Las Hierbas Que Sanaron Al Angel

Capítulo 18: La Noche

Desperté, en medio de mi cocina, y los susurros llegaron a mi mente:

''Tusílago........''

¡Era la cura! ¡La medicina! 

Me levanté lo más rápido posible. Entendiendo que todavía seguía enfermo....Y ese era mi plan. 

Tomé un plato, y comencé a poner todos los ingredientes ahí.

''Tusílago........Caléndula.....Ortiga.....''

Todas eran hierbas......

''Miel.....''

Bueno, casi.

Recuerdo perfectamente como me nombró 11 tipo de hierbas y otros 2 ingredientes: Miel y agua. 

Puse todo en un caldero. Mezclandolo de la manera más rápida posible. Pero la enfermedad me debilitaba. Me dolía el brazo, pero continué. 

-¡Lo tengo! ¡L-LO TENGO!.-

Iba poniendo todo en frascos, pensaba en repartirlos a todo el mundo. Una vez listo, tuve que salir a llamar a Chelsea. Necesitaba ayuda, más que nunca. Tuve que ponerme la mascarilla para no contagiarle. 

Me dirigí a su hogar, y le golpeé la puerta como desesperado. Rápidamente ella abrió.

-¿Q-qué pasa Abraham?.-

-Por favor, ayúdame. Tengo la cura.-

-¿Q-qué?.-

-No hay tiempo para explicar, vamos.-

La tomé del brazo y la llevé a la tienda. Una vez dentro le mostré el panorama: Muchos frascos, y un caldero lleno de una mezcla.

-¿Estás seguro que es la cura?.-

-No, pero, ¿Perdemos algo por intentar?.- (Aparte del tiempo, claro.)

Chelsea no me siguió preguntando y continuó ayudándome a rellenar los frascos. Estuvimos así por una hora. Continuaba lo difícil: La entrega. 

Nos repartimos, Chelsea iba a ir a los distritos del este, y yo del oeste, entre ellos, la plazoleta. Una vez terminada la tarea, nos íbamos a encontrar en el palacio real. Aún recuerdo la cara de la gente cuando empezamos a repartir todo. Se aferraban a la fe que ese frasco que le daba era su salvación. Sus ojos lo demostraban. Se les iluminaba con solo pronunciar 'Cura'. Y así lo era. Mientras entregaba, la gente notaba como su fiebre disminuía. Las personas que aún faltaban se tiraban hacia mí, tratando de conseguir un frasco. Estaba ayudando....lo estaba haciendo....el plan se cumplía. Pasé por los distritos más pobres, y la historia se repetía. Todos estaban presentando mejorías a una velocidad impresionante. Unas plantas estaban salvando el día. 

Tosía dentro de la mascarilla. Me complicaba por el tema de la sangre. No podía dejar que eso me detuviera.

Pero lo logramos.....Se entregó todo. La gente comenzó a levantarse del suelo. Dejaron de escupir sangre, estaban agradecidos. Lloraban de felicidad mientras abrazaban a sus seres queridos; E incluso me invitaban a celebrar. Tuve que negarme. Se me agotaba el tiempo.

Faltaban hora para el anochecer, y Chelsea y yo por fin nos encontramos en el lugar que acordamos.

-¡Abraham!.- Corrió al verme y me abrazó fuertemente. 

Al separarse de mí, notó mi problema.

-¿Por qué sigues con mascarilla?....¿No te has tomado tu propio remedio?.. ¿Qué esperas?...Toma.- De su bolso, sacó el último frasco del remedio que tenía.

-No, Chelsea....Estaré bien. Créeme, las cosas tiene que seguir así.-

Antes de que Chelsea pudiera contestar, ahí estaban Zoe y Sigmund. Al verme, nada más corrieron a abrazarme.

-¡Nos tenías temiendo lo peor, pequeño herbólogo!.- Exclamó Zoe, se notaba que dejó ir la tensión que tenía en el cuerpo.

Sigmund me miró, y me quitó la mascarilla. Nos miramos por un buen rato. Mi rostro se notaba cansado, pero por suerte, no tenía sangre en mi cara. Todo había quedado en la mascarilla. 

-Querida, ven, demosle espacio.- Dijo Zoe a Chelsea. Ella asintió y las dos se alejaron.

-Yo.....lo lamento. Fui un imbécil. Te traté mal desde que llegué...Y me has tapado la boca, solo mira alrededor.....- Había mucha gente celebrando a las afueras del castillo. Tal como dije en un principio. La gente estaba feliz. Lo veía normal, por poco creían que iban a perder a sus seres queridos.- Has logrado sanar a todos...incluso sin mi ayuda..- Desvió la mirada, avergonzado. - Y no sé, quizás tienes razón y....-

No le respondí, solo le abracé, dejando caer unas lágrimas.

-Tranquilo, también fui un imbécil. Mis inseguridades me ganaron.-

Sigmund solo me correspondió el abrazo, también llorando un poco. Sin embargo, la emoción terminó luego.. Empecé a toser mucha sangre mientras me abrazaba, manchándole la camisa blanca que tenía.

-¡¿E-estás contagiado?!.- Dejó de abrazarme para mirar cuanta sangre escupí. -Abraham.....es demasiada sangre...¿¡No te has tomado tu propio remedio?!.-

No le contesté. El sol cayó, ya era hora. Era la noche. Un fuerte rayo salió de los cielos, impactando a solo unos pocos metros de nosotros. Era la bruja Krukut.

Me limpié la sangre de la boca, suspiré hondo. Y traté de soportar todos los síntomas que tenía. Acto seguido, me di la vuelta. Ahí estaba ella. La bruja de cabello rubio que le llegaba hasta los tobillos. La gente que estaba celebrando, ahora se fija en nosotros.

-Oh, ¡Fantástico! Todo Angulema está aquí....De verdad que me has hecho muy feliz, Abraham. Espero que hayan disfrutado las hierbas.-

Krukut, sin acercase a mí, solo alzó la mano.

-Creo que ya es hora mi niño.-

No dije nada, me hice el fuerte. Nuevamente. Caminé unos pasos hacia adelante. Aunque me detuve a medio camino para girarme y ver a Sigmund, Chelsea y a Zoe claramente confundidos. '¿Qué estaba pasando?' 'Si Abraham logró curar todo....¿Qué hace ella aquí?.-

-¡A-Abraham!, ¡Qué haces!......- Sigmund se trató de acercar a mí lentamente. -Krukut, ni que se te ocurra tocarle...-

Solté una lágrima, y antes de que me pudieran hacer algo, corrí hacia Sigmund, puse mis manos en sus mejillas y lo bese. Krukut, impaciente, hizo tronar los dedos y lo hizo: mi respiración se cortó, Sigmund trataba de recogerme con sus brazos mientras me caía, y lo único que logré soltar fue un 'Te amo', antes de cerrar los ojos, e irme.



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En el texto hay: lgbt, amor, brujeria

Editado: 04.04.2020

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