Las Jones.

35. Preguntas y respuestas.


Aitana.

 

Abro los ojos un muy cansada, en la madrugada fue muy difícil conciliar el sueño y aunque Austin se quedó acompañándome tenía mucho miedo que Armando llegara de nuevo hacerme daño.

Fue un momento donde pensé que no me iba a poder despedir de los que amo.

Menos mal fue un susto y llego mi novio al rescate; lo que nunca esperé es que llegara Jeremy, es por esa sencilla razón que lo quiero mucho — Es tan diferente al individuo de su hermano—. Entonces me sentí segura al estar en unos brazos conocidos, en los del ex de mi hermana. 

— ¿De qué te acuerdas? — me saca de mis pensamientos Austin — Con esa sonrisa cualquiera pensaría que estás imaginando como hicieron las Kardashian para volverse millonarias. — suelto una carcajada.

— Madura Austin — le pego suave en su hombro — Pero sabes, pensándolo bien es una muy buena pregunta. 

Nos reímos juntos y nos quedamos en mi cama juntos. Ayer por mi desvelo podia notar que mi padre cumplio la parte en la que la puerta no podía quedar cerrada y que iba a pasar a cada rato, porque claramente eso hizo. Veo por el pasillo pasar a Aina con una cara de sueño y de que ni siquiera se tomo el tiempo para levantarse. 

— Vamos a desayunar — se levanta y con cuidado de no lastimar mi antebrazo me ayuda a levantar. 

Presiento que me quedaran cicatrices y el problema es que odio las cicatrices, suficiente tengo con las internas.

Bajamos a la cocina y allí está mi padre haciendo el desayuno, me rio al ver que tiene un delantal puesto, por ser el mío le queda un poco pequeño, ya mis dos hermanas están sentadas en la isla de la cocina.

— Señor Jones, ¿Pensé que no era buen cocinero? — él y su imprudencia. 

— En realidad no se me da, Austin — Voltea uno de los waffles que está preparando — Pero pues un desayuno lo prepara cualquiera. Es sencillo. 

— En realidad a mí, ni eso se me hace facil — se rasca con vergüenza la nuca — Por eso siempre los desayunos lo preparan mamá, Santiago o Pablo. 

— ¿Mateo no sabe? — pregunta la rubia.

— Lo hace de putisima pena — nos reímos — Aunque en realidad no es eso, solo que no le gusta. Prefiere ayudar en otros tipo de asuntos en la casa.

— ¿Y tu si de bonito? — lo molesto —Porque mira esas manos — tomo de su mano y la reviso, con sus uñas limpias y con esmalte transparente, además sin pizca de rastro que hace algo — Estás peor que los millonarios.

— Ustedes son millonarios y tienen las manos bien cuidadas — se defiende. 

— Obvio y por eso mi padre utiliza el delantal que yo para cocinar — suelto una leve carcajada y mis hermanas también. 

—¡Oye! Deja de burlarte de tu padre — empieza a hechar la otra masa para el otro waffle. 

— Papá — lo llamó —¿Y Layla? — pregunto nerviosa, no se si esta enojado con mi hermana y eso me preocupa, ademas necesito ver a mi hermana, me hace falta su brazo y en vez sé que si está en la cárcel es por culpa mía, si nada de lo de Armando hubiera pasado, ella estaria aca. 

— El agente me dijo que la dejaban libre temprano y eso, no creo que tarde — veo unas cuantas miradas incómodas entre los cuatro y pues creo que es por lo de ayer. 

¿Estaré preparada para que de mi boca salgan esas tan horribles palabras de Armando? Porque creo que no estoy lista y tampoco tengo ganas. 

Él, es una pérdida de tiempo. 

Nos sentamos en el comedor y ayudamos a servir el desayuno. Empezamos a desayunar y de pronto escuchamos el sonido de la puerta. Mi padre se levanta y revisa.

— ¡Ah! — grita y nos paramos rápido —  ¡¿Qué haces acá?! —  lo que veo no me gusta mucho.

Una mujer está colgada del cuello de papá y con una sonrisa de la cual pienso que se quedara sin labios y su vestimenta me saca esa pequeña venita de la frente. Su falda más corta de lo debido, la blusa con un escote casi vulgar y los lujos que tiene por toda su cara. 

— Muchas gracias, ya lo puedes ir soltando — interviene Sofía.

Si, somos muy celosas con él. 

— ¡Hola, pequeñas! — nos saluda "Cariñosamente" a las tres, pero al ver a Austin pone una cara diferente — ¿Es tu hijo, Mark? Esta muy guapo. 

— Si esta guapo y es mi novio — doy dos pasos para agarró su brazo con sutileza.

— Ops, lo siento. — después regresa su mirada a papá — No te preocupes pequeña, ya tengo mi objetivo — papá se atraganta en su propia saliva y se pone rojo. 

Yo roja pero de la rabia. La puerta —Que había dejado abierta la desconocida— es interrumpida  por alguien que ve la escena para nada contenta. 

— ¿Quién eres y qué haces tan cerca de MI papá? — ella se separa un poco, pero para nada intimidada. 

—Soy la novia — contesta y mi padre abre los ojos muy asustado. 

—¿Novia? — pregunta y le da una sonrisa lo más falsa posible — ¡NOVIA MI ABUELA! ¡Te me vas, pero ya mismo!  

—¡Mark! — chilla— ¿Vas a dejar que me grite? — abro la boca sin poder creerlo, esta quien se cree. Aprieto mucho mi brazo izquierdo para no lastimarme el otro.

—Vete Clara — dice mi padre y sonrió triunfante de la vida. La tal llamada Clara pasa por el lado de Layla y le da de esas miradas asesinas, seguido de un choque de hombros y se va sin mirar más, claro solo unos pasos más fuera de la casa. 

— Cuando su padre y yo nos casemos, sabrán que es comportarse con unas damas — Layla se gira y antes que suceda un jalón de cabello, papá agarra a mi hermana de la cintura llevándola dentro.

—¡¿Qué le pasa a esa tipa?! — expresa enojada — ¿Novia? ¡¿Desde cuando tienes novia?!

—¿Y tu desde cuando vas golpeando a los que son menores que tu? — contraataca. 

— ¿Eso qué tiene que ver? — papá la suelta allí en toda la mitad de la sala y ella se gira para verlo — A ver, no esta mal que tengas novia, lo entiendo. ¡Pero qué clase de tipeja es esa! 



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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