Las Jones.

41. Eres una mentirosa I

Aitana. 

***

Bueno, en la familia siempre se ha inculcado el hecho de la responsabilidad y también el alegrarnos por los proyectos del otro. 

Pero justo ahora mi padre está colapsando y yo no me lo puedo tomar en serio.  

— ¡Papá! Calmate, empiezas a crear un hueco —le riñe Sofía —. Todo va a salir bien, estuviste trabajando duro estos meses y el evento será un éxito. 

—¡Por esto pueden cancelarme el local! ¡Las sucursales! Saben que esto es lo que hago y volver a empezar implicara muchas cosas —explica tratando de controlar sus manos. 

Está en un de los sofás, esperando a que la señora Elena aparezca. Ambos tienen que dirigir que todo se haga correctamente. Pero eso, ya para él es mucho. 

—Sabes que los ingresos de esta casa, son considerablemente artos. ¿Entonces para qué preocuparse? —me encojo los hombros y un breve bostezo se me sale. 

Esto de levantarse temprano y con este frío, es querer mucho a mi padre. 

—Papá mira nada malo va a pasar y si pasa para que nos tienen —lo anima Aina —. Mira nosotras vamos a estar allá, apoyandote en todo.

—Lo se —suspira y se relaja un poco —. Las quiero muy bonitas, es un día importante y aunque no me deba importar como vayan, porque son mis hijas. Les pido el favor, tienen vestidos muy bonitos y procuren convencer a su hermana que se lleve uno.

—Eso jamás —se lanza a su mueble blanco, con ojeras y despelucada, Layla —. Los milagros existen, pero eso definitivamente no.

—¿Acaso tienes algún problema que yo no sepa? —frunce el ceño, papá —. Porque no te veo en vestido hace años.

—¿Y hasta ahora lo notas?

—No, pero hoy es importante y quiero verte en vestido.

—Papá, te amo —lo mira con cariño—. Pero de ahí a que yo me ponga un vestido, falta mucho. 

Nos reímos y nos quedamos echadas en los sofás, mientras papá se va a su cuarto a no se que. 

—Último día del año —murmura Aina, mirando al techo —. ¿De qué tanto se arrepienten?

—¿De lo qué hicimos o de lo que no hicimos? —pregunto. 

—De lo que hicimos —aclara.

Todas nos ponemos a pensar.

Yo me arrepiento de una cosa este año, la apuesta. Porque aunque me he comportado mal, no tanto como para decir que me arrepiento. Supongo que eso sería lo único y más porque todavía es eso que me genera culpa, y hasta ha hecho que me plantee contárselo. Pero este mes como novios, me he dado cuenta de lo que pensaba de Austin antes, es muy erróneo. 

Austin le gusta disfrutar y aprender, cosa que ya había demostrado. Pero lo que me sorprendió, fue su manera de ponerse serio —Que no es en muchas ocasiones—, odia el no poder hacer algo, una actividad o no entender, le frustra. Odia que jueguen con las personas, ese día sinceramente me reí en su cara, porque de alguna manera él lo hizo con Kanti y con las demás. Cosa que me hizo caer en cuenta de algo, él siempre les es sincero; como ese día me dijo: "No pueden esperar a que alguien que estuvo el día anterior con una chica, de la noche a la mañana haya cambiado de parecer"

A la vez estuve de acuerdo y en desacuerdo. Porque de igual jugaba con las personas, las ingenuas. 

Por eso digo, que donde le diga. Austin no me perdona, porque se considera una persona no ingenua y aunque lo quiero, a lo mejor eso no va a pensar. Él actúa por instinto y si se llega a enterar todo lo manda a la miercoles. 

Por eso, ese secreto es solo de los cinco. Muchas relaciones se pueden acabar por ese secreto. 

—Ey, tu—siento que me despabilan con el golpe de un cojín. Volteo molesta a ver quien fue la culpable y veo a la rubia que me sonríe con inocencia—, casi que te vas a el infierno, por estar pensando esa lista tan larga. 

—Cállate, solo estaba reflexionado y en vez de molestar, contesta.

—La verdad me arrepiento un poco, de ser tan ciega a veces —empieza a jugar con sus dedos.

—Yo siempre he sabido que de todas, eres la que necesitaba gafas —la molesto y ella me gruñe—. Pero ya que no somos adivinas, habla. 

—Es que por ejemplo, al principio del año, creía que Patrick de verdad estaba enamorado de mi y resulto fue enamorado de Grace —eso me toca por sorpresa —. Y también esta, que pensé que Mateo no era compatible conmigo por su forma de ser. Pero eso fue lo que más me termino gustando. 

—¿Y de eso te arrepientes? —arruga sus cejas, Aina—. No es tan grave, al fin y al cabo no tenías el control de las cosas. Lo de Mateo, todos lo creímos solo una persona inteligente, que no tenía nada de vida y esto segur que tiene más que todas nosotras. Lo de Patrick, fue de esos chicos que te ha enseñado mucho, entonces pues eso sucede. 

Quedo boquiabierta, por lo que acabo de decir. 

Aina no es mucho de dar su opinión acerca de este tipo de temas. Según ella no sabe de chicos y si no ponemos a ver a Gustavo, definitivamente no sabe mucho. 

—Pues tienes razón, de pronto el ser tan grosera contigo —ambas se miran y se regalan una sonrisa a boca cerrada —Sigues, Aina.

 Mi gemela se remueve en el sofá y respira profundo. 

—De haberme dejado guiar por las malas influencias, de terminar de dañarme y no confiar en ustedes —eso nos alarma a las tres—, de fallarle a papá, consumiendo. 

—¿Consumiendo qué exactamente? —pregunto con cautela y ella mira al patio, para no vernos.

—Drogas.

Silencio y no uno de tranquilidad. Uno en el cual quiero gritarle, pero esta papá y ella se esta abriendo. 

Miro a Sofía y esta en shock, Layla se tapa la cara con sus manos y yo viendo a la gemela que jamás haría eso. 

—Desde que terminamos no lo he vuelto hacer —se excusa. 

—Pero la consumiste —le recalco—. Aina, ¿eres consciente lo qué decías antes? Eras la que decía que cada quien decide de que morirse, pero que de eso no te parece justo. También el que nuestra madre nos estaba viendo y cada error ella estaría defraudada —recuerdo con dolor. 



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En el texto hay: vecinos, ex novio y mentiras, playboys

Editado: 23.01.2022

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