Las lágrimas de Plutón

Emanuel Cygnus

Emanuel Cygnus

Desde que Jesús tomó el reinado muchas cosas han cambiado para bien, tiene dos hermosos hijos junto a Julieta, amaba a su pueblo y su pueblo lo amaba a él, pero lo que Jesús más odiaba de ser Rey, eran las reuniones de planificación. Y es que hoy ya había presenciado cinco todas relacionadas con la graduación de la nueva generación de ángeles.

A pesar de que estaba orgulloso de que su primogénito formara parte de esta generación, en este momento al escuchar a Pablo una gran preocupación se adueñaba de su corazón.

–Emanuel fue el único que aprobó todos los exámenes con excelentes calificaciones, pero fue el único que reprobó la pregunta con relación a su poder, escribió que era el poder más débil que un ángel podría obtener–explicó preocupado– La prueba de mañana será para asegurar que cada niño entiende a la perfección el poder que se le ha dado al nacer– dijo con preocupación.

–Si no lo aprueba, jamás será un ángel– susurró Jesús con seriedad – ¿Cómo será la prueba de mañana?

–Se hará en los territorios Cygnus, mediremos habilidades de pelea y resolución de problemas– Habló Julieta, entregándole el documento– A cada niño se le entregara una misión que durara tres meses humanos.

–Entiendo– susurró leyendo el documento– Pablo puedes volver a casa con tu familia–dijo a su amigo, viendo como este asistía y se iba a su casa.

Julieta observo a su esposo con preocupación, este se levanto y la abrazo con fuerza.

–Oye saldrá bien, el entenderá– dijo dándole ánimos– Vamos a descansar ¿sí?– aconsejo con una sonrisa

–Vamos– dijo cansada

Jesús tomó su mano y salieron rumbo a la habitación de sus hijos, sonriendo al ver que ambos dormían con la televisión prendida.

 

Los primeros rayos del sol aparecieron aquella mañana tan esperada por los jóvenes. Emanuel abrió sus ojos al sentir el olor a pan tostado entrar por sus fosas nasales, sonrió su madre estaba en casa.

Sintió las manos traviesas de su hermano abrir sus ojos con sus deditos, le miro molesto viendo como este se reía al verse descubierto en su travesura. Bostezo siendo imitado por el pequeño.

Se metió en el baño, dejando a su hermano jugar con su peluche, salió a los cinco minutos totalmente despierto, se sorprendió al ver a su madre en su habitación vistiendo al bebé. Vio esa sonrisa tan parecida a la suya aparecer en su cara, un mes sin verla por una misión y a pesar de que lucía cansada estaba allí para apoyarlo.

Al bajar los tres vieron como su padre servía el desayuno, vio como su madre dejaba a su hermano en la silla, para luego sentarse en la mesa a tomar su café para mejorar su aspecto.

Emanuel se extraño cuando vio que su madre se levantaba y se despedía de su padre con un beso en los labios para salir de casa.

– ¿Dónde va?– preguntó curioso

–Debe trabajar– contesto con una sonrisa

– ¿Hoy?– preguntó molesto– Pero es mi día ¿Por qué siempre tiene que trabajar?– volvió a preguntar alzando la voz

– ¡Cálmate!– exclamo Jesús molestó– Tu madre se presentara de todos modos a tú prueba

–Mentiroso, siempre dices lo mismo y nunca aparece– exclamó enojado, levantándose de la mesa

– ¡Emanuel!– llamó Jesús, suspirando pesadamente.




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