Hoy era un día normal, en el que mi madre me despierta con el olor de su cigarrillo, mi madre es una mujer hermosa, con una cabellera castaña que le llegaba a la cintura, ojos azules como el cielo, pero es drogadicta y alcohólica, es una buena mujer pero no ha podido superar a mi padre, ellos se conocieron en la escuela, me contó hace años mi padre que mi madre era la chica más hermosa de todas y que él era el más picaflor, hacían una pareja perfecta, mi padre se llama Steven y mi madre Charlotte, eran felices hasta que mi madre a sus 16 años quedó embarazada, mis abuelos maternos obligaron a Steven a casarse y después de varios meses nací yo "Ángel", en este momento tengo 15 años, tengo los ojos azules como los de mi madre y el cabello rubio castaño como mi padre.
Steven era un hombre fuerte, cabello castaño rubio, y era uno de esos hombres que no demuestran amor.
Mi padre se fue cuando cuando cumplí 8 años, ¿a dónde?, no lo sé, y no me interesa más.
Me levanté de mi cama pues tengo que ir a la escuela, me baño, me cambio y salgo de la habitación.
Cuando salgo veo a mi madre acostada en el sillón, y en su mano un cigarrillo, mirando un punto fijo del techo y me dice:
- Sé que te prometí dejar las drogas pero ellas me llaman y son las únicas que me hacen olvidar a tu padre - dice con una sonrisa melancólica, se para del sofá y mira hacía donde estoy .
- Te amo hijo - ni siquiera me está mirando a la cara.
- Madre ¡estoy aquí! - digo moviendo mi mano para que se dé cuenta que estoy en frente de ella.
- Lo siento hijo - me dice mirándome a los ojos, saliéndose una lágrima - es que, al mirarte, veo a tu padre y solo me dan ganas de botarte de mi casa, es doloroso para mí, entiéndeme, ya vete se te hace tarde - dice volteando su cara para dejar de mirarme.
Se me escapa una lágrima, y la quito con pasar y camino hacia la puerta, la abro y miro hacía donde está mi madre - también te amo mamá - digo ya cerrando la puerta detrás de mí.