El sonido de las ramas quebrándose llenó el aire.
Kaen apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una flecha silbara a su lado, hundiéndose en el tronco detrás de él.
—¡Corre! —gritó Rin, tomando su mano.
El bosque se agitó como si despertara. El viento soplaba con fuerza, pero no era natural: respondía al miedo de Rin. Cada paso que daban levantaba hojas, polvo, y destellos de luz azul que bailaban a su alrededor.
Detrás, las sombras avanzaban.
Hombres cubiertos con armaduras negras, máscaras sin rostro y emblemas grabados con un símbolo: un círculo dividido por una línea, el sello de los Cazadores del Pacto.
—No pueden verte, ¿verdad? —jadeó Kaen mientras esquivaban una raíz enorme.
—A ti sí —respondió Rin con voz temblorosa—. Si te atrapan, pensarán que ayudas a un espíritu. Te ejecutarán.
Kaen apretó los dientes, sin soltar su mano.
—Entonces tendré que correr más rápido.
El bosque terminaba en un acantilado. Frente a ellos, el mundo se abría: el valle de Aeryn, brillante bajo miles de luces mecánicas. Torres de metal, humo blanco, y el rumor constante de las máquinas.
El reino humano… su hogar.
Pero visto desde allí, parecía otro planeta.
Rin se detuvo al borde, mirando las luces con una mezcla de fascinación y tristeza.
—Así se ve la codicia —susurró—. Hermosa por fuera, vacía por dentro.
Kaen se giró al escuchar un nuevo silbido. Una segunda flecha pasó rozando su mejilla.
—No tenemos elección —dijo, mirando hacia el abismo—. ¡Salta conmigo!
Rin dudó solo un segundo.
El viento los envolvió como un remolino azul.
Y juntos, cayeron hacia la oscuridad.
Mientras descendían, Rin abrió los ojos y murmuró algo en un idioma antiguo.
Las corrientes del aire se torcieron, y su caída se volvió liviana, como flotar en un sueño.
Antes de perder la conciencia, Kaen escuchó su voz, suave y lejana:
—El viento aún te escucha, humano… eso no debería ser posible.
Cuando despertó, estaban en las afueras de Aeryn. Rin descansaba inconsciente junto a él, y el amanecer teñía el cielo de rojo.
En lo alto de una torre, un hombre observaba la escena a través de un visor metálico.
—Así que el último Guardián ha despertado… —murmuró con una sonrisa.
El símbolo del círculo partido brilló sobre su pecho.
Y así, las sombras sobre Aeryn comenzaron a moverse.
Editado: 04.11.2025