Las Hierbas Que Sanaron Al Angel

Capítulo 20 (Final Blanco): ''Vuelvo''

Abrí los ojos, y poco a poco pude sentirlo. El calor de Sigmund. El calor de sus brazos, de sus lágrimas que caen en mi cara. Volví. Volví porque amo, porque lo logré, porque quiero seguir aprendiendo a amar a la gente, a mi tierra, a mis hierbas, a evolucionar. Quizá no tenga un propósito de vida, tal como lo tenía antes. Pero todos los seres humanos tenemos uno. Si vuelvo a la vida, si el destino fue así, será porque aún hay más. Necesito seguir evolucionando, evitar mis inseguridades y miedos.....Tengo que aprender a amarme.

-Hola.....Volví...- Dije apenas pude levantar mi cabeza. Zoe, Sigmund y Chelsea comenzaron a llorar de felicidad y a abrazarme fuertemente. La gente en las afueras del castillo aplaudían, la celebración empezó. (Todo esto ignorando que seguía el cuerpo de Krukut al frente de nosotros)

La particularidad, es que su cuerpo, a pesar de estar muerta, comenzó a envejecer. Como si todos los corazones que haya comido con anterioridad desaparecieron. Pero lo importante, es que volvimos a la felicidad, a esa felicidad que tanto caracterizaba a Angulema.


 

¿Qué pasó después? Ay, mis queridos.

Me casé con Sigmund. Somos la prueba viviente del amor a primera vista, ¿No? Bueno, quizás no, porque recordemos que me empujó en la plazoleta. (Sí, aún no lo perdono) De ahí mantenemos una linda relación. Me pidió matrimonio nada más el día después de que todo haya terminado. Él abrió su tienda de medicina, yo y Chelsea continuamos con la mía. Zoe continuó gobernando, y como bien saben, es una de las mejores reinas que ha tenido Nevada. Los otros doctores, como Smithk, volvieron a Khizhor, para dar clases de medicinas, para evitar que algo así volviera a pasar. ¡Ah, claro! Y ahora usan hierbas.

-¡Qué buena historia señor Abraham!.- Me dijo el niño que tenía al frente.

-¡Sí! ¿Vamos a tener más historias?.-

-Me encantaría mis niños.....Pero me iré de Angulema por un tiempo.- Estaba en la plazoleta contándole la historia a varios niños, e incluso adolescentes. Todos interesados en lo que se conocería como 'La Pandemia de Angulema'.-

-¿A dónde irás señor Abraham?.-

-Bueno, iremos a...- Antes de que pudiera terminar, Sigmund apareció por detrás para continuar mi historia.

-¡Iremos a las islas Fukar!.- Continuó él. Se acercó a mí y me dio un beso rápido. Una sonrisa pintaba mi rostro.

-Sí, iremos a las islas Fukar, vamos a conocer un poco más sobre la familia Collins....-

Dos caballos se acercaron a la plazoleta, encima de uno estaba Zoe, y en otro Chelsea.

-Caballeros, sus caballos....- Dijo Chelsea con un tono burlesco. Zoe echó una risa y se bajó del animal.

-Los vamos a extrañar mucho, por favor vuelvan pronto.- Dijo Zoe antes de abrazarnos a los dos.

-¿Cómo viajarán a las islas con un caballo?.- Preguntó un niño.

-Primero tienen que viajar a la costa, pequeño. De ahí, tomarán un barco.- Respondió Zoe. El niño se impresionó por la respuesta, se notaba que faltaban clases de geografía en el reino.

Chelsea se acercó a nosotros y nos abrazó.

-¡Cuida de mi tienda, eh! Que en cualquier momento vuelvo.- Le dije mientras me abrazaba

Chelsea se rió. -Por supuesto, ¡eso hice casi siempre!.-

Alicia se acercó también y nos puso una botella llena de cerveza en nuestros bolsos.

-Invita la casa, por supuesto.- Ambos le sonreímos.

Acto seguido, nos subimos a nuestros respectivos caballos, tomamos nuestros bolsos, Sigmund y yo nos miramos fijamente y suspiramos. Era oficial; Nos íbamos.

-Los extrañaré mucho.- Afirmé.

-Hey, Abraham...- Interrumpió Sigmund, antes de que todos empezáramos a llorar.- hagamos una carrera, si sales primero de la ciudad, tú preparas la cena.- Acto seguido, partió con el caballo casi como si su vida dependiera de ello.

-¡Eh! ¡Eso es trampa!.- Antes de partir, miré a Zoe, Chelsea y a Alicia. .- Muchas....Gracias..- Ellas me sonrieron como respuesta.

Y así fue como con mi caballo partimos, la gente desde sus casas me gritaban '¡Buen viaje!' 'Te extrañaremos' y palabras que llenaban mi corazón. Hice algo bueno, ya no tenía miedo, evolucioné.

E incluso, ahí estaba Alejandro, despidiéndose de nosotros. Sano como una lechuga.

Mientras me iba, las palomas volaban, el sol brillaba como nunca, y eso me hizo pensar, si hice algo bueno una vez. Quién sabe.....Puede que en las Islas Fukar también. Además, con Sigmund a mi lado, nada podría pasarnos.
 

Fin.



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En el texto hay: lgbt, amor, brujeria

Editado: 04.04.2020

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