Las Jones.

14. La parrillada.

 

—Santiago, hijo

Santiago.

—Santiago, hijo... —gruñó boca abajo al escuchar la voz lejana de mi madre —. Deja de ser tan flojo, son las tres de la tarde.

—Mamá, me duelen los pies y la cabeza —me volteo de frente sin abrir los ojos.

—Llegaron muy tarde — abro los ojos y está sentada a la orilla de la cama—. Tus hermanos se levantaron de unos genios —menea la cabeza.

—Adolescentes.

—Tu si que fuiste un problema a esa edad —Me saca una risa ronca, por acordarme el alocado Santiago—. Amabas ir a fiestas, estar en casa ajenas —hace una mueca—. Bueno levántate, que nos invitaron a una comida donde los vecinos.

— ¿Luego qué celebran?

—Pues que Layla haya regresado, siempre tardo en venir y como con el trabajo que tenemos con Mark no habían podido hacerle nada, pues que mejor que hoy.

Ella se levanta y va hasta la puerta, antes de salir me tira un beso. Con pereza me levanto estirando mis brazos y el dolor de piernas viene. Ayer pese a que no se bailar, todos nos obligaron junto a Kyle a hacerlo. Lo único fue que entre todos podamos reírnos de nuestra falta de talento para ello.

Abro la puerta que me deja ir al balcón, allí el sol ya está más oculto. Escucho una risa y volteo a mi derecha y la veo hablando por teléfono. Con su cabello suelto hacia un lado por el viento que le pega. Tiene unos baggy los cuales le quedan apretados en la parte de las rodillas para abajo y en la parte de arriba es bastante ancho negro, con una blusa blanca y con unas pantuflas grises.

Paro mi revisión al ver que cuelga y se gira para toparse conmigo.

— ¡Ay por Dios! —se lleva una mano al pecho, lo cual me hace sacar una sonrisa —. Casi me matas del susto.

—Mira, que sea feo no es mi culpa—bromeo.

—Como si de verdad creyeras eso —se cruza de brazos, recostandose en la baranda—. ¿Te acabas de despertar?

—Si, ¿cómo lo sabes?

—Porque tienes los ojos lagañosos y tu cabello está despeinado —se encoge de hombros—. ¿Dormiste bien?

—Si, llegué molido y ahora solo es el dolor de pies —los alzo como si pudiera hacer algo.

—Puedes ponerte hielo. El frío ayuda a relajar, intentalo un rato y miras si mejoras —propone—Bueno, nos vemos en la cena —Sin verme más se va desapareciendo por su habitación.

Ni gracias le puedo decir.

Regreso a la habitación confundido y decido bañarme para la cena. Esta vez decido meterme a la bañera, ya que al dolerme tantos los pies es mejor, un buen baño. No se cuanto tiempo pasa, pero al salir los dedos de mis pies están arrugados. Me visto con unas bermudas rojas y un buzo blanco.

Bajo a la cocina donde me encuentro a Austin y Pablo rogándole a mi madre algo.

—Mamita, por favor —le dice Austin con las manos en oración—. Déjame no ir.

— ¿Me vas a decir por qué? —le pregunta mi madre de brazos cruzados y Austin baja sus manos rendido. —¿Tu? —se dirige a Pablo.

—Ayer besé a Aina. —agacha la cabeza con vergüenza.

—¿¡Qué!? —le pregunto atónito.

— ¡Te dije que no te metieras con ella! —Mi mamá le empieza a pegar palmadas en su hombro y Pablo se joroba para que no le pegue en la cara — ¿Te aprovechaste de ella? ¿La emborrachaste?

—¿Pero qué clase de hijo crees que tienes? —se para derecho e indignado.

—Uno que aprendió mucho de esta cosa —me señala y yo bufo.

—Es mi pasado —alego—. Y yo no tengo velas acá, entonces no me metas en esto, mamá.

—Para mí si tienes esas velas. Por tu culpa estos dos son tan desvergonzados —les pega a ambos y ellos se quejan—. Es que por Dios Santiago, te metiste con unas primas al mismo tiempo, ¿Te parece poco? — me encojo los hombros.

—Pues... —ella camina hasta donde estoy y se quita su zapato de uno de sus pies y me empieza a pegar en el hombro.

Yo me quito y ella me empieza a corretear, la verdad es que el zapato no tiene una suela que pega duro, pero es chistoso ver a mi madre brava. Es alguien que hasta que esté satisfecha con lo el mínimo castigo.

— ¡Degenerado! —me grita y yo pongo mis manos en sus hombros.

—Tranquilízate, no ves que después te salen arrugas —me rio y ella me vuelve a golpearme.

— ¡A todos los quiero listos en media hora! —grita, volteandose y regresar a la cocina—. ¡Esto aplica para ti Mateo!

— ¡Estoy enfermo! — escucho que grita desde el piso de arriba.

— ¡Si, claro! —ironiza mamá.

— ¿No pueden hablar sin gritar? —pregunta Pablo con las manos en sus oídos, mamá lo mira con diversión.

— ¡¡Aina!! —camina hasta una ventana que está en la sala y conecta con la sala de las vecinas—. ¡Aina! —Pablo corre hasta donde está mamá y le tapa la boca. —¿Así o más claro?

—Muy claro —le dice enojado Pablo y revisando que nadie se haya asomado.

Mi familia es bastante disfuncional.

***

— ¡Mateo! —grita mi madre desde la entrada, donde tanto Austin y Pablo están rogando para que se demore en bajar y retrasar la ida a la casa de al lado.

—¿Por qué no quieres ir? —pregunto. Austin me mira con su cara de santo.

—Puede que tal vez Aitana me beso ayer, pero unas horas después me besé a otra chica —Me llevo una mano a la frente, estos están igual o peor que yo a su edad.

—Tu estas loco.

—Mira no me juzgues que tu también te metiste con una primas, eso es todavía más loco —Se excusa, señalandome con burla.



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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