Me he rendido, me he cansado de rogar en este silencio que mata, me he cansado de luchar por lo que quiero que tengas, he sufrido en el espacio en blanco que abarca tu indiferencia. He sufrido, lo he hecho miles de veces, tantas horas que he perdido la noción del tiempo, he querido arrancar el recuerdo de tu rostro para no tener que soportar más esto.
He querido ser el mismo desde entonces, he querido volver a sonreír como lo hacía, y ahora la única forma de lograrlo es pensando en tu sonrisa.
Lo he aceptado, he aceptado y dejado que está verdad me consumiera, he tratado de liberar por fin tus manos, esas tan fuertes y bellas manos que nunca me han tocado. No he aprendido, no he aprendido a dejar de saludarte como siempre, no he querido hacerlo porque la necesidad está presente.
No he aceptado y no he podido liberar esa cadena que mi corazón a unido al tuyo, no he querido hacerlo por temor a lo desconocido, pero sé en el fondo que este también está cediendo.
Te he mentido, te he dicho que ya no importa, pero cada instante que te veo es inevitable no quererte, es inevitable no admirarte. Te he dicho que he entendido, pero nada puede hacer que mi inocente corazón lo haga, porque aún sigue latiendo por un beso del que se ve imposible su llegada.
Lo he intentado, he querido sacarte de mis sueños cada noche, he intentado no pensar en ti mientras almuerzo, y he evitado llorar con tus recuerdos.
No he creído, no he creído en las duras palabras que me has dicho, no aparentas ser un alma mala que lastima, no aparentas ser aquel demonio de quien me cuidas, y sin embargo ya me he resignado.
Estoy tratando, trato de olvidar está mentira, está dulce y triste fantasía que me persigue, trato de no cerrar mis ojos para verte, y trato sobre todo de olvidarte justo ahora en el presente.
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Editado: 15.09.2019