Las Hermanas Curadoras era una organización que llevaba desde la época de Mesopotamia siendo el centro especializado en curación alrededor del globo, encargándose de cuidar toda criatura que tuviera contacto con el «sub-mundo». Regido específicamente por mujeres, era donde todos podían llegar en busca de curación.
Esto, obviamente, estaba oculto para los humanos que no tenían contacto alguno con el mundo del Éter. Si se supiera, lo más seguro es que hicieran fila en cada centro para curar gripes normales o heridas que la ciencia había sido capaz de resolver a través de las eras. Las Hermanas Curadoras se encargaban de casos más específicos, heridas hechas con Éter, accidentes por explosiones de alquimistas, o, ataques de criaturas.
Esto lo sabía Javier, claro está. Por esa razón le había indicado a Luis que lo llevara a ese lugar. Solo qué, cuando estuvo a punto de indicarle a su amigo la clase de lugar al que irían, su resistencia se agotó y se desmayó en el carro.
Recobró la conciencia cuando estaban entrando al centro, por la calle 19. Vio el celular de Luis, indicándoles a donde ir, solo mostraría el edificio de oficinas, pero Javier sabía cómo entrar.
Cuando llegaron, escuchó a Luis susurrando algo, hizo acopio de todas sus fuerzas y logró indicarle qué hacer. No supo si Luis le había entendido o no, pero cuando se dio cuenta ya estaban en el ascensor hacia abajo. Aquello lo alegró.
Mientras bajaban, Javier no podía creer la buena suerte que tenía con un amigo como Luis, y al mismo tiempo, tener tan mala suerte con el taller custodiado por un licántropo. Sus pensamientos iban del atraco a su padre, descansando en un hospital, esperando, o quizás ya no.
Sintió su cuerpo caer, la consciencia le permitió sentir cómo Luis lo tomaba, diciéndole que si se rompía dónde lo reponía. Aquello le permitió una sonrisa en sus labios, estaba delirando, preocupado. Lo último que alcanzó a pensar antes de desfallecer por completo, fue en lo peligroso que había sido dejar que Luis lo ayudara, y en sus padres, esperándolo, sin saber la verdad. ¿Moriría antes de decirles lo ocurrido?
«Dioses, no permitan que ocurra». Pensó, mientras se fundía en la oscuridad de la inconsciencia.
Editado: 21.11.2024