Las Jones.

34. ¡Viva mi ser!


Austin.

Hijos de puta.

Es mi pensamiento al ver cómo tiene su brazo lastimado y ellos tres asustados al vernos. Un enojo recorre todo mi cuerpo y es un del cual saldrán malos resultados.

— ¡Maldito bastardo! — corro hasta tomar del cuello a Armando

¿Cómo son capaces de hacer esto?

— ¡Aitana! — escucho que grita Pablo con el desconocido auxiliando a Aitana, se que debería estar haciendo eso, pero tengo rabia con este hijo de su madre.

 — ¡Ustedes tres se van arrepentir de esto! — dice el desconocido. 

—  ¡Suéltame! —  me escupe con rabia y trata de safarse, pero antes aprieto más mi agarre.

— ¿Qué te hizo? — pregunto dentro de dientes — ¡Responde!

— ¡Ese hija de puta es la culpable de la muerte de mi hermano! ¡Es que ves ahí sangrado en los brazos, es la misma culpable! —  señala a Aitana y los otros dos sujetos son custodiados por ellos dos. 

Antes que Armando lo vea venir le pegó un puño en toda su cara, él se tambalea un poco lejos y ya sin tener control de mi cuerpo lo tumbó al suelo, me subo encima de él y empiezo a proporcionarle golpes. 

— ¡ELLA NO HIZO NADA DE ESO! ¡No tenías ningún derecho a lastimarla! —  dos golpes más y iba por el tercero, pero ya escuchó gritos y como se alejan de él. 

— ¡Basta chico! —  escucho que me dice el desconocido — Tana está muy asustada, no le sirve verte de esta manera. 

Veo que Hongi y los chicos están afuera viendo todo con un claro enfado, miro todo mi alrededor, unos profesores y el director están dentro del salón y no sé en qué momento llegaron todos. Me zafo de mi hermano y el otro, para correr donde esta ella. 

Está en la esquina con Aina y la profesora que revisa su brazo, le hicieron cortes. 

—  Nena — con un hilo de voz la llamó y ella con los ojos todavía llorosos me mira, me agacho y escucho todo el revuelo de regaños, pero ahora es ella y nada más.

La atraigo a mi pecho y mis sentimientos están divididos. El idiota de Austin quiere salir hacer un chiste para que ella se ría —Siempre lo hace—. El Austin sensato quiere decirle todas las cursilerias posibles, aunque por supuesto que ese lo tengo bien guardadito.

Cuentale el del pollito, nunca falla.

— No te hará daño, lo prometo — le digo sobre su cabello e ignorando mis locas estupideces y ella se rompe a llorar.

Desde que conozco a Aitana ha mostrado ser tan diferente a las cuatro y es precisamente en esto. Es la divertida, la que siempre anda molestando —Pero bien—. Pero la que tengo llorando en mi pecho, no es, me ha demostrado ser de esas chicas fuertes, no como muchas que se las pasan llorando por todo.

Lo siento mucho, pero odio las dramáticas.

— Vamos a llevarte a la enfermería — avisa un profesor y yo me ofrezco a llevarla cargada de mis brazos y eso hago. 

Reparo a Aina y está llorando, pero Pablo con el que todavía sigue siendo un desconocido están con ella. Salimos detrás de los profesores y no faltan los chismosos que se quedan viendo la escena con ganas de saber cada detalle, ni yo las se. 

Ella se recuesta y cuando veo es a Sofía que aparece por uno de los pasillos y al ver a Aitana se lleva una de sus manos a la boca sorprendida por la situación. Los cortes de Aitana no son graves, son muy superficiales, el problema está en que la quisieron asustar y lo lograron. Con todos detrás y yo sin prestar mucha atención a lo que dicen, llegamos a la enfermería y al verla la enfermera da la orden que la acueste en la camilla, eso hago. 

Empiezan a revisar su brazo y los demás quedan esperando afuera. 

—Austin el director va hablar muy seriamente con todos, pero lamento decirte que es ahora contigo, ya llamaron a tu madre — me informa el profesor de literatura apenas entra —Aitana llame a tu padre y ya viene en camino. Lo tuyo es más grave, estos comportamientos son algo ya pasado de nivel, entonces vas a tener una noche larga, pero eres fuerte — la consuela. 

Con el agua de la llave pone su brazo y ella se queja un poco, pero la sangre se va, saliendo un poco de nuevo, con una gasa toma como un líquido —Que no tengo ni idea que es— y se lo esparce por cada corte, que contando son cinco. La envuelve en una venda hospitalaria. 

—Agradezcamos que son cortes muy leves, donde sea vertical y encima profundo, puso a ver pasado lo peor —comenta la enfermera. 

Siento un nudo en la garganta. A mi mente viene la vez que vi una cortada de Mateo en su brazo, pero no fue él quien se la hizo, una sombra que vi en su cuarto una noche hace unos años.  

¿Qué tan oscuras eran sus noches?

—¡¿Dónde está mi hija?! — Escuchó el grito de el señor Mark. La puerta se abre y deja ver al director claramente estresado, cuando el señor Mark ve a Aitana corre a ella y la envuelve en sus brazos —¿Estás bien? — se separa para ver su rostros y al dar con su brazo mi suegro se conmociona—Por Dios... 

— Dejemoslos solos — me dice la enfermera y salimos. 

Al estar afuera veo a mi madre que me abraza apenas me ve. 

—Hijo — aprieto los puños y cierro los ojos, tengo que controlar las ganas de irme a matar a ese bastardo —Tranquilízate hijo, Aitana va a estar bien. Necesito al Austin que sabe controlar las situaciones de mucha presión. 

Le sonrió y el director nos interrumpe para decir que necesita hablar con mi madre, ella se va y los chicos empiezan a preguntarme cosas. Veo a Mateo en una pared recostado y con su mirada perdida. Sofía y Aina me miran como si entendiera como me siento, Hongi en silencio con Jaqueline a su lado y el resto con rabia. El desconocido está en una esquina y el imbecil del cangrejo de Gustavo. 

— Armando se lo llevaron a tomar la declaración, esto va más allá de una pelea normal de adolescentes. Es venganza y daño al cuerpo, también vamos a ir cuando terminen para que Aitana cuente lo que pasó — explica Sofía, consciente que todos tenemos el derecho a saberlo. 



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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