Las Jones.

30. El karaoke.


Santiago.


— Mira lo que te traje — me pasa un sobre de los que dan en la panadería. No miro el contenido, pero si lo recibo.

Piensa en las palabras que le vas a decir y mandala para Nueva York.

— ¿Qué pretendes con esto? — preguntó cansado, no me esta siendo bien verla y que ella haga lo que quiera conmigo.

— Recuperarte — me lo dice tan segura, que le podría creer.

Pero es que ella no pierde el tiempo, mientras no esta conmigo esta con otros. Y para qué mentir soy celoso, entonces no me gusta compartir y menos si es con una considerable cantidad de hombre.

La estas llamando...

No, solo alguien coqueta, deja de ser así consciencia.

— Ya lo habíamos hablado y acordamos que tu por tu lado y yo por el mío.

— Tu lo acordaste.

— Tu aceptaste.

— Sabes que cuando yo digo que algo me pertenece. Es porque es así — echa su cabello café para atrás de sus hombros.

— Tengo que irme — me doy la vuelta y me toma de la muñeca

— No te vas a ir a ningún lado.

Me zafo de su agarre y no quiero ser grosero.

— No me busques mas, sigue con tu vida, porque por el momento en mis planes el que tu regreses no está disponible. Tengo otras prioridades.

Empiezo a caminar y sin voltear a verla.

— Es por lo que ahora eres bisexual.

Matenmen.

— Tal vez.

— A mi nunca me importo lo que decías, pero si lo que yo decía. Entonces metete algo en la cabeza Santiago, yo soy la que dice cuando se acaba esto —dejó de caminar pero sin moverme para otra dirección

— Se acabó hace cuatro meses.

— ¿Seguro? — escucho como camina y siento su mano en mi hombro, me gira y me toma de la cara, estampa sus labios a los míos.

No la alejó pero a comparación de beso de ayer, este me provoca asco. Lo hace porque me creen un imbécil y lo soy, ¿Qué tengo que hacer para que se aleje?

¿Qué tengo que hacer para enamorarme de alguien que valga la pena?

La separo con cuidado, pero esta vez con el enfado y asco para ella.

— No me provocas nada — se queda aturdida y me voy dando largos pasos. Tiro la basura el sobre que me dio.

Salgo y me siento frustrado, no puedo y no debo seguir de esta manera. Tengo que ir a la sede de los vinos, pero no me siento en disposición de ir. Me siento cansado y eso que todavía me falta unas buenas horas para terminar con mi día.

Hoy es el día en que mis hermanos están en la despedida de receso escolar y en un mes se acaba el año y yo todavía lidiando con el mismo problema de siempre.

— Espero que todo salga bien... Las quiero... ¡Con toda! — me giro de espalda al reconocer la voz y Iveth viene con un sonrisa en su cara, está viendo su teléfono que no se da cuenta que estoy y choca conmigo.

— Auch — se soba su cabeza y levanta sus bellos ojos para verme a mí, sonrió y ella también.

— Se te hace costumbre ir por la vida con el imán para caer al piso.

— Sí, pero también siempre me encuentro a mi sexy vecino y hay esta mi solución.

— ¿Sexy? — pregunto con diversión, pero sin perder el echo que dijo eso de mí.

— ¿Quién dijo eso? — se hace la desentendida y niego con la cabeza — David, me dijo que tenías que irlo a ver a su oficina por lo del proyecto — mira su reloj en su muñeca — Y según yo, deberías estar allá en cinco minutos.

Abro los ojos grande, sacó mi teléfono del bolsillo trasero y lo reviso. Efectivamente tengo cinco minutos.

— Ahora esa jefa que tengo si va hacer más exigente — empezamos a caminar lo que queda para llegar al estacionamiento.

— ¿Jefa?

— Si, tu familiar misterioso — ella me mira con diversión — A ver quién sea que maneje la empresa es una exigente, pide tanto. Y yo estoy dispuesto a entregarle eso en la inauguración del nuevo vino, pero se nota que es muy perfeccionista, cosa que me molesta por todo lo que pide. Específico que tiene que ir unos muros en el salón, qué porque en esa parte se va a dibujar no se que — llegamos y ella no pierde su sonrisa.

— Que no te escuche diciendo eso, te despide — se ríe y camina hasta su carro.

Me subo al mío y lo enciendo, salgo con cuidado de no chocar con alguno y empiezo a manejar a la empresa. Por el espejo retrovisor veo que Iveth viene detrás mío y con los manos libres la llamó. Ella contesta casi al instante.

— No debes llamar mientras conduce — eso es lo primero que dice.

— Ni tú contestar — giro a la derecha para tomar otra vía y ella también — ¿Ahora me sigues?

— Mateo si decía que eras, él que le hacía competencia a Austin con el ego — abro los ojos y volteo a verla asombrado — ¡Ojos al frente Santiago!

Me volteo y me rio por su regaño.

— Ya mamá.

— No es una broma, no había necesidad que voltearas. En esos segundos algo podría haber pasado.

— Gracias — respondo y me siento como un niño regañado, pero se que lo hace porque de verdad le preocupa

— ¿Cómo vas con tu ex?

— ¿Nos viste?

— Iba bajando las escaleras y ustedes justo estaban al frente. Preferí dar la vuelta, no queríamos drama el día de hoy.

— Te lo agradezco, eso que las mujeres se golpeen y se agarre del cabello no es muy cómodo para un hombre, o por lo menos para mi no. — me rio recordando cuando separaba a Renata de muchas peleas — Sufre más uno, que las que se están peleando.

— Que difícil ser hombre— dice sarcásticamente.

— Sofía ayer me contó que se encontró con tu exnovio — lo pronunció con algo de pesadez.

— Si, por ahí anda.

— ¿Y cómo vas con eso?

— No me quita el sueño, vuelvo y digo no es tan loco como la tuya — su voz ahora es un poco más seria — Ya terminamos hace tres años y tanto él como yo, terminamos de acuerdo.

— O sea que el ex no es peligroso.



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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