o quizá de los celos que me consumieron en el momento que la vi de la mano con ese chico o el ver como ella lo veía, simplemente sentí como todos esos sentimientos contenidos salían de mi de una forma desbordante que no pude evitarlo, y termine dañandola.
Rompí la promesa que le hice hace años, promesa que he tratado de cumplir aun contra mis propios sentimientos, aun en contra de eso que siempre he sentido por ella, eso que de niño no sabía qué era, eso que confirme el día del baile al que fuimos juntos y la vi con ese vestido que la hacía lucir deslumbrante, recuerdo que luego de ese baile me fui de viaje por una semana porque necesitaba asimilar lo que sentía y sobretodo ocultarlo. Ya que la sola idea de lastimarla o dejarla un dia me partía el corazón, lo mejor era siempre ser su mejor amigo, su hermano mayor era mi forma de protegerla, llegue al punto de salir con cuanta chica se me declarara con tal de alejar mis sentimientos por ella pero hoy me di cuenta que nada de eso funcionó y lo peor es que eso que tanto dije que jamas haria lo hice, la dañe al punto de hacerla llorar y ahora no se que hacer, no la quiero perder pero tambien se que con una sola disculpa no será suficiente para que no se vaya de mi vida.
Me quedo pensando qué hacer aproximadamente una hora en mi carro hasta que se me ocurre una idea, se que es tonta e infantil pero antes me funcionaba, bueno creo que jamás habíamos tenido una discusión tan grande pero aun así vale la pena intentarlo. Le escribo a mi mamá para preguntarle si Diana sigue en casa a lo cual me dice que se quedó dormida en el sofá luego de estar llorando por mucho tiempo lo cual hace que mi pecho arda y me apresuro al centro comercial más cercano para comprar lo que necesito.
Luego de diez minutos llego y empiezo a hacer compras casi compulsivas intentando tranquilizarme y repitiendo las palabras que debo de decirle cuando la vea, me siento tan nervioso jamás tuve tanto miedo de perderla. Luego de media hora y más de cinco tiendas visitadas me dirijo a mi carro con las manos llenas de bolsas las meto en el lado del copiloto, manejo lo más rápido que puedo para llegar a mi casa antes que ella despierte, lo cual es fácil pensando que cuando ella se queda dormida nunca duerme menos de tres horas, es así desde que tengo memoria, entro por la puerta de la cocina intentando no hacer mucho ruido y me encuentro a mi madre recostada en el desayunador con una taza de café, cuando me ve entrar ve las bolsas en mis manos y sonríe levantando una ceja.
—oh así de malo fue lo que hiciste. —me dije con una mirada juzgadora.
—¿Di te dijo algo? —pregunte nervioso, sabiendo que mi madre me mataría si se entera de lo que dije ya que ella más que nadie me ha enseñado a tratar bien a las mujeres y más si se trata de Di.
—No, solo entró hecha un desastre y al momento en el que la abrace empezó a llorar, pero no me dijo nada solo seguía llorando y cuando se quedó sin lágrimas se quedó dormida, pero ahora veo quien fue el culpable. —me respondió mi madre cruzándose de brazos.
—Lo se realmente fue malo lo que hice, así que necesito de tu ayuda. —le digo suplicante.
—Te ayudare porque eres mi hijo, pero también quiero que sepas que no está bien que la lastimes de esa manera, no se que fue lo que paso y si no me quieres decir está bien, pero recuerda que a quien amas no lastimas, y que para mi ambos son mis niños, recuerda que Diana te quiere mucho y tus acciones o palabras la hieren más de lo normal. —me dijo mi madre, no en un tono de regaño, ni reproche sino como un consejo. Ella siempre fue así, jamás hubo gritos o palabras hirientes, todo lo resolvía a través del diálogo, era por una de las tantas cosas por las cuales yo la admiraba.
—Si realmente estoy tan arrepentido y juro que no me volveré a comportar así, no sé que me pasó, pero prometo que de ahora en adelante mis emociones se quedarán a raya. —respondí mientras empezaba a sacar todas las cosas de las bolsas.
—Yo sí sé que fue lo que paso porque conozco a mi hijo pero dejare que tu te des cuenta solito. ¿Qué tienes planeado hacer? —me pregunto viendo todo lo que tenía encima del desayunador.
—Pues por el momento quiero poner todo esto en la mesa de centro que tenemos en la sala frente a ella. —dije repasando mi plan una y otra vez en mi mente.
—Está bien entonces empecemos a llevar las cosas, deja te ayudo. —dijo mi madre tomando gomitas, golosinas y algunas sopas coreanas.
—Pero con cuidado no quiero que se despierte. —dije un poco nervioso
—Ty hijo como si no conocieras a Diana ella no despierta hasta dentro de media hora. —dijo mi madre entre risas a lo cual rei en respuesta pues es algo que todos los que convivimos con Di sabemos.
—Lo sé pero no quiero arriesgarme. —le respondí tomando las bebidas, los chocolates, la nutella que tanto ama, un peluche y la sorpresa especial que tengo en una bolsa negra. Nos llevó alrededor de veinte minutos arreglar todo cuando ya estaba todo listo mi madre se fue a trabajar y mientras tanto yo me puse de rodillas frente a ella y le di play a la canción de un siglo sin ti, mentiras empezaba a cantar el coro, intentando no reírme pues esto es algo que hago desde pequeños, cuando encontramos esta canción. Recuerdo que la última vez que la cante fue cuando vi una serie sin ella y ella se molesto demasiado conmigo, ahora unos años después espero y me ayude para solucionar lo que hice.