Las Jones.

8. Egoístas.

 

—Fue super divertido salir con ella

Pablo.

 

—Fue super divertido salir con ella. Nos dimos cuenta que tenemos mucho en común. Se veía muy femenina con esa ropa y tiene grandes cualidades, ama divertirse y nunca tuvimos un silencio incómodo.

Miro a Austin que me está contando lo que resultó ser su cita con Aitana, la verdad desde que la castaña le pidió salir se le ha visto de buen humor. Aunque también está que no por eso la ha puesto como prioridad, también se está conociendo con una tal Kanti, pero que está tiene mucho la fama de ser alguien que tiene bastantes cuentos con los hombres.

—Austin, te voy hacer sincero, esto que Aitana se haya de un momento a otro interesado en ti no me termina de cuadrar —hago una mueca, tengo dudas con respecto a todo.

—Pablo, si piensas que es alguna broma, lo dudo. Se sintió muy real —se sienta en mi cama y me mira—. Además, ¿qué otros motivos tendría? Nada se gana con hacerlo. Simplemente somos amigos.

Se escucha el sonido de la puerta y dejamos que pase, en esta se deja ver a un Santiago realmente enfadado, sus músculos se ven tensos y su rostro no es que se quede atrás.

—¿Qué te pasa? —pregunta Austin, confundido por la actitud de Santiago.

Este pasa sin decir nada y se sienta en mi escritorio.

—¿Te llamo Renata? —inquiero, ya que es por una de las razones que se le suele ver enfadado, pero niega con la cabeza.

—Salí con Sofía —Abro los ojos por la sorpresa.

—Te gustan menores, ¡Eh! — bromea Austin.

—No digas estupideces, pasa que cuando veníamos de la cafetería donde estaba teniendo tu cita con Aitana vimos algo raro —Austin se avergüenza un poco, pero nada para desconectarnos de lo importante.

— ¿Qué?

—Vimos a Mateo con alguien extraño, pero lo más raro fue que Mateo le pasó dinero y este le entregó un sobre amarillo. Al abrir el sobre su cara se desfiguró por completo, como si lo que hubiera visto tuviera algo que no esperaba ver.

Austin y yo nos miramos para ponernos a reír como locos. Santiago nos mira como si hubiéramos perdido la cabeza, pero si hay alguien aquí que perdió la cabeza fue él. Si lo que insinúa es que Mateo está en malos pasos es una gran mentira. El nerd de esta casa nunca sale, se la pasa leyendo esos libros en otro idioma —que por cierto todavía no entiendo como los aprendió—. Santiago debe haberse ideado una mala imagen de lo que sucedió.

— ¿Terminó el circo? — pregunta molesto, y ambos nos ponemos la mano en el estómago por el dolor que este provocó reírnos—. No es una broma, no me gusta el presentimiento que tengo. Creo que Mateo está en cosas raras y debemos como hermanos averiguar que es.

—Relájate un poco —le digo, subo y bajo mis brazos sin motivo—, Mateo no estaría en malos pasos, porque es la persona más correcta y estúpida que conozco —Él no responde nada, pero tampoco está de acuerdo conmigo.

— Yo opino que deberíamos seguirlo cuando salga de casa, de igual no es mucho que lo hace, es más nunca me enteré que hoy salió —Santiago afirma con respecto a la idea de Austin.

—Si, Sofía me dijo que si algo ellas nos ayudaban.

—No hay problema, entre más mejor —me levanto de la cama —. Así te das cuenta que Mateo solo le debieron hacer una mala broma, pero no algo como tu crees.

El tema queda así y el resto de la noche cada quien se la pasa en su habitación.

Ya a la hora de mi madre llegar del trabajo bajamos a cenar, ya la casa está perfectamente acomodada y se debe a que las vecinas ayudaron mucho en la decoración. Todos estamos callados y concentrados en el salmón que está en nuestro plato.

— ¿Por qué están tan apagados? —habla por fin mamá haciéndonos levantar la mirada —. Sé que muchas veces me quejo de los chistes malos de Austin y de Pablo, pero tampoco para que esto sea un velorio —Ambos la miramos mal.

— ¡Nuestros chistes son los mejores! —gruñimos ambos.

—Si, claro —rueda los ojos—. Ese de que: "Había una vez un pollito que alzó la pata y luego la otra y se cayó", no lo es —sentencia.

—Ese es uno de los mejores chistes que tenemos —agrega Austin. Todos en la mesa se ríen de Austin y yo.

—Si ven eso cambia —nos señala a los cuatro — Pese a que tú, Mateo, no suelas reir mucho, lo haces internamente de las patrañas de los enfermos que tienes de hermanos —esté sonríe un poco, pero no dice nada.

— ¿Cómo llevan estas semanas?

—Pues... — digo con una mueca.

—Empieza Santiago —pide mi mamá y este le aprieta la mano a modo de cariño.

—Bien, la universidad es agradable pese al montón de trabajo que me dejan y los chicos son muy buena onda.

—Y chicas... — sonríe con picardía mamá molestando.

—No, mamá —habla despacio—. Sigue Austin —Este lo mira con cara "Te hubieras callado"

—Estoy en el equipo de básquet y lo llevo bien.

—Hijo, ¿No querías estar en el de fútbol?

Ay si supieras querida madre...

Lo miro con diversión a lo que él se alarma, porque yo sé la razón por la que no se inscribió a ese sí no al otro.

—Nada importante —se encoje de hombros, restándole importancia.

—Vale, ¿y tú? —me señala con la cabeza.

—Estoy en la banda del colegio como uno de los cantantes, la verdad hay mucho talento y todos en lo que caben son con quienes se pueden trabajar.

—Me alegra —nos sonríe —, ¿tú Mateo?—No se porque razón todos resultamos viendo a Mateo bajo una atenta mirada, claro que menos mamá ya que ella no supo lo de Santiago nos dijo esta tarde de nuestro hermano.



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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