Las Jones.

28. La decepción, la traición mamá.


Pablo.

Que piensas cuando ves a tus vecinas en el cuarto de la chica que te gusta, todas pálidas. Sin mover sus bocas y yo sin saber qué pasó. Desde mi cortina y escondite las estoy observando todas cuatro tienen expresiones de miedo. Aunque Layla solo como de tristeza, la verdad no se como expresar lo que veo en ella. 

— ¿Qué haces? — pego un brinco y me llevo la mano al pecho.

— ¡Te volviste loco! — me quejo.

— Tu te volviste chismoso — se ríe y lo miro mal. 

Él se asoma y también divisa lo que pasa donde las vecinas. 

— ¿Será que no me aceptaron? — murmura y yo frunzo el ceño.

— ¿Por qué te tienen que aceptar? — él se pone rojo, es en este preciso momento donde me doy cuenta que algo está ocultado — Secuaz cuentame que no me has dicho — llevo una mano a mi barbilla — Has estado un tanto raro desde ayer, ¿Por qué?, ¿Qué hiciste y no se lo has dicho a tu hermano?

— Nada idiota — cuando se pone a la defensiva eso dice mucho en Austin. 

— ¡Austin! — grita mamá cortando mi interrogatorio, ambos nos vemos y salimos de la habitación.

No sin antes ver la ventana, donde solo veo a las tres Jones, sin su hermana mayor. 

Al llegar al primer piso, mi madre está parada en toda la sala. Mis hermanos salen de la cocina y estos días han sido algo tranquilos para nosotros, aunque claro no es como que seamos uña y mugre, no tampoco hasta allá, pero sí, sin tirarnos la mala. 

Todos observamos a mamá que tiene una sonrisa un tanto malvada y pícara.

— ¿Nos quieres dar la noticia, Austin? — todos lo volteamos a ver y él cierra los ojos. 

— ¿Quién te dijo?

— ¿Importa?

—Si... — mamá disfruta de la situación y nosotros tres no entendemos nada — Mamá por favor, se van a burlar de mi.

— Austin, quien no lo va hacer teniendo en cuenta quien eres — ella se ríe.

— Tengo novia — murmura.

— Lo sabemos, estás con esa niña de tu colegio — le recuerda Santiago — ¿Qué tiene eso de extraño y de gracioso?

— EsAitana — habla rápido y muy bajito que apenas alcanzamos a escuchar.

— Habla bien — lo reprende Mateo — Diles, es obvio que a la vez todos se lo esperaban. 

— Bueno... 

— ¡Es novio de Aitana! — lo interrumpe contenta mamá. Santiago y yo estamos sin saber que carajos paso este fin de semana que no estuvimos. 

— ¡Mamá! — ahí está el dramático de Austin.

— Mira Austin, es verdad y merecían saberlo, porque si no te dio pena decir que salías con esa muchachita, por qué decir que sales con Aitana. 

— ¡Nos ganamos un buen billete! — gritamos emocionados Santiago y yo. 

— Mamá paga — le extiende su mano y mamá hace una mueca.

— Se me olvidaba — saca de su bolsillo trasero dinero y lo cuenta para darnos a cada uno — Si ves porque eres el menos favorito, hijo mio, se supone que eras él último en traerme una nuera — se queja hacia Austin, quien la mira indignado. 

— Mira que ellos hubieran apostado esta bien, pero que mi madre lo haga — le da la espalda para irse al patio y él la sigue — La decepción, la traición mamá.

— ¡Oye!, pero dramático eres — se escuchan sus voces y sus peleas. 

— Quien se iba a imaginar que Austin sería el primero — Santiago se sienta y nosotros dos lo imitamos. 

— Técnicamente fuiste tú el primero — le recuerda Mateo, mientras toma un libro de un estante. Todos le pertenecen a él y un parte también a Santiago.

— Pues sí, es cierto. Solo falta ver quién de ustedes dos sigue. 

— De los tres, porque entras a la colada — le recuerda y nos quedamos en silencio. 

Yo me quedo en el teléfono, Mateo en su libro y Santiago estudiando los planos para su proyecto. Austin está ayudandole a mi madre a estar haciendo todo en el lavado. 

— ¿Cuándo tienen lo de la despedida de año? — pregunta Santiago. 

— En dos semanas — respondo. 

El timbre suena y nos saca a todos de lo que estamos haciendo, con una pereza y cansancio por el viaje abro la puerta y me encuentro con mi cuñada.

— Bienvenida cuñadita — la molesto.

— Ay, no me digas así — se queja como una pequeña niña — ¿Cómo te fue? — besa mi mejilla y pasa al salón. 

— Bien, tus abuelos son la locura en pasta — nos reímos. 

De verdad que el señor Damián y la señora Inés son un encanto, me dieron envidia, los abuelos por parte de papá son la amargura y son unos ogros. Pero por el contrario los señores bailaron como si fueran jóvenes, como si no tuvieran hijos y se les veía muy tiernos. Además el resto de familia es muy enérgica, sonríen a pesar de las pérdidas — Eso me explico Aina—.

— Son hermosos.

— ¡AUSTIN LLEGÓ MI CUÑADA Y TU NOVIA!

—¡Pablo — me pega en la frente — El vecindario no se tenía que enterar.  

— Ups — me encojo los hombros. 

Ella saluda a los chicos y a los segundos llega Austin diferente, hace una hora cuando se fue ayudar a mamá tenia el cabello muy desordenado, pero ahora lo tiene bien y algo húmedo.

— Deberías dejarte tu cabello normal, no queremos que Aina no vea tu yo interior — todos se parte de la risa y yo cierro los ojos. 

— Si claro, Aina — se burla Austin y todos ignoran que él que iba a molestar acá era yo. 

— Veo que tienes mucho a Aina en tu cabecita — se burla ahora ella. 

Bufo y me siento donde estaba antes, me llega un mensaje de Aina y disimuló la sonrisa que se forma. 

 Aina: Hola

Pablo: ¿Qué haces?

Aina: Analizando cosas de la vida, ¿Tu?

Pensando en cierta persona. 

No, Pablo.

Pablo: Acá que acabo de llegar tu gemela y la llame por tu nombre. 

Aina:  Pensé que nos sabías diferenciar. 



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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