Y ahora que has decidido mudarte, irte lejos con alguien que apenas conoces, cometiendo el que quizás podría ser el peor error de tu vida, es inevitable para mí mantener el silencio por más tiempo. Porque ya no puedo soportar el constante “que pasaría si” que se repite una y otra vez cuando tus ojos oscuros me ven con cariño y yo ansío al más, mucho más.
Así que decidí escribir esto, exponer con palabras lo que con no puedo ser capaz de decirte a los ojos por miedo a tu rechazo, porque prefiero que, incluso si no cambia en nada lo que pueda decir, al menos no te marches sin saber que aquí también tienes a una persona dispuesta a arriesgar todo por ti.
Un día antes.
La fiesta es más concurrida de lo que esperé, puedo notarlo a una manzana de distancia de la casa cuando la música fuerte se oye y las personas se ven a distancia. Pareciera que todo el campus está aquí y sé que a Serena no le gustan demasiado estas reuniones.
Siempre ha preferido un ambiente menos concurrido y con menos personas.
—Parece que decidieron hacer algo a lo grande ¿cierto? —cuestiona Carrie a mi lado—. Es una suerte que te convenciera de venir.
—Sigo pensando que no fue la mejor de las ideas.
—Tienes que terminar lo que empezaste ayer, Carter y esta noche será tu última oportunidad.
Suspiro y continúo caminando, recordando lo suave que se sintieron los labios de Serena bajo mis dedos y lo mucho que me habría gustado saborearlos.
—Quizás se no fueses llegado, habría terminado lo que sucedió —comento con sorna.
—Claro, porque para expresar tus sentimientos eres tan espontáneo. ¿Sigue la carta en el fondo de tu mochila?
—No se supone que sepas eso, Antony es un soplón.
—Antony es mi hermano, nos contamos todo. Hasta lo que no deberíamos —murmura deteniéndose frente a la inmensa casa—. ¿Sabes si estará aquí esta noche?
—¿No se cuentan todo?
—No desde que le conté lo que planeamos hacer. No pareció muy feliz con nuestro acuerdo.
—Sí, también parece molesto conmigo. Después de todo, si es un hermano sobreprotector.
—Sí, sin duda lo es, pero no es de él de quien quiero hablar. —Carrie toma mi mano—. Entremos.
La sigo dentro de la casa, donde la música ahora es indiscutiblemente ensordecedora. Hay luces intermitentes por todo el lugar, lo que dificulta identificar entre el mar de personas quien puede ser conocido o no, y también, debido a la gran cantidad de personas, es difícil caminar sin tener que chocar con otros cuerpos.
No sé exactamente a donde me lleva Carrie, pero la sigo sin vacilar hasta una mesa con bebidas por todos lados. Nos servimos cerveza en vasos de plástico y brindamos sin un motivo en específico, para luego buscar a la razón de que yo esté aquí en primer lugar.
—¡¿No es extraño que la fiesta sea para ella y no se encuentre en ningún lugar?! —grita Carrie para hacerse escuchar por encima de la música.
—¡A Carrie le molesta esta clase de escenarios, así que no me sorprende! —Le hago una seña hacia la parte trasera de la casa y ella asiente, así que camina detrás de mí hasta que salimos de la asfixiante casa al patio trasero.
Acá también hay innumerables personas, pero el amplio espacio permite una ventilación ideal y evita la sensación de encierro, aunque de nuevo, es bastante mi decepción cuando no veo a Serena por ningún lado.
—¿Ese no es Adriano? —inquiere Carrie de pronto.
Me señala el borde de la acerca, donde hay muchos arbustos. Efectivamente el idiota se encuentra allí, pero no logro visualizar a su acompañante, pues él interfiere con su cuerpo y no me permite ver con quien está. Pero por su lenguaje corporal, la conversación no parece ser idónea y al tras un par de minutos donde alza sus brazos y sacude su cabeza, se voltea luciendo enfadado y al hacerlo, finalmente puedo ver que era Serena con quien discutía. La cual ahora, se aleja de la casa.
Voy tras ella sin preocuparme por dejar a Carrie sola. Corro hacia la acerca y me escabullo por el pequeño agujero que existe entre esta y los arbustos. No la veo a primera vista pero tras un pequeño vistazo, la ubico con rapidez, caminando con largos pasos para alejarse de allí. Vuelvo a correr hasta que la tomo con la mano y ella da un brinco al asustarse, pero se relaja de inmediato al ver que soy yo quien la alcanza.
—Te vi discutiendo con Adriano. —Solo puedo decir eso, parece ser lo suficiente pues asiente y sus ojos se llenan de lágrimas.
—No es lo ideal discutir con tu novio en tu fiesta de despedida ¿cierto?
—Discusiones siempre hay, Serena. Lo importante es siempre conseguir la forma de solucionarlo.
—Como tú y yo —musita tomándome por sorpresa—. Estoy segura de que jamás me hubieses pedido que me marchase por muy grande que fuese nuestra pelea, y él lo ha hecho solo porque le pedí que la música estuviese a un volumen más bajo.
—¿Qué?